Capítulo 2 | La cueva de la bruja

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La cueva de la bruja.

—¿Crees en la brujería?—Pregunto a la pantalla. Mi amiga y yo estamos haciendo videollamada. Hace meses no podíamos reunirnos y esta era nuestra única forma de comunicación.

Ella ladea su cabeza y me mira con una expresión que no podría describir. Debe creer que estoy loca.

—Creo en las energías, supongo que el karma y esas cosas—Dice sin importancia.—Pero en brujas y esas cosas, no. Sólo es una estafa

Asiento siguiéndole la corriente, no puedo delatarme.

—Completamente—Comento. Decido cambiar de tema, quizá es mejor no decirle que llevo una semana debatiendo en si llamar a aquel misterioso número que encontré en la calle.

Además, tampoco me atrevo a decirle que he estado averiguando al respecto. Creerá que estoy loca, más de lo que ya estoy.

—¿Qué has leído esta semana?—Pregunta.

—Eh ya sabes, no mucho—Respondo evadiendo la pregunta.

—Te conozco t/n, eres mi mejor amiga—Su voz suena como un reproche, creo que ni siquiera es necesario responder porque ya lo sospecha.—Debes dejarlo

—Lo siento, pero me gusta demasiado—Digo encogiéndome de hombros y desviando mi vista de la pantalla.

—Si sigues leyendo Harry Potter será peor—Advierte y yo ruedo los ojos ante ese ya conocido sermón que ella y mi familia me dan constantemente.—Te estás obsesionando con algo que no existe, te hace mal—Agrega.—Nunca estarás conforme con este mundo si te la pasas leyendo sobre otros

—¿Algún otro reproche?—Pregunto fastidiada.

—Lo digo por tu bien t/n—Parece que no quiere terminar su discurso, porque la veo acomodarse y acercar su rostro a la cámara.—En unos meses iremos a la Universidad, tus padres tienen confianza en que estás estudiando y solo te veo leer Harry Potter

—Está bien, ya entendí—Contesto.—Lo siento por intentar leer algo que me hace feliz—Realmente me jode que critiquen todo lo que hago.—Lo siento por creer que existe un mundo mejor que este

—Quizás lo existe t/n, pero estás demasiado ocupada quejándote de todo—Dice en voz baja. Genial, se ha molestado.—Hablamos mañana.

Inmediatamente corta la llamada y la pantalla se va a blanco devolviéndome al inicio del ordenador. Suelto un bufido, lo que me faltaba, que mi mejor amiga se enoje conmigo.

Estoy cansada, realmente lo estoy. Estoy cansada de mi familia, la escuela, las personas falsas. Solo quiero tranquilidad y hablar con alguien que realmente se interese en mi y entienda por lo que paso. Siento mil ojos en mi y bocas que se abren sólo para criticarme.

Al guardar mi ordenador, veo sobre mi escritorio aquel número.

93418918

Dudosa, tomo mi celular y marco el número. No soy buena llamando, odio hablar con desconocidos, pero es mi única opción. Escucho el tono sonar al menos cinco veces y cuando estoy a punto de colgar, una voz suena.

—Brujerías con Grianne ¿En qué puedo ayudarte—Pregunta una voz rasposa pero a la voz que intenta ser aguda. Me causa escalofríos, es como una abuela, como la bruja de Blancanieves.

—Uhm, quisiera saber su dirección para...—Estoy arrepintiéndome ¿Y si sólo es una vieja que busca estafarme? O peor ¿Un viejo verde que busca vender mis órganos?—Para contratar uno de sus servicios.

—Claro linda, te la daré—Responde—No te preocupes si te cuesta llegar—Suelta una risa—Mi cueva está un poco escondida, ustedes los sin magia son algo tontos para orientarse.

¿Los sin magia?

Balbuceo mientras la que parece ser una anciana dicta distintos nombres de calle e indicaciones para ubicar el lugar. Es extraño, siento que ninguna de esas calles las conozco, y parecieran ser incluso en otros idiomas.

—Ven sola, si traes acompañantes no podrás encontrarme—Advierte antes de colgar. 

Bien, definitivamente, o perderé unos billetes, o de esta no salgo viva. 

Armándome de valor, tomo mi bolso, asegurándome de llevar gas pimienta y una navaja por las dudas. Podría también enviarle mi ubicación a mi mejor amiga, pero como está enojada prefiero ahorrarme otro regaño porque estoy a punto de poner en riesgo mi vida. Estoy a punto de salir de casa cuando oigo la voz de Mamá llamando

—¿A dónde vas?—Cuestiona.

—A la librería—Es una respuesta que podría no gustarle, pero al menos, nada sospechoso o fuera de lo común. Suelta un suspiro y me mira con desaprobación.

—Bien, no llegues tarde...—Antes de girar el pomo de la puerta agrega a mis espaldas.—Y porfavor, no más libros de fantasía. Te vendría bien un libro motivacional o algo que te ayude a escoger una carrera. La universidad es en seis meses t/n, recuerda eso

—Si mamá—Digo en seco.

Me toma al menos dos horas llegar a la zona que me indicó la anciana. Tuve que tomar distintos autobuses y taxis, y estoy segura que más de algún conductor me miró con duda al preguntar reiteradas veces por el lugar al que me dirigía. Siento que me alejé demasiado de casa, pero por alguna razón, no siento miedo, sólo curiosidad.

Cada vez hay menos edificios y personas, parece desierto. Empiezo a caminar en dirección al norte, y a lo lejos veo una especie de taberna, más bien, una cueva. Es una construcción bastante rural para estar en la ciudad. Miro a mi alrededor, nadie. 

Tomo mi celular, sin señal. Bien, es ahora o nunca.

Toco la puerta y antes de poder llamar, esta se abre. En un inicio todo es oscuro, pero cuando me adentro, distintas velas aparecen y me dejan descubrir el lugar. Distintos artículos, frascos, cuadros me dan la sensación de estar en el lugar más encantado que vi en mi vida, parece de película, lo que si, huele espantoso. Una mezcla de humedad, incienso, hierba y vainilla.

—Supuse que estabas por llegar—Escucho a mi lado, es la anciana. Al girarme, no me sorprendo, es igual como la imaginé. Una anciana gorda, con poco cabello, arrugas y ojos saltones que se esconden detrás de unas delgadas gafas. Lleva un largo cigarrillo y ropas anchas y coloridas.—Ven cariño, siéntate.

Apunta un sofá que queda frente a su escritorio. Temblorosa, me acerco y me siento. Su escritorio está lleno de libros y piedras, cristales.

—¿Qué te trae por aquí?—Pregunta.

—Uhm, me interesa el cambio de realidades, o quizá la charla con personas de otra realidad—Digo avergonzada. Estoy segura de que debo sonar como una idiota.

—Lo sospechaba—Dice tomando una calada del cigarrillo—Decenas de chicas como tú han venido esta semana—Comenta.—Todas vienen por lo mismo, el chico rubio

—¿Chico rubio?—Pregunto.

—Bueno, algunas por el pelirrojo, pero no tantas—Divaga soltando el humo que llega hasta mis narices causándome una tos.—Bien, no las juzgo. El chico parece tener sus encantos

—No entiendo de quién habla

—Sabes perfectamente de quien hablo—Apoya sus codos y se acerca a mi.—El mago rubio, solitario, egocéntrico, guapo y arrogante...

—Draco..—Digo y me sorprendo de como mi inconsciente habló por mi

—Sin embargo, parece que tus intenciones con él son distintas—Dice inspeccionando mi rostro.—Dime, ¿Qué quieres de Draco Malfoy?

𝐏𝐄𝐑𝐆𝐀𝐌𝐈𝐍𝐎 | Draco Malfoy x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora