Capítulo III

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Ya ha pasado una semana después de todo y sigo sin saber nada de Luther y lo único que me pasa por la mente es "espero este bien" rezo todas las noches por él para que nada malo le pase.

Ya es Domingo así que estoy acá trabajando con mi papá en el mercado o mejor dicho estoy ayudándolo un poco. No sabes lo aburrida que estaba, camino por todos los locales ya que todo el mundo me conoce y lo que hacen es saludarme y yo devuelve el saludo con una linda sonrisa de medio lado. De un momento a otro sin darme cuenta me tropiezo con alguien y cuando se voltea yo... me quedo paralizada, no hallo que hacer, solo pienso en "¿corro?", "¿lloro?", "¿lo abrazo?" Trae un pantalón rascado, una camisa negra con la palabra "respect" y unas converse, su cabello un poco despelucado, pero como se lo dejo crecer se le ven unos rulos preciosos. Hasta que por fin escucho su voz...

- Alexa... yo... - tiene los ojos como platos y además más claros de lo normal y yo sigo sin saber que decir - lo...

Lo interrumpo con un abrazo y las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. No podía creerlo, se agacho y me comienza a limpiar las lágrimas, hasta que por fin logro hablar.

- Luther... bendición... - Siempre le he pedido la bendición a mi hermano lo veo como un segundo padre. Tomo aire. - ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste sola? ¿Por qué no me avisaste? ¿Tú crees que no te extraño? O es que... - volví hacer otra pausa. - ¿No me quieres? - Comencé a llorar de nuevo.

- Dios te bendiga mi princesa... no llores más por favor. Vamos a comer algo para conversar. Ve a pedirle a papá permiso para que te deje ir.

¿Qué? ¿Es en serio? He salido corriendo más rápido que Speedy Gonzales. Me moría de ganas por irme con Luther. Ya había pasado una semana después de tantas cosas.

- Papá, papá, papá, papá... - me interrumpió.

- ¿Qué te sucede mi nena? - Y hace una sonrisa corta, pero cuando me doy cuenta se le comienza a borrar.

- Papito, mi hermano esta aquí y me dijo que te pidiera permiso para ir con él a comer ¿me lo das por fis? ¿sííííííí? - y pongo la cara más tierna que te puedas imaginar, siempre me funciona.

Él no le quita la mirada a Luther, hasta que Luther logra hablar.

- Bendición... papá. - Luther no logra durar mucho tiempo sosteniéndole la mirada a papá.

- Dios te bendiga Luther... - Vuelve la mirada hacía mí y me logra decir. - Sí, ve.

Se me han iluminado los ojos y veo a mi hermano con una sonrisa de oreja a oreja en la cual él me devuelve una de medio lado.

- Gracias papito.

Comenzamos a caminar por el mercado hasta llegar a un cafetín, nos sentamos y sin darnos cuenta llega una linda camarera.

- ¿Qué desean? - la chica no le quita la mirada a mi hermano, pero como de costumbre mí hermano no le para.

- Un café con leche por favor ¿y tú qué quieres Alexa?

- Un dulce... - como me cuesta escoger, pero hoy es una ocasión especial, así que pediré el que nos gusta a ambos. - Una bomba, por favor. - Es un dulce que literalmente parece una bomba, pero el relleno es una crema muy deliciosa.

La chica asiente y se va sin quitarle la mirada de encima a mi hermano y yo casi que le grito "es gay, y es solo mío"... Salgo de mis pensamientos al escuchar la voz de Luther.

- Alexa... discúlpame por irme así sin avisarte, pero... tenía que hacerlo.

- Te extraño, no te imaginas cuanto. No es lo mismo sin ti. - No logro hablar más.

- Si podrás vivir sin mí, mi princesa.

Nos quedamos en silencio cuando la camarera aparece con el café con leche y aquel delicioso dulce.

- Gracias. - Decimos al mismo tiempo.

- A la orden. - Dice la hermosa pelirroja.

La chica se aleja y mi hermano vuelve la mirada a mí.

- ¿En que estaba? - Yo bajo la mirada, como haciendo el intento de recordar cuando se en que iba el tema - Ah, bueno sí. Estarás mejor sin mí, preciosa, te amo y te extraño muchísimo, pero es hora de que viva solo.

- ¿Te incómodo? ¿Es eso?

- No, mi pequeña. Jamás me incomodaras, solo que ya estoy grande y los grandes viven solos.

- Pero... ¿y ahora con quien dormiré cuando tenga pesadillas? - Ya no podía aguantar las ganas de llorar.

- Piensa en la última noche que dormimos juntos y recuerda ese abrazo, eso te ayudará. 

Recordar no es tan malo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora