El carro de Oliver era una moderna Land Rover de color azul eléctrico; era espaciosa y bastante cómoda, a decir verdad. Me senté en el asiento del copiloto en silencio y bajé la ventana luego de que el aroma de ambos combinado dentro del auto fuese demasiado, y me empezara a hacer cosquillas en todo el cuerpo.
No estaba seguro de qué decir, así que guardé mis pensamientos y palabras, mientras veía los edificios pasar. Sin poder evitarlo, muchas teorías y suposiciones empezaron a hacer que mi cabeza diera vueltas con las mil y un posibilidades sobre hechos que pudieron pasar la noche anterior o peor aún, sobre cosas que pude haber dicho estando ebrio.
Es decir, despertamos con las ropas puestas y no sentía dolor por ningún posible golpe, por lo que no creía haber hecho algo extraño; sin embargo, no confiaba en lo que mi lobo pudo haber hecho.
Tampoco confiaba en mí.
— ¿Te duele la cabeza? ¿No deberías tomar una pastilla o algo? — Preguntó Oliver sacándome de mis pensamientos y de mi intento de ignorar la enorme tensión entre los dos; no estaba ayudando.
— No, estoy bien. Tal vez más tarde consiga una. — Contesté por lo bajo, para después hacer un chequeo mental de que efectivamente no me dolía en exceso nada. No obstante, tenía grandes espacios vacíos en mi memoria. — ¿Qué tomé anoche?
Oliver se rió un poco, mientras ponía la intermitente para doblar en una cafetería con Auto-Servicio que estaba de camino a la oficina. — La verdadera pregunta sería: ¿qué no tomaste?
— ¿Qué? ¿En serio? — Cuestioné estupefacto y arrugué el ceño al recordar unos vasos largos con la bebida fuerte; me daba ciertas arcadas sólo pensar en ellos en ese momento. — No suelo tomar tanto, ni siquiera me gusta el sabor.
Oliver volvió a reír.
— Creo que eso fue debido a la influencia de todos, la mayoría andaban bastante... alegres. Además, después de unos tragos probablemente dejaste de sentir o siquiera saborear. — Se interrumpió a sí mismo para pedir dos chocolates calientes por el pequeño parlante; me miró de lado y me preguntó si quería un bagel, a lo que yo simplemente asentí y él pidió dos para luego seguir conduciendo.
Si era completamente honesto, se sentía raro que Oliver estuviera cuidándome, siendo yo el alfa entre los dos, y me preguntaba distantemente si así sería él con su pareja: preocupado, mandón, una cosita adorable. Eso me provocó un tierno sentimiento que tire lejos tan pronto como llegó.
Intenté invocar más recuerdos poniendo mis manos sobre mi cien; como los bailes con personas desconocidas de las que no recordaba el rostro, las distintas bebidas, la pelea con John, y mientras esperábamos un momento en un semáforo recordé a muchas personas coreando "Beso" de manera repetitiva en el bar y tuve que preguntar para quién era la dichosa solicitud.
— ¿Honestamente? Para nosotros. — Respondió como si nada y yo tuve que tragar grueso, haciendo que el chocolate me quemara la garganta. — Pero yo insistí en que no, por lo que Ray y Hans lo hicieron para calmar a la multitud; fueron muy amables.
Me quedé boquiabierto mirando el perfil de Oliver, mientras manejaba. No sabía si sentirme relajado u ofendido de que no quisiera besarse conmigo. Es decir, no debería sentirme mal al respecto, es más, debería sentirme aliviado de que no haya pasado nada, pero por alguna razón eso me puso de mal humor. Una pregunta no paraba de rondar mi mente y era: ¿qué había mal en mí para que Oliver no quisiera besarme?
Si Oliver notó mi expresión enfurruñada, no dijo nada.
— ¿Qué más pasó? ¿Por qué dormiste en mi casa? Según recuerdo tú no tomaste, entonces ¿por qué te quedaste? — Mi tono no era acusatorio, sino más bien curioso. Había algo de lo que estaba seguro de que me estaba perdiendo, pero por más que lo intentara no lograba que viniera a mi mente.
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No serás mi omega
RomanceTodo empezó en un día normal para Daniel Vandale, estando de compras en su supermercado favorito; o al menos, la idea era mantenerlo normal. Sin embargo, cuando está en el pasillo de los atunes un aroma capta su atención y su lobo emocionado se agit...