Capitulo 11

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Ya llevaba casi toda la noche despierto. La ventana de mi habitación estaba abierta, y aunque nevaba, el frio no me importo. Lo único que quería era ver las estrellas, así que me acurruqué cerca de mi cama y las observé, a mis pies se encontraba la camisa que Kacchan me había prestado y junto a ella estaba la taza vacía que hace menos de tres minutos había estado llena de chocolate caliente.

Por alguna extraña razón no lograba conciliar el sueño, cada vez que cerraba los ojos me imaginaba al imbécil de Kacchan, al cual no tenía ganas de recordar en esos momentos. La historia que Eijiro me había contado había hecho que la opinión que tenía de Kacchan cambiara por completo. Todo parecía encajar de alguna manera. Eijiro me contó todo y Kacchan ni si quiera se molestó en decirme algo. Pero tarde o temprano termine descubriendo la historia, que sin duda alguna el gangster trataba de ocultarme. Pero... ¿Por qué trataba de esconder la historia? Eso me tenía intrigado y confundido.

Tenía planeado no dirigirle la palabra... aunque me costase mucho. De alguna manera Kaccjan se había metido en mi vida y dejarlo así, tan repentinamente sería difícil. Lo intentaría ¡claro que sí! Una persona así de malvada... pero Eijiro había dicho que Kacchan estaba tratando de cambiar ¿Qué no era eso algo bueno?

NO, NO ¡Claro que no!
¡Rotundamente no! Kacchan había hecho algo terrible y eso dejaba claro todo.

Finalmente agotado, consternado y con frio me acurruqué más en la cama, no tenía ganas de dormir pero estaba tan cansado que... solo... dormir...

—Despierta cielo — Escuché que dijo mi madre.

—Mmm —Fue lo único que respondí.

—Vamos despierta. Tienes clase —De un garrotazo abrió las cortinas y dejó que en la habitación entrar la abrumadora luz solar. Me negaba a abrir los ojos.

—¡IZUKU MIDORIYA! —Chilló mi madre con firmeza. Cada vez que decía mi nombre completo me causaba escalofríos.

Me puse de pie a regañadientes y justo cuando lo hice mi madre sonrió complacida.

—Sí, sí ya voy.

Me dirigía al cuarto de baño. Me duché lentamente, sin ganas y decidí salir del agua hasta que mis dedos estaban tan arrugados que parecían pasas. Me envolví en la toalla y sin ánimos de vestirme elegí una cazadora de color blanco con una franja horizontal asimétrica de color negro, unos jeans negros, y mi par de converse. Bajé las escaleras y como no tenía hambre me despedí de mis padres y me fui directo al instituto.

Caminaba tan lento que no me sorprendería si no llegaba a tiempo a clases.

—¡Izu-chan! — Escuche espaldas.

Maldición, lo que me faltaba.

—Hola Toga— Arrastré las palabras. Habían pasado tantas cosas en estos últimos días que me había olvidado por completo de "Toga la psicópata”.

¡Hola Izu-chan! —Dijo mientras jadeaba ¿Había corrido para alcanzarme? Hace mucho tiempo que no te veía caminar solo. —¿Ha pasado algo con Katsuki?

¡Genial! Había tratado de olvidarme del gangster y ¡POM! Aparece Toga y arruina todo.

—No en realidad.

—¿Y por qué no ha venido contigo? —Mierda.

—Pues... no sé. No es como si él y yo siempre estuviésemos juntos ¿sabes? —Estaba notoriamente incómodo —Él tiene sus propios asuntos y yo también. Eso es todo.

—Ah... —Me miró misteriosamente
—Bueno, supongo que tienes razón.
Además ¿no crees que Katsuki es un poco alejado de los demás?

La mire con curiosidad.

¡Maldito Gangster! KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora