🌸𝐷𝑜𝑛'𝑡 𝑏𝑜𝑡ℎ𝑒𝑟 𝑙𝑜𝑜𝑘𝑖𝑛𝑔 𝑑𝑜𝑤𝑛

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Ha pasado mucho más tiempo del que pensé... chale.
 
 

 

 

 

 

C u a r t a   P a r t e

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos..."

Julio Cortázar.
 



 

 

 

 
No había logrado conciliar el sueño la noche anterior pensando en todas las formas posibles en las que podría dejarle en claro a Rose que no le interesaba que formase parte de su vida ni que tuviese a bien buscarlo.
 
En su lugar sólo tenía unas ojeras de tamaño monumental y el humor de los mil infiernos a cuestas.
 
Algo mucho más acorde al verdadero Shadow, había que agregar.
 
Sentirse miserable era una sensación mucho más sencilla de asimilar y con la cual lidiar.
 
—En qué carajos te metiste, Shadow—Se lamentó entre murmullos mientras caminaba de aquí para allá recogiendo todo lo que estaba fuera de lugar.
 
No tenía ni la menor idea de que podría decirle a Rose; irónicamente era la primera vez en muchos años que se sentía así de nervioso y ansioso ante una situación de esa índole.
 
No recordaba del todo cuando fue la última vez que había salido con "alguien" bajo cualquier contexto, pero estaba seguro que quería que fuera la última.
 
¿Dónde rayos tenía la cabeza cuando se lo mencionó? Dios, sencillamente estaba perdiendo el juicio.
 
Suspiró más para sus adentros y luego de recoger todo tomó un baño caliente y se dispuso a ponerse algo cómodo y abrigador. La experiencia en el hospital le hizo apreciar el hecho de mantenerse "medianamente" sano y prefería evitar a toda costa enfermarse nuevamente.
 
Prefería usar un suéter feo antes de tener que volver a sentir ese tubo en su garganta.
 
Miró el reloj en la mesita de noche y rodó los ojos en señal de fastidio; cada vez faltaba menos y aún seguía sin encontrar las palabras adecuadas.
 
Era frustrante; él era el tipo de sujeto que siempre tenía una respuesta elegantemente elocuente y sarcástica que decir.
 
¿Pero qué hacerle?
 
Estaba molesto ante la idea de que alguien como Amy Rose pudiese afectarle, pero no entendía cómo podría liberarse de tal tormento.
 
—Eres patético—Se dijo para sí y abrió el refrigerador para hacer un repaso mental de todo lo que necesitaba.
 
Leche, huevos, jamón...
 
Lo típico de siempre.
 
El ruido de alguien llamando a su puerta resonó por todo el departamento; miró sin ganas el objeto y caminó hasta él para abrir de mala gana. Frente a él la imagen de uno de sus vecinos aledaños lo miraba con una cara de pocos amigos.
 
—Joven Robotnik—Habló el hombre de mediana edad y se aclaro la garganta para sonar mucho más imponente—Que bueno que le encuentro, ya que hay algo de lo que deseo hablar con usted—.
 
No estaba de humor para lidiar con las quejas de los habitantes del edificio, mucho menos las de ese sujeto que ya era conocido por ser alguien de carácter difícil y por quejarse de cosas absurdas.
 
Pero ahora que le tenía frente a frente le sería mucho más difícil deshacerse de él sin una buena excusa, por lo que optó por guardarse las ganas de mandarlo al carajo y escuchar atentamente sus peticiones.
 
O lo que sea que quería decirle.
 
—Adelante, le escucho—.
 
Impaciente como era su costumbre, por dentro no podía evitar maldecir a ese sujeto; ¿por qué tardaba tanto?
 
—Verá usted...—se tomó unos interminables segundos, como si buscase una manera de exasperarle todavía más—Me temo que desde hace unas noches he escuchado ruidos de la parte de arriba de mi departamento—.
 
No obtuvo algún tipo de respuesta por parte de Shadow y el sujeto se rascó su calva, un tanto nervioso.
 
Shadow por su parte solo sintió cómo su paciencia y sus ansias por acabar con esa conversación se acababan con mayor rapidez.
 
Pero, siendo el hombre educado que era asintió con formalidad y con todo el autocontrol que se creyó capaz de reunir respondió.
 
—Lamento mucho que haya pasado por una molestia de esa índole, hablaré con la señora Robinson y le pediré personalmente que se encargue del asunto—hizo ademán de querer cerrar la puerta dando por terminado el asunto cuando el sujeto continuó.
 
—Usted no entiende, joven—ese sujeto sudaba en cantidades preocupantes—Los ruidos... los ruidos que le menciono, no son algo normal—Continuó el sujeto y podía notarse que estaba angustiado—He escuchado a una chica gritar...—.
 
¿Una chica gritar?
 
Miró a aquel sujeto unos momentos intentando averiguar a qué carajos se refería con aquello que acababa de decir; él vivía en departamento de al lado y no había escuchado ningún "llanto" o "grito" o cualquier cosa que pudiese interpretar que una chica sufría.
 
Quizá eran desvaríos del sujeto quienes le hacían imaginar cosas y escuchar lo que creía verdades absolutas, pero aún así la espina de la duda estaba clavada en su interior.
 
