SCARLETT.
Es muy noche, realmente lo es. Se supone que debería estar durmiendo pero hay tantos pensamientos en mi mente, pensamientos que una adolescente de diecisiete años no debería estar experimentando. Una vez mi mamá habló conmigo sobre quererme y aceptarme a mí misma, cada día es una batalla para mí, tratando de aceptarme, aceptar los estereotipos de la sociedad. Paso la navaja una vez más por mis muslos dejando salir gotas de sangre, cierro los ojos para resistir el dolor, no es físico, es psicológico.
—No son suficientes —Pequeñas gotas de sangre aparecen, parezco asustada pero no lo estoy. Paso la navaja por ese mismo lugar, arde—.
Siempre que hago esto, siempre que me corto, recuerdos de niña vienen a mi mente. Yo solía ser feliz, papá, mamá y Annastasia mi hermana menor. Mi mundo se está destruyendo pero yo sólo estoy esbozando una sonrisa. Algunas veces pienso en el suicidio, sin embargo, soy muy cobarde.
Vuelvo a la cama con lágrimas en los ojos, el sentimiento de culpa llega hacía mí.
Mi alarma de las seis de la mañana comienza a sonar. Hago lo posible para levantarme y asegurarme de que mis cortes no sean notorios, me doy una ducha, me seco el cabello y me coloco unos jeans ajustados y una blusa cualquiera. Me aplico poco maquillaje y bajo para desayunar.—Pensé que nunca despertarías bella durmiente —mi madre besa mi mejilla. Kiera McAdams, una mujer fuerte y preciosa que trata de sacar adelante a sus dos hijas— Llevo a Annastasia a su escuela ¿quieres que te lleve también? —Yo asiento mordiendo la manzana— Bien. ¡Desayuna algo más cariño! Una manzana no me llena el estómago por las mañanas.
—A ti —señalo— pero a mí sí —ella sonríe, por las mañanas siempre suele ser así, sonriente. Después de las seis de la tarde es una madre gruñona, el estrés del trabajo supongo.
—¡¡Annastasia tienes diez minutos!! —advierte mi madre.
A veces envidio a mi hermana menor por el simple hecho de ser más guapa que yo. No es delgada ni gorda, llena muy bien su ropa, sus ojos azul cristalizados la hacen aún más hermosa, pecas en su nariz y unos frenillos en sus dientes, piel blanca de porcelana y labios rosados. Ella es más pálida que yo, es bonita y está usando su uniforme de la secundaria.
—No puedo esperar al día de mi graduación para deshacerme de esto —señala sus calcetas largas oscuras que hacen juego con sus zapatos estilo de hombre— Odio el reglamento de la secundaria.
Más tarde, alrededor de las siete estamos llegando a mi escuela después de haber dejado a Annastasia en la suya. Mi mamá se despide de mí y yo salgo de la camioneta, acaparando la atención de todos. Mierda.
ALAN
Este auto es una completa mierda pero al menos me hace llegar con estilo. Un Toyota celica 2000. Mi atención es robada por un primor de ojos azules que camina en sus jeans ajustados enfrente de mí, en seguida acelero el paso para dirigirme hacia ella. Mis pasos son interrumpidos por la pequeña y delgada Rossie Fitch.
— ¡Baltimore! —me abraza. Agradezco tanto que la chica hermosa se haya detenido para checar su mochila y agradezco que esa rubia haya llegado para distraerla— ¿Qué tal te fue en el examen sorpresa de Química? —Ella comparte clase conmigo en Química. Comúnmente hace chistes sobre nuestra química, cosa que me parece estúpida—
—Failed —El señor Gregory me puso una F. No puedo decir nada al respecto porque me la merezco— ¿Y tú? —Me rasco la nuca al ver que la chica hermosa se está yendo— ¿Sabes qué? Hablamos por mensaje de texto, olvide que tenía que… comprar… chocolate —son las primeras cosas que se me ocurren. Paso a un lado de Rossie, ella sólo agita su mano sonriéndome. Loca.
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El club del suicidio
Novela Juvenil"Quiero darles la bienvenida al club del suicidio...." Esta historia es completamente mía, se prohíbe su adaptación e imitación.©