MAYA & MIAH.
Cuatro de la tarde; ni un minuto más y ni uno menos. Él estaba ahí, despreocupado viendo hacia la nada. Sus ojos se abrieron de par en par y sonrió al verme. ¿Y por qué se estaba comportando tan coqueto? Me acerqué con un poco de miedo, nervios y todos los sentimientos posibles.
— ¿Dónde está mi libro? —pregunté, una pregunta torpe ya que trataba de hacerme la difícil.
—Está en… —bufe molesta, él alzó su ceja, totalmente extrañado.
— ¿En dónde está Wayde? ¿En Alaska? —pregunté alzando mi voz comenzando a molestarme.
—Oye…
—Yo vine por mi libro, por favor sólo entrégamelo —insistí.
—Acompáñame.
—No —dije nerviosa. No quería caer tan fácil. No frente a él— Ve por él.
—Miah acompáñame, no te voy a morder. Además es un atajo que nadie conoce en el parque… o eso creo —menciono dudoso. Extendiendo su mano hacia mí, yo no la tomé, sólo comencé a caminar.
Después de quince minutos de caminar por el largo camino (East Rock Park es realmente largo, como el Central Park de Connecticut) Wayde se metió entre los árboles. Yo me crucé de brazos viéndolo.
— ¿Qué? ¿No confías en mí?
— ¿Te digo la verdad o prefieres una mentira?
Creo que Wayde estaba comenzando a molestarse, puso los ojos en blanco y siguió caminando entre los arbustos. Yo lo seguí, un poco temerosa de caerme ya que era como un bosque sin haber sido explorado antes, tenía miedo de que hubiese serpientes o incluso osos, tú nunca sabes. Caminamos otros diez minutos, muy apenas conversando lo cual me puso incomoda y aún más nerviosa. Él se veía tan lindo con su camiseta roja, ¿qué mierda Miah? ¡No pienses en eso! Después de eso se detuvo, provocándome hacer lo mismo.
—Aquí es
Frente a nosotros había una ¿cabaña? Pequeña. Echa un desastre, irradiaba mala espina. Me sentí nerviosa. ¿Y si Wayde quería matarme?
— ¿No entrarás?
—No es higiénico —dije mirando asqueada el lugar. Un montón de ramas salían de una ventana y ni siquiera tenía puerta. Sólo una ventana tenía el vidrio pero este estaba incompleto, seguí a Wayde (que por cierto me ignoro) entrando a la cabaña abandonada. Al parecer no estaba tan abandonada, tenía muebles polvorientos y rotos. Un sofá que se veía putrefacto sin embargo no desprendía ningún horroroso olor— ¿Aquí mantuviste mi libro?
—No realmente —había una mochila encima de una mesa. Esta habitación no tenía ventanas, solo el umbral de la puerta, esta mesa y lo que parecía un tocador desgastado. Sacó de la mochila mi libro, lo abracé con todas mis fuerzas al tenerlo de vuelta. Él sonrió— Aquí solía venía a leerlo, de hecho lo acabé en menos de tres días. Es un libro fabuloso.
—Shakespeare es fabuloso —susurré quitándole una mancha de la portada— Bien, muchas gracias Wayde pero me tengo que ir.
—No —rozó su mano con mi muñeca, yo extrañada lo miré. Mi corazón estaba palpitando— Quédate. No tengo con quien pasar el tiempo.
No.
No Miah no lo hagas. Él es un idiota, él te rechazó. Negué con la cabeza liberándome de su agarre. ¡Gracias subconsciente por pelear tanto conmigo!
—Vale —dijo con tristeza— Sólo que pensé que tal vez podíamos congeniar.
Esa frase hizo que mi corazón se acelerara.
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El club del suicidio
Novela Juvenil"Quiero darles la bienvenida al club del suicidio...." Esta historia es completamente mía, se prohíbe su adaptación e imitación.©