¿Qué podría ser aquello?
 
Dudaba de que la veracidad de las palabras de ese tipo fuera lo suficientemente válida para creer si quiera que pudiera tener razón, pero algo tenía de sentido después de recordar los ruidos que él mismo había escuchado con anterioridad días antes.
 
Aunque dichos ruidos venían del departamento de Rose y ello significaba que si él escuchaba ruidos y el otro sujeto también, debían provenir del mismo lugar, en diferentes ángulos.
 
—Yo-yo no sé qué está pasando joven Robotnik...—el sujeto se limpió el sudor de la frente con el dorso de su mano—Pero sé que lo que sea que esté sucediendo no es normal... es como si alguien estuviera siendo torturado—.
 
Dicho esto último se despidió del moreno y nuevamente en su departamento la espina de la duda creció en su interior como una enredadera.
 
No tenía sentido...
 
¿O sí?
 
Mierda...
 
Se estaba volviendo un paranoico; a él qué carajo le importaba, pensó para sus adentros intentando deshacerse de esos pensamientos de preocupación y trató inútilmente de dejar de pensar en ello.
 
Era demasiado para su salud mental.
 
No podía lidiar con sus propios problemas; mucho menos podría con los de alguien más. Además claro de que nada le aseguraba que eso fuese verdad.
 
Suspiró con pesadez y tomó su billetera guardándola en el bolsillo interior de su chaqueta; lo mejor sería que saliera y se olvidara de todas esas teorías extrañas.
 
Si se daba prisa con suerte podría evitar a Rose y se evitaría lidiar con ella también. Con mucha más suerte ella se ofendería y dejaría de molestarle. Abrió la puerta de su apartamento dispuesto a salir casi a hurtadillas cuando desde lejos ese aroma inconfundible a flores llegó hasta su nariz.
 
—Buen día—Saludo la jovencita desde lejos y se acercó hasta él con una mirada serena y apacible.
 
Ese día lucía extrañamente mucho más tranquila; había dejado atrás ese enorme suéter a juego con el uniforme escolar y en su lugar ahora lo remplazaba un conjunto deportivo de color carmín que, aunque también le quedaba bastante grande, era un cambio significativo para su figura.
 
Podía notar entonces que no era tan regordeta como pudo haber pensado...
 
—¿Dormiste bien?—.
 
Ella parecía tan fresca como una lechuga...
 
Le fastidiaba.
 
—Carajo...—Maldijo por lo bajo y ella sólo le miró.
 
Ya se estaba haciendo una costumbre entre ambos aquellos silencios que solo eran interrumpidos por las ansias de la chica de socializar.
 
No la culpaba, el aislado social por gusto era él...
 
En silencio, ignorando que la joven le seguía emprendió su caminata por las calles evitando a quienes se tomaban el atrevimiento de cruzarse en su camino, ella por su parte le daba los buenos días a quien sea que le devolviese la mirada.
 
Incluso sino recibía una respuesta a cambio, parecía resuelta en darle los buenos días a todos como si eso fuese un sinónimo inequívoco de suerte y prosperidad.
 
Amelia Rose era extraña sin duda.
 
Pero seguía caminando; tenía pagos que hacer y cosas que comprar. Siendo su primera parada era el banco.
 
Debía depositar cheques y pagos a distintos servicios; agua, luz, electricidad e internet. Muchas cosas que rara vez utilizaba.
 
Ella le miraba curiosa, pero extrañamente no pronunció una palabra al respecto. Parecía concentrada en fijarse minuciosamente en los detalles y como realizaba cada acción. Cosa que, aunque no iba a decirlo abiertamente, llamó poderosamente su atención.
 
Una hora después, fastidiado de lidiar con la estupidez de los trabajadores salieron de aquel recinto y deseó encender un cigarrillo en ese preciso momento.
 
—Creí que sería más difícil—Murmuró y de su bolsillo tomó un pedazo de chocolate que le tendió—Siempre pensé que esas cosas eran tan complicadas que no podría hacerlas yo misma—admitió y le sonrió después.
 
Lógicamente no aceptó el chocolate; pero las palabras que había utilizado lograron despertar en él la curiosidad.
 
Ninguna adolescente que el conociera pensaría en encargarse de esas cosas.
 
—Debes ser muy responsable—El sarcasmo era evidente, aunque ella al parecer no lo notaba.
 
No se veía afectada por sus obvias intenciones de alejarla. Por el contrario, siempre parecía aferrarse más a la idea de seguir ahí.
 
—Algún día seré adulta y me gustaría hacer las cosas por mi misma—admitió y continuaron su recorrido.
 
Tenía sentido lo que decía; no podía negar el hecho de que la chica era centrada y al parecer lo suficientemente lúcida y precavida para pensar en un futuro no necesariamente inmediato.
 
Miró de reojo como caminaba meneado las caderas, sintiendo ese aroma a rosas llegarle directo a la nariz.
 
—Hueles horrible—Fue lo que salió de sus labios sin pensar y ella pareció levemente contrariada.
 
—Perdón...—
 
Extrañamente eso le sentó mal...
 
Aunque no por ello iba a disculparse.
 

 

𝚈𝚘𝚞  𝚠𝚒𝚕𝚕  𝚋𝚎  𝚖𝚢  𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora