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El silencio de una casa que se prepara para la noche se vio roto mientras Harry se lavaba los dientes sobre un lavamanos lleno de agua. Se oyó un fuerte estrépito a su izquierda, una intensa vibración que le subió por los tobillos hasta las rodillas, seguido de un chillido ahogado.

En el piso de arriba había seis habitaciones. La de la señora Hora , que estaba en el ángulo este, y otras cinco, que daban al sur, se alineaban unas al lado de las otras. Harry estaba en la que quedaba más cerca de la señora Horan y Niall en la más alejada.

El grito procedía del lado de la habitación de Niall.

Escupió el dentífrico y salió al pasillo. La puerta de la señora Horan se abrió un segundo después.

—Cielo santo, ¿qué ha sido eso?—exclamó.

—El techo, probablemente.

Niall también estaba en el pasillo, con una cara muy pálida contra el azul noche de su salto de cama.

—¿Qué le pasa a tu casa?—le preguntó, tenso, a su madre.

Harry empezó a abrir puertas. La habitación junto a la suya parecía estar bien, salvo que se habían caído varios cuadros de la pared. Abrió la puerta de la habitación de en medio. Lo recibió una ráfaga de escombros. Casi todo el techo se había desplomado, cubriendo el suelo y los muebles con polvorientos trozos de yeso y madera. Por encima de su cabeza, se abría el vacío cavernoso de la buhardilla.

—¡Cielo santo! ¿Cómo ha podido pasar esto?—gimió la señora Horan—Es una casa de lo más sólida.

—Creo que nadie debería dormir en este piso hasta que reparen el techo e inspeccionen la integridad de toda la estructura—opinó Harry.

—Tú y yo podemos compartir la habitación de la institutriz en la planta baja—le dijo Niall a su madre—¿Tienes un catre extra para Harry?

—¡Tonterías!—exclamó la señora Horan—Es la primera vez que lord Styles visita esta casa. No dejaré que pase la noche en un catre en la sala como si fuera un criado. Le pediré la señora Moreland, de la casa que hay más abajo, que me dé alojamiento por una noche; tiene dos hijas que de vez en cuando vienen a verla, así que siempre tiene una habitación extra preparada. Tú y Harry podéis ocupar la habitación de la institutriz.

—Cogeré el catre y dormiré en la sala—dijo Niall—No es la primera vez que visito la casa. No importa dónde duerma. También puedo ir contigo a casa de la señora Moreland.

—¡Me niego a tus dos absurdas propuestas! —La señora Horan se estremeció tremendamente horrorizada—No toleraré que circule esa clase de rumores. Vosotros dos podéis divorciaros con todo el escándalo que queráis en Londres, pero aquí tengo que pensar en mi reputación. No toleraré que la gente me pregunte por qué mi hijo no quiso compartir una habitación con su legítimo esposo. Me parece que oigo subir a Hollis. Hablaré con él sobre los arreglos. Mucho cuidado, Ni; no hagas nada que pueda avergonzarme. Nada de catres.

Cuando la señora Horan se precipitó escalera abajo con una energía y agilidad sorprendentes, Niall maldijo entre dientes.

—Qué arreglos ni qué historias—dijo furioso—¡Se las ha ingeniado para que el techo se hundiera! La casa fue inspeccionada de arriba abajo hace solo un año, porque me preocupaba que estuviera un poco decrépita. Es segura. Los techos de las estructuras sólidas no se caen así como así y, ciertamente, con tanto tino, exactamente en una habitación desocupada para que nadie resulte herido.

—Hemos subestimado la determinación de tu madre.

—Debería estar teniendo una aventura con el duque; eso es lo que debería estar haciendo—bufó Niall—Mírala, sacrifica el techo de su casa para meternos en la misma habitación cuando ya hemos... no importa.

Acuerdos Privados [narry] adaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora