El vuelo de las almas

Capítulo 2

Drake, mi padre, estaba en posición, listo para dar la señal.

- ¡Preparaos!

Mis ojos no sabían dónde mirar. Hoy no quería salir ahí fuera, solo quería irme muy lejos.

- ¡Tres! ¡Dos!

Me faltaba el aire.

- ¡Uno!

Silencio.

- ¡AHORA!

Alcé mis alas, negras como la oscuridad, y eché a volar. El primero que capture y mate a un humano, gana.

Yo no quería hacerlo pero sería una vergüenza para mi padre retirarme, por lo que mis alas y mi corazón iban cada vez más rápido, tanto que dolía.

Oliver estaba a mi lado.

- ¡Venga, Grace! ¡Cada día lo haces peor!

- ¡Metete en tus asuntos Oliver!

El viento era frío y apenas sentía mi rostro. Tras unos minutos volando , mire hacia abajo y vi entre los árboles a una mujer. Era humana. Por un momento tuve la esperanza de que no lo fuera.

Los humanos saben de nuestra existencia pero solo unos pocos nos han visto. Cuando cazamos, nos volvemos invisibles y sólo cuando la víctima está a punto de morir logra ver nuestra mirada.

Miré a Oliver. Por desgracia, él ya había visto a la mujer. De repente se volvió invisible, y solo era cuestión de segundos de que aquella humana apareciera muerta entre los brazos y la sonrisa de Oliver. Yo no podía hacer nada para evitarlo, ya era demasiado tarde.

El grito de aquella mujer llena de belleza, con unos rizos igual de negros que mi alas, debieron escucharse hasta en el pueblo. Mi alma, aún estando terriblemente acostumbrada a esto, no podía dejar de llorar.

Oliver me miró desde abajo y me dedicó una sonrisa llena de orgullo y satisfacción. Después, cogió el cuerpo y echó a volar.

Oliver fue el primero en llegar al campamento con un cadáver, por lo que él había ganado. Un chico rubio y guapo, los músculos marcados y una sonrisa radiante. Así era Oliver, el favorito de todos. Incluso llegó a ser mi mejor amigo , lo hemos sido durante años. Hasta que me enteré de que sus padres y los míos estaban organizando nuestra boda. A partir de ese día decidimos dejar de ser amigos, incluso decidimos odiarnos. Ya han pasado cinco años desde entonces. Ahora tenemos veinte años, y tras innumerables discusiones con mi familia, he conseguido que me dejen en paz. Yo nunca me casaré, y mucho menos con Oliver.

Sonaron los tambores y todos vinieron volando hasta donde estábamos.

- ¡Oliver es el ganador!. - Gritó mi padre.

Todos pusieron cara de decepción y Oliver no pudo evitar sonreír.

Mientras miraba a mi alrededor esperando impaciente la hora de comer , vi en el fondo del campamento una sombra. Era algo extraño, no sabía identificar qué era aquello que estaba escondido. Forcé la mirada intentado ver un poco más, algo que me hiciera saber qué era aquello, pero no conseguía verlo con claridad. Me acerqué poco a poco mientras dejaba atrás al resto del grupo. 

- ¿Hola? . - Dije nerviosa. 

Y de repente, desapareció.