— ¿Cuántos años tiene, Dani?
¿Qué mierdas con el apodo? ¿Quién se creía este chico? Nos acabamos de conocer y le dije que podía llamarme V, no Dani. Solamente dejo que algunas personas selectas me llamen así y este chico no debería venir a cambiar las cosas desde ya. No lo soportaré y no lo permitiré.
No, señor.
O al menos ese era el plan, pero me escuché responder con facilidad: — Tengo 27.
Excelente, alfa de calidad ¿es que acaso mi lobo iba a dictar toda mi vida?
Sin embargo, el chico, Oliver, no conociendo mi predicamento sólo sonrió con sus bonitos y soñadores ojos brillantes. — Yo tengo 25, eso quiere decir que usted es mayor.
«Por favor no me veas así.»
Desvié la mirada con rapidez y me aclaré la garganta con la idea de distraerme o al menos no verme tan afectado, y gracias a eso, una idea vino a mi mente. Sabía que tenía una pequeña sonrisa maliciosa en el momento en que hablé de nuevo.
— Sí, lo soy, pero aquí en la oficina no nos importan esas cosas. — Mi mente voló e intenté mantener un tono inocente, mientras hablaba. — Es más, no te atrevas a decir honoríficos o tratar a alguien de manera demasiado formal. Te juro que te odiarán.
Eso había dicho, pero en realidad, estaba bastante seguro de que todos estarían bastante molestos. Después de todo, yo tuve que esperar 3 largos años con el fin de que poder tutear y quitar las formalidades; por lo que el hecho de que un niño venga de repente a hablarle así a John o hasta Ray... estaba seguro de que los volvería locos de rabia.
— Oh, de acuerdo. — Contestó Oliver, asintiendo con la cabeza, pensativo, sin embargo, cometí el error de mirarlo y me dio una sonrisa brillante, llena de agradecimiento. — Me aseguraré de no hacerlo. Gracias por el consejo, Dani.
Y, ¿por qué cada vez que se dirigía a mí de esa manera el corazón me daba un brinco?
A este paso, terminaría con un caso severo de taquicardia.
— No hay problema. — Contesté en el momento en que llegamos a la puerta de mi oficina y abrí con cuidado, casi deseé que Oliver se quedará afuera. Mi lugar de trabajo era muy importante para mí y el hecho de que el omega estuviera en el centro de esa habitación, mi habitación y área personal, me hacía estúpidamente cálido por dentro y mi alfa hacía cosas extrañas relacionadas a instintos como pertenencia y posesividad.
Mierda.
No podía permitir eso, así que reprimí la ola de afecto que me inundo cuando lo vi soplar su flequillo de forma tierna y empecé a buscar los papeles del proyecto con el fin de que saliera de mi oficina lo más rápido posible.
La idea era no hablar, pero el chico rompió el acuerdo tácito mientras observaba con curiosidad alrededor.
— Eres un alfa. — Murmuró y lo escuché tomar una respiración profunda que al menos yo creía que debía o tenía la intención de ser discreta. No lo fue. — Me gusta tu aroma.
Lo soltó como si nada e inmediatamente sentí mis mejillas colorearse, al mismo tiempo que me hundía más entre los papeles, debido a que ese tipo de comentarios no era algo demasiado común para decir.
Uno no le va diciendo a las personas por la vida que huelen bien o al menos no justo al momento de conocerlos.
Qué demonios. Odiaba esto, odiaba ruborizarme como si fuera un niño con su primer amor, odiaba que mi lengua se enredara y que cada vez quedara como un tonto, y odiaba que me viera de esa manera; sin embargo, si era honesto lo que más odiaba era lo que me estaba haciendo sentir en ese momento.
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No serás mi omega
عاطفيةTodo empezó en un día normal para Daniel Vandale, estando de compras en su supermercado favorito; o al menos, la idea era mantenerlo normal. Sin embargo, cuando está en el pasillo de los atunes un aroma capta su atención y su lobo emocionado se agit...