Capítulo III

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No dormí nada esa noche, creo que ninguno de nosotros lo hizo.

Reprimir las lágrimas fue difícil, tenía miedo de que algo malo le sucediera a Minho. El bosque podía ser peligroso y más cuando no tenía ni siquiera una lámpara para ver a dónde se dirigía.

—Seguramente se las ingenia para volver a salvo. —Me susurró Felix a media noche. No respondí.

Era mi culpa, yo debería ser el que caminara solo por allí, no Minho. ¿Por qué había dejado que se arriesgara por mí? Jamás podría perdonarme si algo le sucedía.

Me imaginaba los peores escenarios y muchas veces estuve a punto de salir a media noche a buscarlo, pero sé que no serviría de nada. Cuando el amanecer se asomó por el horizonte, yo era un manojo de nervios y ansiedad. Si Minho no regresaba pronto definitivamente saldría en su búsqueda.

Me obligué a distraer mi mente preparando el desayuno junto a Felix, pero mi mirada se desviaba constante e inquieta hacia el camino por donde se había ido, el hilo rojo aún estaba amarrado y tensado al árbol. Comimos en silencio.

Cuando estaba retirando los platos de barro para limpiarlos, escuché como gritó Changbin.

—¡MINHO VOLVIÓ!

Me giré y efectivamente allí estaba él, saliendo de entre los árboles. El suspiro de alivio que estaba conteniendo desde que se fue salió de mí. Estaba vivo. Aunque su aspecto no era el mejor.

Iba desnudo, su blanca piel estaba sucia, con moretones y muchos rasguños. Tuve que reprimir el correr hasta él y abalanzarme. En cambio, caminé tranquilo.

—Me alegra que estés vivo.— Le dije tratando de contener las lágrimas, solo quería estar entre sus brazos y besarlo. Irónicamente Minho me dio una hermosa sonrisa.

—Yo también.

—¿No te topaste a ningún lobo?— Preguntó Felix. Se rió.

—Por suerte, no.

—Date un baño.—Le sugerí.—Felix, ¿puedes limpiar sus heridas?—El chico asintió.

Cuando Magnus llegó, horas después, actúo como si nada hubiera sucedido. Eso me molestó, quería estamparle mi puño en la cara a ese idiota.

En cuanto la noche cayó y nos fuimos a dormir, lloré, por el miedo de pensar que pude haber perdido a Minho y el alivio de que eso no había sucedido. Lloré porque solo quería acurrucarme a su lado y recostar mi cara en su pecho.

Al día siguiente fui a recoger agua al río, Lee Minho me sorprendió cuando apareció a mi lado. Me tomó de un brazo y aló, quedé acorralado contra un árbol. Acunó mi cara entre sus manos tibias, la acarició con los pulgares lentamente. Sus profundos ojos me miraron. Me rompí, gotas saladas deslizaron por mis mejillas, él las limpió con suavidad.

—¡No vuelvas a hacer eso nunca más, no vuelvas a arriesgarte así por mí!— Dije entre sollozos. Lo envolví en un abrazo. La respiración de Minho era tranquila y podía escuchar los latidos constantes de su corazón.

—Lo siento Han, no podía dejar que te castigaran, no a ti.

—¡Eres un tonto! ¿Y si te hubiera pasado algo malo por mi culpa?—Lo empujé, pero él no se apartó.

—Pero no me sucedió nada, aquí estoy, contigo.—Besó mi mejilla empapada.

—¡Promete que no volverás a ponerte en esa situación!

—Han, solo quiero protegerte.—Dijo.

—¡Puedo protegerme solo Minho, no soy un niño!— Le di una mirada desafiante, suspiró.

Firefly Hunter (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora