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El día pasó bastante rápido, al poco rato de aquella charla, Beomgyu volvió con bastante cantidad de comida que sabía que a Kai le gustaba, y por supuesto, un pote de un kilo de helado de choco menta, el favorito de su amigo.

Soobin los dejó solos un buen rato, los escuchó hablar y reír un par de veces, y aprovechando que su lobo no molestaba para ir con el Omega, se quedó en la sala leyendo de nuevo uno de los tantos apuntes para su prueba final, y quiso golpearse cuando su lobo se burló de que se estaba quemando las neuronas mientras estudiaba las neuronas.

Por la noche, Beomgyu se despidió de Kai con un abrazo, le dijo que volvería mañana y que usaría esa noche para descansar, pero que cualquier cosa que necesitara, a todas horas, por más tonto que fuera, lo llamara.

Soobin estaba feliz que estuvieran bien, Kai sonreía y se veía cómodo, Beomgyu aún estaba con esa aura melancólica pero se notaba que hacía un esfuerzo.

El Alfa también se despidió de Soobin con un abrazo cómodo.

— Traje para hacer onigiri— dijo el alfa—. Es la comida favorita de Beomgyu, al pequeño le gustan bastante picantes así que haz con bastante wasabi.

Soobin sonrió encantado, asintió.

— Cuídalo bien, tú sabes cómo hacerlo mejor que nadie— dijo Beomgyu, y Soobin tuvo que convencerse de que aquel comentario no tenía ningún mensaje oculto.

Estaba bastante paranoico desde que había hablado de esos sueños raros con Kai, y ya dudaba de la leyenda que le había contado Beomgyu, y estaba bastante sorprendido de sí mismo que ya no negara totalmente esa loca leyenda.

— También les traje algo de alcohol-


— Kai no está en condiciones de beber— Soobin negó automáticamente.

— ¡Pero Soobin! — Kai hizo un puchero desde el otro extremo de la sala.

— Ya hablaré contigo— el pelinegro lo señaló, frunciendo el ceño hacia él.

Cuando Beomgyu finalmente se fue, ambos quedaron solos y terminaron en la cocina, Kai sentado cómodamente frente a la mesa sin poder levantarse para ir a corroborar la comida, bajo las órdenes de Soobin, mientras preparaba el wasabi, en tanto el mayor se encargaba del arroz.

— Soobin Dejame beber— dijo Kai, por al menos quinta vez.

— No puedes beber durante el embarazo, Kai.

— Igual no voy a vivir para tenerlo.

— No digas eso— el tono de Soobin fue amenazante, lo miró con el ceño fruncido, el Omega puchereó.

Cuando tuvieron listo el arroz y el relleno, y fue el momento de preparar las bolitas con el relleno dentro, Soobin quedó en ridículo porque sus onigiris eran del todo menos bonitos comparados a los de Kai.

— Si me dieran eso en un restaurante lo lanzo contra la pared como si jugara al béisbol, o se lo meto en los calzones al camarero.

— ¡Hyuka! Eres malo — Soobin hizo un mohin y el Omega rió.

— ¿No que tenías habilidades culinarias?

— Las tenía antes de estudiar.

— ¿Y eso fue hace...?

— Como seis años.

— Estas oxidado— dijo el Omega, mientras acomodaba los feos bollos que el Beta había hecho.

Ya cuando tuvieron todos los onigiris hechos, Kai estaba más que feliz de que habían salido tan bonitos, y no puedo evitar tomar una foto, en la cual Soobin posó con un gesto raro de sus manos como si fuera un gángster que al rubio le pareció ridículo y no pudo evitar reír al ver cómo había quedado, se la mandó a Beomgyu y tomó los palillos, tomando el primer onigiri y emapandolo de salsa de soja.


Soobin miró con disgusto el uso de tanta salsa, a lo que el Omega le dijo que no lo molestara.

El Beta tomó uno para sí, y cuando apenas lo estaba llevando al pequeño cuenco con la salsa, miró el Onigiri que Kai le extendía hacia él, sin entender.

Kai comenzó a hacer expresiones raras para que abriera la boca, hasta que con una risa el Beta lo hizo, y de inmediato el Omega prácticamente metió todo el onigiri hasta su garganta y rió de forma malvada mientras Soobin estaba entre tragarlo entero o escupirlo para respirar.


— ¡Te la metí hasta el fondo! — dijo, a lo que el Beta quiso golpearlo— ¡Choi Soobin no se desperdicia la comida! ¡Te lo tragas! — el Omega le gritó cuando el pelinegro de apartó, entre risas.

Con dificultad, y ya rojo terminó de tragar todo el onigiri, y lo insultó en voz alta al sentir el picante del relleno, sólo para más gracia del Omega, quién no había parado de reír en toda la escena.

— Eres muy malo, Huening, muy malo... — murmuró Soobin, tosió por el picante.

— Soobin, ¿Estás llorando?

— Esto pica, mierda, coño, cómo no llorar... Ahhh te odio eres el peor paciente que tuve en mi puta vida, Kai, e peor...

El Omega sólo reía por la situación, y fueron varios minutos hasta que Soobin se recompuso, y lo miró con el ceño fruncido, mientras el rubio comía de a pequeños bocados con una sonrisa enorme en su rostro.

— Ahora te odio— dijo el pelinegro, a lo que el Omega volvió a reír.

— Ni siquiera está tan picante... Eres un debilucho.

— ¿Es porque no te dejé beber

— Qué comes que adivinas.

— Onigiris del infierno, tonto— dijo el Beta, a lo que el risueño Omega volvió a reír—. Sabes, sólo por esto, voy a beber frente a tí para presumirte— añadió, levantándose de la mesa.

— No quiero ebrios en mi casa.

— Bebo como camionero, no voy a estar ni cerca de estar ebrio— respondió el pelinegro, mientras llevaba un vino que había comprado Beomgyu y una copa para él, y se sentaba frente a Kai para beber lentamente con una sonrisa vengativa.





Soobin: la paz nunca fue una opción

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『 Our last days 』↬ sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora