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Capitulo 1: Como un zorro en una madriguera (Como un águila en un nido)

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Seguro debió haber tenido una vida antes de eso. Una madre, un padre, un hogar, quizás hermanas o hermanos, pero había pasado tanto tiempo, demasiado tiempo, y ahora todo lo que conocía era ese maldito juego. Sus manos no conocían otra forma más que la empuñadura de una espada, balanceándose eternamente, encontrando su marca a través de la piel y los huesos. Todos intentaron correr, construyeron muros y se acobardaron en los rincones, pero él siempre los encontraba. 

A veces, rogaban. A veces, optaban por saltar desde acantilados en lugar de enfrentarse a su ajuste de cuentas. Y solo a veces, le devolvían la mirada con ojos tan vacíos como los suyos, dándole la bienvenida a la muerte con los brazos abiertos. Esos eran los que más envidiaba.

"Technoblade nunca muere", susurraban alrededor de fogatas y piras funerarias.

Rezó para que eso no fuera cierto.

Las voces lo llevaron a reinos, condados y ciudades; no importaba lo que le ofrecieran a cambio, las voces no exigían monedas, exigían sangre. Luchó por hombres audaces y estúpidos, reyes codiciosos y rebeldes con ojos de estrella. Luchó por ejércitos condenados al fracaso y los arrastró a la luz de la gloria. Había perdido la cuenta de cuántos pelearon a su lado, volviendo polvo los nombres y rostros que alguna vez lo ayudaron pero que ahora se desvanecían en los recovecos de su vaga memoria.

Y luego estaba él. El Ángel de la Muerte.

Era una de las pocas personas con una reputación comparable a la de Technoblade. Había oído hablar del ángel a través de historias susurradas y fragmentos de chismes de taberna. 

- Escuché que tiene alas de obsidiana - Le había dicho un cliente a otro con una taza de cerveza en la mano.

- Escuché que una vez masacró a todo un ejército él solo. Atemoriza incluso al Dios Verde - Le había respondido el otro aventándose un sorbo de cerveza. 

Technoblade había comenzado a imaginar a un hombre despiadado, un carnicero inmortal con la misma sonrisa miserable que la suya. Pero Philza no era un ángel vengador. Solo era Philza.

Se conocieron por coincidencia, en una tierra de hielo y nieve. Era estéril, pero lograron revivirla rápidamente, juntos, primero como aliados y luego como amigos. A pesar de todo, Philza había sonreído en lugar de sonreír, y reído en lugar de reír. En los días más tranquilos, pasaban el tiempo con té y ajedrez, meditando silenciosamente para acallar los gritos en la cabeza de Techno, aunque solo fuera por un rato.

- Ya sabes - Había dicho Techno durante uno de sus combates de sparring; tenían que mantenerse en forma, porque los tiempos de paz nunca duran tanto como la gente espera - Las historias nunca hablan de este lado tuyo -

Recuerda que Philza hizo una pausa, formando una pequeña sonrisa divertida en su rostro. - ¿Oh?, ¿De qué hablan las historias, entonces?- Él había preguntado.

- Te llaman el Ángel de la Muerte - Techno clavó los talones cuando Philza reanudó una avalancha de golpes con su espada desafilada - Dijeron que dejas un camino de destrucción a tu paso, que nada... ¡ja! - Techno paró y dio pasó a su ofensiva - ... que nada es sagrado para ti -

Sus espadas se encontraron, se empujaron el uno contra el otro, tratando de ganar ventaja, y fue solo porque estaban parados tan cerca que Techno notó el cambio en los ojos de Philza; una frialdad momentánea que fue tan brutal como la tormenta de nieve que azotaba afuera. Estaba ahí y desapareció en un instante. La luz regresó y Philza se rió mientras empujaba la espada de Techno.

𝐏asserineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora