𝐗𝐈

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Durante los siguientes dos días Lourdes no fue a la escuela, alegando que sus heridas eran muy graves y no sanarían correctamente si volvían a golpearla, aunque la verdadera razón por la cual se quedaba en casa era para poder pasar su tiempo con la chica de la ventana. El contacto entre ellas era mínimo. Algunas veces, Martina entrelazaba sus meñiques. Otras solo sus hombros se tocaban. Algunas veces Lourdes jugaba con su cabello, y otros Martina lo hacía con el de ella. Pero sus encuentros casi siempre se limitaban a Lourdes haciendo tareas atrasadas mientras Martina hacía crucigramas sobre su cama o daba vueltas en su patineta alrededor de su estrecha habitación. Casi fueron descubiertas un par de veces, pero no resulto ser nada serio. A veces Martina ayudaba a Lourdes con alguna tarea que no entendía, pues era bastante lista. Otras, Lourdes ayudaba a Martina a reorganizar su habitación. A veces, Marti le pedía a Lourdes posar para dibujarla y ella accedía con mucho gusto. Los resultados eran increíbles. Luli pensaba que Martina era la mejor artista del mundo.

Los peores momentos eran cuando debían separarse para que Martina asistiera a una de sus citas, y el mejor era cuando regresaba y simplemente se asomaban a la ventana. En esos momentos Luli veía a Marti apoyando su mano derecha sobre el vidrio y mirándola hasta que alguna de las dos se atrevía a tomar un rotulador y escribir como el primer día en el que se conocieron.

El sábado estuvieron todo el día en la habitación de Martina riendo y hablando sobre cosas sin importancia.

El domingo sucedió casi lo mismo, pero a la hora del almuerzo de Marti le preguntó a Luli si quería almorzar con ella y ésta no se negó. Le preguntó a Lourdes cual era su comida favorita, y ella no tardó en decir pizza. Fue entonces cuando la chica de la ventana le dijo a su madre que quería almorzar pizza, y a ésta no pareció importarle.

Media hora después llegó el repartidor y Martina entró a su habitación con la caja de pizza entre manos.

Lourdes le había dicho a su madre que estaría estudiando en la biblioteca y que comería algo en su camino. Su mamá solo le deseó un feliz día. ¿Qué madre puede esperar que su hija en realidad este comiendo pizza con la vecina?... Luli le demostró a Marti que podía comer más de lo que parecía poder, y le mostró sus mejores eructos, aunque los de Marti eran inigualables. Cuándo terminaron de almorzar, Luli recibió una llamada de Brisa.

— ¿Hola?

— ¡Luli! ¿Estás bien?

— Mejor que nunca —Contestó sonriendo mientras miraba a la chica de ojos cafés, la cual estaba jugando un aburrido juego de preguntas con su celular.

— Lu, Angie quiere saber si te gustaría salir con nosotras dentro de una hora. Iremos al cine. Bajo La Misma Estrella, por si te interesa.

Lourdes se mordió el labio inferior. Bajo La Misma Estrella era la película que tenía meses esperando por ver... Y el libro era su favorito. Debía haberlo leído unas diez veces, y cada vez que lo releía lloraba y reía mucho más que la vez anterior.

Quería ir. En serio quería ir...

Pero entonces vio a la chica de ojos cafés, la cual estaba concentrada en sus juegos respondiendo preguntas sin dudar ni un solo segundo en cual era la correcta. Fijándose bien Lourdes vio en la mejilla de la chica de la ventana un rastro de salsa que la pizza había dejado. Con su pulgar lo limpió dulcemente, y cuando la chica la miró Luli se llevó el dedo a la boca, sonriendo, sintiendo que su corazón salía de su pecho cuando Marti también lo hizo.

— Me encantaría ir, Bri, pero tal vez otro día. Ahora mismo estoy justo donde quiero estar.

Los ojos de Martina se iluminaron, y Luli sintió a todo su ser derretirse con esta acción.

La Chica De La Ventana • Martuli (Terminada) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora