7.- Hundido y atrapado

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— Bueno, ciertamente no esperaba morir así.

Solo alguien como Jing Beiyuan podía estar tan tranquilo en un momento como ese, donde su vida peligraba. No es que no valorara su existencia, simplemente era difícil alterar al general Qi lo suficiente como para hacerlo perder el control.

Todo ese embrollo inició en el peor momento: cuando ya estaban a punto de irse de allí. Había algo en esa ciudad que los había convencido de no quedarse allí, desde que Beiyuan había sido arrastrado al río tenía la impresión de que algo antiguo y poderoso estaba asentado allí desde el principio del tiempo y había tomado bajo su protección aquel pedazo de costa.

El Gran Qing no tenía nada que hacer allí.

Por desgracia, justo cuando estaban a punto de irse todos los pobladores aparecieron, emboscando a los soldados. Jing Beiyuan, que no tenía entrenamiento en combate, fue apresado inmediatamente, y a pesar de las habilidades de Zhou ZiShu y Mu Qing, ninguno de ellos pudo competir contra una turba furiosa y también fueron apresados.

El veredicto fue fulminante: serían arrojados al mar como ofrendas.

— ¿¡Cómo puedes estar tan malditamente tranquilo!?— increpó Zhou ZiShu.

Jing Beiyuan no supo responder. En ese momento lo que le preocupaba eran sus subordinados: ZiShu tenía un brazo roto, y Mu Qing estaba inconsciente. Los tres morirían irremediablemente.

— ¡Alto!

O eso pensaba hasta que aquel apuesto hombre vestido de negro se abrió paso entre la multitud y decidió interceder por ellos de la forma en que menos lo esperaba.

— Las deidades del mar no desean esta ofrenda— dijo Wu Xi con voz potente atrayendo la atención de los demás sobre él, de tal modo que no se dieron cuenta del momento en que Wen KeXing y Bai Rong se metían en la multitud con ligereza, sin ser notados.

Jing Beiyuan mantuvo la mirada fija en Wu Xi todo el tiempo, impresionado de lo fácil que era para él dirigir a la muchedumbre, quienes seguían al recién llegado con la mirada como si dudaran de sus palabras. Por su parte, Wu Xi trataba de convencer a los demás de no hacer lo que tenían pensado hacer, de ninguna manera podía permitir que los tres enviados de la capital fueran arrojados al agua.

— Arrojar a estos tres hombres solo traerá la desgracia sobre nuestro pueblo— dijo el tritón—. Solo piensen, ¿qué hará el emperador si descubre que sus enviados fueron ahogados aquí? Lo mejor será que los dejen ir.

— Eso tiene sentido— dijo alguien.

— No queremos problemas con el imperio— dijo otro más.

Poco a poco la gente comenzó a murmurar entre sí considerando su idea, pensando que tal vez no sería recomendable lanzar a estas tres personas al agua. Todo parecía ir de maravilla, incluso la gente estaba dispuesta a dejar ir a los tres hombres... cuando un enviado del emperador llegó para sellar el destino de los soldados, el cual resultó no ser precisamente bueno.

Jing Beiyuan, Zhou ZiShu y Mu Qing habían sido acusados de traición y echados del ejército con baja deshonrosa. El castigo había sido exilio, con riesgo de ejecución si ponían un pie de nuevo en la capital.

— ¿¡Pero qué mierda!?— exclamó Mu Qing, que había despertado a tiempo para escuchar el decreto.

Zhou ZiShu se mantuvo en un tenso silencio, y Jing Beiyuan solo negó con la cabeza.

— Helian Zhao— dijo con tono de resignación.

Recientemente el segundo hijo, Helian Qi, había sido enjuiciado gracias a Jing Beiyuan. Helian Pei se veía desolado, Helian Yi se mantuvo apartado de la situación y el único que mostró auténtica furia había sido Helian Zhao, que juró tomar represalias por lo sucedido. Las palabras del mensajero fueron suficientes para enardecer a la gente de nuevo retomando la idea de ofrecer a los prisioneros y en ese momento Jing Beiyuan entró en pánico por primera vez en su vida.

En menos de un momento Jing Beiyuan, Zhou ZiShu y Mu Qing fueron arrojados al océano y al momento siguiente Wu Xi, Wen KeXing y Bai Rong saltaron tras ellos.

Encuentros con sirenas (Mermay promtps)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora