Capítulo 42 | Un salto al pasado

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Un salto al pasado.

Hogwarts | Agosto de 1995

Draco estaba furioso, más que nunca. Cualquiera que lo viese diría que salía humo de sus orejas, y es que la idea de ir al Callejón Diagon a buscar sus materiales para el Quinto Año de Hogwarts.  Sin embargo, lo único que mantenía su mente sin explotar, era que aquel año sería Prefecto de Slytherin. Ya empezaba a maquinar como molestar a Harry Potter y a algunos alumnos de primer año.

Su madre caminaba a paso engreído por entre brujas y magos, mientras Draco se mantenía atrás de ella rodando sus ojos. Entraban a las tiendas más caras, en busca de los materiales de mayor valor y exclusivos. Las mejores, plumas y pergaminos, las túnicas de las telas más sofisticadas y los libros nuevos e incluso autografiados por sus respectivos autores.

A ojos del mundo, Draco lo tenía todo.

Pero ni todo los galeones del mundo podían justificar eso. Ni su mansión, ni su pureza de sangre o apellido.  Y es que Draco estaba solo.

Tenía a su padre, pero Lucius le provocaba temor. Tenía a su madre, pero Narcissa estaba cada vez más triste, nostálgica y temerosa. Ya no estaba Dobby, así que las vacaciones de verano fueron aún más solitarias. Y el regreso a Hogwarts no era un mejor panorama. Crabbe y Goyle no tenían cerebro, para colmo Pansy estaba cada vez más chillona e insorpotable.

Draco jamás lo admitiría en voz alta, pero estaba solo. Draco no tenía amigos.

—Cielo, iré a una tienda a ver unas cosas para mi—Alertó Narcissa deteniendo su paso.—No te alejes demasiado.

Draco asintió y vió como su madre se alejaba. Ahora para colmo, estaba solo y aburrido en el estúpido Callejón Diagon. 

Pero años atrás había descubierto lo divertido de los lugares prohibido. Su madre se desmayaría al saberlo, pero Draco empezó su camino al Callejón Knockturn. 

Las artes oscuras era la pasión de la familia Malfoy, y todo aquello que fuese tenebroso y peligroso, estaba empezando a causar interés en Draco.

Una vez allí, entró y salió de diversas tiendas, tocando y observando objetos mágicos que seguramente acumulaban magia oscura desde hace décadas.

Pero un lugar captó su atención.

Era una tienda pequeña, incluso se sorprendió de darse cuenta que estaba allí en primer lugar. La puerta era de madera, vieja, estaba a punto de caerse. Draco la miró con desdén, pero si estaba en el callejón Knockturn, es porque era interesante y misterioso.

Ni siquiera tocó la puerta, sólo entró. Su nariz se arrugó y sus cejas también, pues el olor era putrefacto. Una mezcla que le parecía asquerosa, especias, carbón y perfume de vieja. Y lo último tomó sentido cuando vió al final del lugar, una anciana arrugada detrás de un mostrador.

—Pasa chico, no seas tímido—Alentó la anciana. Draco la miró mal, no le gustaba que le ordenaran qué hacer, pero a pesar de ello se abrió camino entre los diversos y viejos estantes. Parecía que todo tenía mil años de antigüedad, tanto por el desgaste como por el polvo.

—¿Qué es este lugar?—Preguntó Draco una vez que llegó frente a la mujer, inhalando el humo del largo cigarrillo que ella sostenía.—Es una pocilga

—Es mi lugar de trabajo, niño insolente—Defendió la anciana.—¿Qué buscas?

—Nada, por algo le pregunté que es este lugar

—Entonces vete—Invitó la mujer.—Este lugar es sólo para aquellos que vienen por algún motivo.—Aclaró.—Aunque quizás, tu simplemente no sabes el motivo

—¿Cómo eso tiene sentido?—Draco preguntó. El no estaba en busca de ser sermoneado, y estaba listo para irse de allí. Cuando estaba por voltear, una caja de cristal llamó su atención. Podía estar seguro de que era el único objeto limpio y reluciente de aquel asqueroso lugar. Dentro de aquella caja, había un viejo pergamino que flotaba.—¿Qué es eso?

—Un pergamino, niño tonto—Dijo la mujer divertida. Draco rodó los ojos y pensó en que jamás había conocido a una anciana tan insolente.

—Sé que es un pergamino—Defendió.—Pero ¿Por qué está allí?

—Porque es especial

—Lo llevo—Ordenó Draco.—Ahora

—El precio a pagar es más caro del que crees jovencito—Advirtió la anciana.—No creo que tu fortuna sea suficiente

La mujer se acercó a la caja de cristal y con su varita, las paredes que envolvían desaparecieron y ella tomó el pergamino.

—No importa el precio, puedo pagarlo—Dijo Draco de forma engreída.—Soy un Malfoy

—Eso lo sé jovencito, se nota—Dijo obvia.—Y no por el cabello, por el ego y lo testarudo

Pronto el pergamino estaba sobre el mostrado y Draco no tardó en tomarlo. En un arrebato, tomó ambas esquinas dispuesto a romperlo pero fue imposible. Parecía que el papel era más firme que una piedra. Intentó varias veces pero sin lograrlo, a lo que la anciana rió.

—¿Qué diablos es esto?—Preguntó molesto Draco.

—Un pergamino mágico—Respondió la anciana—Se podrá romper sólo cuando tenga una utilidad para ti

—Y sirve para...

—No lo sé—La anciana se encogió de hombros.—Eso tendrás que averiguarlo tú

—¿Cómo vende algo que no sabe para que funciona?—Preguntó Draco indignado.

—No me has pagado, así que tecnicamente no lo he vendido

Draco tomó su varita e hizo aparecer unos galeones en el mostrador de la mujer. Guardó el pergamino en su túnica y antes de voltearse dijo hacia la mujer:—Tenga, para que limpie esta pocilga

Draco empezó su camino rápido fuera del lugar, molesto por el tiempo que pasó allí, y curioso por aquel pergamino que llevaba bajo su manga. Antes de salir, vió que detrás de la puerta había un cartel viejo de 'Abierto/cerrado' y a su lado yacía las palabras

"Brujerías con Grianne"

Draco pensó que era un nombre extraño. Pero no más que el sucio y peculiar lugar.

t/n, en otra realidad, había pensado exactamente lo mismo, de la misma mujer.





𝐏𝐄𝐑𝐆𝐀𝐌𝐈𝐍𝐎 | Draco Malfoy x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora