𝐗𝐕𝐈

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Chivin no había logrado calmar naturalmente el ataque de pánico que Marti había sufrido. La chica había gritado, llorado y sollozado. Había insultado sin parar. Había roto cosas. Había enterrado sus uñas en su piel y había golpeado el suelo hasta que sus nudillos sangraron.

Se había sentido tan herida. Tan estúpida. Incluso Lourdes lo sabía. Sabía que ella era una estúpida y se había alejado como todos siempre terminaban haciéndolo.

Aunque sus padres lo intentaron no lograron detener su ataque. Finalmente debieron llamar a los paramédicos, que se encargaron de administrarle un sedante. Era la primera vez que tenían que hacerlo.

Se despertó bastante tarde a la mañana siguiente a causa del sedante. En cuánto abrió los ojos se encontró con Pedro y Daniela, que estaban sentados sobre el suelo mirando absortos el portátil que estaba frente a ellos.

— Buenos días, Marti —Dijo Pedro al mirarla. Le sonrío, y luego Daniela alzó la mirada y también lo hizo.

— Queríamos despertarte, pero teníamos miedo de que estuvieses de mal humor y...

— ¿No deberían estar en la escuela? —Preguntó con su ronca voz matutina. 

— Mamá nos dijo que podíamos quedarnos contigo si queríamos. No dormimos bien anoche... Aun con el sedante gritaste varias veces.

Martina solamente pudo asentir y mirar a su hermano, pidiéndole disculpas por algo que no podía manejar. Intento sentarse en la cama, pero de inmediato un gran dolor de cabeza la invadió y cayó de nuevo sobre su espalda.

— ¿Por qué me duele la cabeza? —Preguntó Martina.

— Posiblemente fue el sedante. Te dieron una dosis bastante alta.

Martina solamente asintió, sintiendo que su cabeza dolía aun haciendo esta simple acción.

— Mamá dijo que podías tomar unos analgésicos en cuánto desayunaras... 

— ¿Dónde está ella?

— Fue a hablar con tus médicos. Quieres saber cómo pudo haber afectado el sedante a tu sistema —Informó—. Estamos a cargo ahora, Martina —Se burló, intentando mantenerse seria.

— ¿Ustedes? —Por supuesto Martina no podía comprender que se trataba solo de una broma.

— Si... Por cierto, lamento lo de tu celular. Daniela no quería incendiarlo. 

 De inmediato Martina se sintió alarmada y se levanto. Se apoyo contra la pared en cuanto el dolor de cabeza se hizo presente, y un leve mareo llego a su cuerpo. Las manos de Pedro la llevaron de nuevo a la cama antes de que pudiera caer.

— ¡¿Por qué tocaron mi celular?! —Exclamó enojada, aun demasiado adolorida y mareada como para gritar.

— Marti, tranquila —Susurró Pedro, acariciando su brazo. Martina de inmediato se sintió incomoda con el contacto y se alejo lo más que pudo—. Era solo una broma. Tu celular esta bien. Todo está bien.

—... Eres un idiota —Dijo finalmente.

— El peor de todos —Sonrío. Finalmente dirigió su mirada al reloj y luego le dijo a Dani con suavidad:— ¿Podrías acompañarla al baño mientras yo voy a preparar su desayuno? Procura que no se caiga —La menor solo asintió.

En cuanto Pedro se fue Daniela se acerco a Marti y rodeo sus caderas con uno de sus brazos.

— Vas a levantarte lentamente, Marti. ¿Está bien? —Martina asintió ligeramente—. Si te mareas solo dilo —La chica de ojos cafés volvió a asentir—. Muy bien, hagamos esto.

La Chica De La Ventana • Martuli (Terminada) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora