Empujando la puerta de metal salió del bar y el aire gélido de la madrugada le chocó en la cara, había estado oliendo por tanto rato el humo del cigarro que ya pensaba que todo el aire olía de aquella manera. Sus piernas le pesaban, su cuerpo se iba de un lado a otro mientras intentaba caminar recto en dirección a su coche, que recordaba había dejado en un lugar accesible y cerca de la puerta del bar. Se le dificultó hacer que la llave entrara en la puerta del coche, pero al cabo de unos minutos lo consiguió y se adentró a su vehículo.Permitiéndose echar la cabeza hacía atrás, descansó un poco, pues el sueño ya se estaba haciendo presente, y cómo no, si el reloj indicaba eran las 5:20 am y las anteriores desveladas no ayudaban. Entre sus dedos sostenía un cigarro, del cual ya ni recordaba el nombre de su marca, ni cómo lo había obtenido, lo llevó a sus labios y extendiendo su pecho inhaló su humo, quien gustoso se adentró a sus pulmones para salir después despacio por su boca. Entre calada y calada el cigarro se acabó y se apagó, como todo.
Sabía que estaba mal y sabía que en ese momento no debía manejar, pero desgraciadamente debía volver a su hogar, o a lo que llamaba hogar por costumbre, aunque no se sintiera como uno luego de su partida. Puso andar el auto y el sonido del motor y la radio encendida en una estación al azar inundaron sus oídos, los cuales aún estaban aturdidos, aunque igual sumergido en sus pensamientos poco le importaba los sonidos ambientales.
A veces se compadecía él mismo, porque sabía que era triste el hecho de que aún conociendo cada atajo de la ciudad, prefiriera tomar el camino más largo y dar vueltas innecesarias para alargar su camino a casa. Porque ¿Para qué volver? nada ni nadie lo recibirían, sólo sería tristeza y soledad. Apretó sus manos contra el volante.
Suspiró con cansancio y repentinamente el aroma a cerezo le inundó las fosas nasales. Era su aroma.
Su ceño se frunció en total confusión. Aprovechando un semáforo rojo miró a su derecha, imaginando fugazmente que quizás Jimin estaba sentado ahí, en el asiento del copiloto, como antes tantas veces había estado. Pero no. Simplemente había sido su aroma impregnado en el asiento de seguridad. Olía a él pero se encontraba solo. Volvió su vista al frente y no la volvió a apartar.
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Fiksi Penggemar" ¿Puedo llamarte por su nombre? " Historia inspirada en Cornerstone de Arctic monkeys.