― ¿Esto también? Es de hace 4 años― dijo Adora, mirando hacia atrás a su esposa, que estaba en su escritorio terminando de revisar una carpeta, aunque aún le quedaba un montón más que ver.
La rubia estaba ayudándole a sacar las carpetas antiguas, puesto que una vez al año Catra acostumbraba a revisar documentos viejos para asegurarse de que todo se haya resuelto, lo que le tomaba todo un mes; prefería hacerlo en el segundo mes de primavera, cuando no hacía ni frío ni calor, porque era un trabajo extenso y el buen clima ayudaba bastante.
―Si, ¿lo puedes poner ahí? Por favor― contestó Catra, apuntándole una de las sillas moradas que estaban frente al escritorio, ahora llenas de carpetas.
Ya no estaba pensando con claridad.
Estaba agotada mentalmente con tanto número y gráfica, con cada rabia que había pasado ya por encontrar alguna cosa que se había quedado en el tintero o que no se hubiese solucionado, o peor, cuando encontraba proyectos terminados que no habían sido marcados como terminados -aún- porque seguramente faltaba alguna otra cosa minúscula que no permitía cerrarlo.
Definitivamente no pensaba, estaba en piloto automático.
Divagaba bastante, justo como le estaba sucediendo ese día. Se puso de pie y empezó a fingir que revisaba carpetas en el estante detrás de ella, así podía pensar tranquila y descansar la cabeza un rato. Solo necesitaba cinco minutos, no valía la pena parar la labor, solo quedaba una hora para salir de todas formas.
Y entonces la cabeza de Catra entró en pánico. Llevaba ya tres días guardando el secreto de Glimmer y Bow, tres días de intenso sufrimiento y profunda agonía.
¿Quién habría pensado que precisamente a ella le iba a costar mentir?
A ella, la generala de la Horda. Ella, una experta estratega de guerra cuyos planes por poco habían destruido el planeta más de una vez. Ella, la única habitante de Etheria que honestamente le había dado pelea a She Ra en más de una ocasión.
Meh, sus logros en la Horda no eran nada para andarse vanagloriando de todas formas, impresionantes, sí, no había cómo negarlo, pero de honorable no tenían nada así que no valía la pena tratar de consolar su desgracia con eso.
Le impresionaba pillarse pensando en el pasado. Le sucedía seguido, y con el pasar de los años era una sensación cada vez más diferente; pasó de sentir nostalgia y anhelo por los tiempos en la Horda, a sentir una profunda aberración y vergüenza, para luego adoptar una postura más bien reconciliada con todo aquello. Bastante tenía que ver el juicio que le tocó en Bright Moon cuando Horde Prime cayó y la magia en Etheria volvió a la normalidad.
Era una tarde soleada, en la que todos los soldados hordianos estaban debajo de la Piedra Lunar, esposados, frente a la reina Glimmer de Bright Moon, quién era acompañada del rey -ya oficialmente retirado de la labor real- Micah, Castaspella y Adora, Mermista, Frosta, Perfuma, Netossa y Spinnerella. Al frente de todas las tropas hordianas, se encontraban Hordak, Catra y Scorpia, además de Entrapta.
Alrededor de las tropas hordianas, varios habitantes de los distintos reinos estaban observando y escuchando el juicio.
Había pasado una larga jornada en la que todos y cada uno de los soldados hordianos habían recibido individualmente una lectura de todos sus crímenes, y solamente faltaba que Glimmer hiciera público el veredicto del jurado, integrado por ella, un puñado de ciudadanos del reino y las personas que la acompañaban como sus consejeros.
Estaba de pie frente a Scorpia, con la espalda recta y el desplante serio, aunque se veía claramente la simpatía que sentía por la princesa de la Fright Zone.
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Instinto Magicat
RomanceAlgo cambió en Catra cuando supo que su amiga, Glimmer, estaba embarazada. Beta: @AnikaDragneel