Capítulo: O1

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Nota de la traductora: Realmente estoy feliz de traer este FanFic ObiKaka al español. Es unos de los que realmente llegué a disfrutar bastante por lo adorable que en cierta parte, es la relación de Kakashi y Obito aquí. ʕっ˘ڡ˘ςʔ Ojalá adoren este FanFic cómo yo. Porqué realmente, vale la pena leerlo.

© Traducido por supuesto, con permiso del autor original.

Link del trabajo original:
https://archiveofourown.org/works/30345912/chapters/74806851

Link del perfil del autor: https://archiveofourown.org/users/khalas/pseuds/khalas

Había muchas cosas que molestaban a Obito

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Había muchas cosas que molestaban a Obito.

La gente que masticaba con la boca abierta.

Cuando el paquete de tijeras necesitaba unas malditas tijeras.

La gente que debía amarlo, pero nunca lo hizo.

Todas esas cosas le chupaban la vida como los cabroncetes que zumban en una acampada.

Siempre había sido un niño luchador, que se peleaba con cualquiera que le mirara mal o le dijera algo a su madre. Tenía que serlo para sobrevivir aquí.

¿Algo que le molestara especialmente? Cuando su madre no le dejaba romper la cara de su jodido padrastro contra la mesa del comedor.

Momentos como estos fueron los que lo convirtieron en el hombre que llegó a ser. Momentos como estos fueron los que le mostraron que el mundo nunca sería amable, no como los pequeños libros que Kakashi le leía en el patio, detrás de las barras de los monos.

Momentos como estos le demostraban que nunca había sido más que una mota sin valor en este planeta.

La casa nunca estaba en silencio: siempre había alguien gritando, siempre se rompían las botellas. Desde el principio, mamá le había dicho que se portara bien, que se quedara en su habitación o en el sofá, pero que nunca interfiriera.

Se lo había hecho prometer. Obito era un niño malo, que se metía en problemas todos los días, pero nunca rompía sus promesas.

Sus dedos se enroscaron en el borde de la mesa del comedor, los nudillos se volvieron blancos. Su madre estaba siendo empujada contra la pared, y Obito sabía por qué. Había visto las latas de cerveza alineadas junto al sofá; había visto las facturas vencidas en el suelo.

(—No dejes ese sillón —le había dicho ella—, Por favor, Obito, no te muevas).

Se estremeció cuando ella empezó a llorar, sus uñas sangrando por la fuerza de su agarre. Minutos después, los sollozos rotundos mientras su marido se reía, recubierto de su hedor de borracho.

Patético.

Era como si ya no pudiera controlar sus piernas. La silla chirrió sobre las baldosas.

Pork SodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora