𝐕𝐈𝐈𝐈

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Estuvieron hablando por lo que parecieron ser horas sobre sus colores, lugares, artistas y deportes favoritos. 

La chica de la ventana amaba el golf, andar en skate (Aunque no lo hacía muy seguido debido a su sobreprotectora madre), coleccionar monedas, la nutella, Taylor Swift y el color azul. Ella le contó, a cambio, sus obsesiones con Justin Bieber, Ed Sheeran, One Direction, Demi Lovato, las bananas, la pizza, los lazos y la poca habilidad que tenía para el deporte.

Ese día rieron como solo ríen amigas que se conocen desde hace diez años. De vez en cuando, Luli dejaba salir de su boca comentarios sarcásticos, y de inmediato se daba el tiempo de explicar todo, pues sabía que Marti no podía entenderlos.

Fue entonces cuando la madre de Luli tocó la puerta.

— ¿Puedo pasar? 

— Mamá... tú —La chica de la ventana estaba asustada—... Estoy vistiéndome, mamá. ¿Podrías quedarte afuera?

— Claro. Solo vine a decirte que la cena está lista.

La chica de la ventana comenzó a asustarse. Tenía que inventar una excusa.

— Mamá, no tengo hambre y me estoy sintiendo un poco mal. Creo que prefiero dormir.

— ¿Segura?

— Si, y prometo cocinar algo si me da hambre.

— Está bien —Aceptó.

Y en cuanto dijo esto, se fue. Luli respiró hondo. Gabriela no era una madre de las que suelen enojarse por todo, pero encontrar a tu hija hablando con una desconocida a través de la ventana no debe ser algo muy lindo... Además no quería que viera sus golpes.

Cuando Luli se volteó a mirar a la chica de la ventana, ésta estaba chasqueando los dedos y mirando el suelo de la habitación. 

— ¿Qué sucede? 

— Necesitas comer.

Luli: Comería si pudiera moverme...

— Puedes moverte. Acabas de mover tu cabeza.

— Me refiero a que iría si pudiera caminar sin gritar

— Oh —Su boca se abrió, sorprendida, como si hubiese olvidado el hecho de que Luli estaba lastimada— ¿Te duele mucho?

— Lo normal. Tal vez no vaya mañana a la escuela.

— Eso sería genial —Dijo con una sonrisa.

— ¿Perdón?

— Me refiero a que así podríamos hablar durante toda la mañana... No hablo con muchas personas, chica de la ventana, y cuándo lo hago no es divertido.

— ¿Estás diciendo que es divertido hablar conmigo? —Preguntó elevando una de sus cejas.

La chica de la ventana solo se encogió de hombros, sonrió y la miró a los ojos por unos pequeños segundos. Durante sus conversaciones lo había hecho de vez en cuando, a veces por error y otras con miedo, como si quisiera detallar más sus ojos, como si estos fuesen casi tan hermosos como los de ella.

— Sí, supongo que sí.

Luli sonrió. Jamás se había sentido así. Jamás había sentido tantas mariposas revoloteando en su interior. Jamás había sentido tantos deseos de estar junto a alguien. Jamás se había sentido tan feliz. Aquella chica lograba convertir su mundo en algo más positivo, más hermoso. Ella era tan inocente, tan dulce y tan divertida detrás de aquella coraza de chica ruda vestida de negro con un rostro aparentemente infeliz. Era, simplemente... perfecta.

La Chica De La Ventana • Martuli (Terminada) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora