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Pasaron unos días, y los jóvenes se mostraban más afectuosos ante todos.

Milk y Bulma no podían estar más felices con ellos, soñaban despiertas sobre los nietos que ellos le podían dar. Mai, a pesar del corazón roto sabía sobrellevar toda la situación.

Era un día de semana en el cual la ciudad poco a poco surgía de los escombros, los edificios se alzaban y las tiendas abrían.

Milk y Pan habían acordado iniciar un huerto, a ambas les hacía falta el contacto con la naturaleza así que el par de pelinegras se hallaban surcando el cielo con materiales de jardinería hacia la montaña Paoz, allí en especial deseaban iniciar de nuevo una vida plena.

-Siempre he querido un huerto - dijo Milk animada - me gusta tener frutas y verduras frescas

-Me alegra que te haya gustado mi idea, abuelita

Durante su estadía Pan había adoptado un leve bronceado en su rostro, su cabello había crecido un poco haciéndole un flequillo desaliñado. Su ropa ahora consistía en camisetas,  overoles, pantalones y faldas. La chica parecía una más del montón.

-¡comencemos!

Limpiaron la zona que rodeaba la pequeña casa destruida, la naturaleza se había adueñado de ella enredandose por sus grietas y los muebles que aún tenía.

Las dos se miraron con tristeza, sin embargo acordaron en dejarlo así, como un extraño adorno al centro.

-Abuelita- Pan la miró a los ojos - lamento que hayas tenido que vivir todo esto, realmente me duele la vida que todos han llevado, incluso me siento culpable por existir

Las lágrimas se deslizaban por sus sonrojadas mejillas, su voz entrecortada y las manos sucias aferradas a su ropa no era sino la apariencia física del dolor en su pecho.

-Es tan injusto

Milk dejó caer un par de lágrimas y giró su rostro a su casa destruida.

-Siendo sincera, me lo he preguntado muchas veces y me he quejado con cuantos dioses existan pero al final - la miró- siempre llego a un punto y es que, aunque quizás fue poco tiempo... fui muy feliz con las personas que me rodearon

-Yo...

-Tuve una vida feliz, Pan, y es algo que deseo para ti- la tomo de las mejillas - mi niña hermosa, eres todo lo que tengo y mi mayor prioridad es que estés bien a pesar de no verte crecer ni saber tus gustos, eres parte de mi y eso me hace feliz

-Gracias abuelita

Y esa palabra <abuelita> derretía su cansado corazón humano.

.-.

-Si tanta falta te hace, ve

-Mai

-Trunks, eres un libro abierto - se burló- si deseas estar con ella, entonces ve

-No, no quiero ser intenso, no deseo atosigarla ¿sino desea verme? - el ojiazul se mostraba afligido- quiero estar con ella pero no quiero incomodarla

-Eso no pasará- aseguró Mai - estoy segura que ella desea que estés ahí

-¿Lo crees?

-Ve de una vez por toda

-Gracias Mai

Y sin esperar más salió volando siguiendo su ki. El atardecer se aproximaba y el clima iba bajando, Trunks se permitió disfrutar del viento y de la hermosa vista que le regalaba la naturaleza, miró hacia abajo y las personas se adaptaban a su nueva vida, unos paseaban por el parque, otros iban de compras, y él, iba volando buscando a su novia.

-Es raro- se dijo - tener a alguien a quien quieras tanto

.-.

-Mañana continuamos Pan, es hora de volver

-De acuerdo, además necesitamos un baño

Ambas se hallaban cubiertas de tierra y hierba sobre el cuerpo.

-Humm Trunks viene hacia acá

-Entonces me adelantaré

-No, yo te llevo

-Descuida cariño, mejor aprovecha el tiempo con él.  Crea recuerdos que más adelante cuentes a tus hijos

-Abuelita- se sonrojó- no digas esas cosas

-Jóvenes - rió.

De una bolsita sacó una cápsula y de esta un auto.

-Nos vemos en CC- y se alejó dejándola sola y sucia.

.-.

Trunks observó un bonito claro en el bosque, descendió y se encontró con un jardín silvestre de  flores color lila.

-¿deseabas combinar?

Detrás de él apareció Pan.

-Hola

-Hola - le guiñó un ojo- guapo

Forjando nuestro camino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora