La alarma suena y me levanto con una sonrisa gigante, en pocas horas o minutos Samuel llegará por lo que tengo que ir a recogerlo al aeropuerto. Hago a un lado las sábanas y voy a darme una ducha que me llena de energía. Poco después, ya vestida y maquillada salgo de mi habitación.
—Ya me voy mamá— Ella grita en respuesta, agarra las llaves del pequeño cuenco sobre la mesa a un lado de la puerta y salgo de casa. Al subir al auto subo a todo volumen la música, obviamente ganándome caras raras cuando me paro en los semáforos.
Su vuelo aún no llega por lo que espero en el auto viendo videos en internet, una notificación hace que de inmediato salga del coche sin siquiera recibir si se ha activado la alarma.
«Ya baje princesa»
Corro hasta la puerta por la cual saldrá y al entrar al edificio busco desesperadamente aquella cabellera rubia. Luego de unos largos segundo la veo a lo lejos, aplastada por unos anteojos de sol. Samuel trae puesta la chaqueta de cuero que le regale por su cumpleaños hace unos años y unos jeans que le quedan perfectos.
—¡Samuel!— Gritó para llamar su atención, sus ojos me buscan por todas partes y cuando me encuentran en sus labios se forma una hermosa sonrisa. Corremos hasta chocar con el pecho del otro.
—Mi princesa— Él me besa delicadamente, sus labios saben a menta, como yo los recordaba.— Estás hermosa.
—Gracias amor, tu también.— Mis dedos viajan a su cabello mientras él acaricia mi rostro con ternura. Me derretiría de no ser por su brazo que sostiene mi cuerpo firmemente. Noto que sus rizos están más largos desde la última vez que nos vimos, hace unos meses en una fiesta que organizó mi padre— Lo tienes más largo.
—¿No lo notaste antes?— Niego con la cabeza.
—Solo pude mirarte a los ojos— Sonríe y besa la punta de mi nariz.
—Adoro tu fascinación por mis ojos.
—Cuando me miras, tienes un brillo en tus ojos que los hacen parecer dos esmeraldas.
—¿Esmeraldas?
—Como dos piedras preciosas.
—Tus ojos princesa— Corre un mechón de pelo— Son un océano en el que con gusto me ahogaría.
—No, prometo mantenerte en la superficie.
Su toque es tan suave y delicado que cierro los ojos y me olvido de todo.
—Princesa, tenemos que irnos— Permanece acariciando mi mejilla.
—No...— Murmuró.
—Vamos a casa ¿Si?— Me deja rodear su cintura con mis piernas y escondo mi cabeza en su cuello, aspiró su perfume y el aroma de su piel. Avanza conmigo encima sin problema— Manejaré yo, pero déjame subir la maleta.
Despacio bajo y él me mira y acaricia mi barbilla.
—Preciosa.
Entramos al auto y de forma automática su teléfono se conecta al Bluetooth. Pone nuestra playlist y sale del parking del aeropuerto.
Apoyo mi cabeza en su hombro, de vez en vez él acaricia mi rostro y mano, la cual permanece en su muslo.
—Hace tiempo que no viajabamos juntos en coche.
—Tal vez más de 10 meses.
—Cuando vine a tu cumpleaños.
—Exactamente— Tocó la cadena en mi pecho— Sigue aquí.— Mira mi cuello y luego toma el dije entre sus dedos.
ESTÁS LEYENDO
That Bitch
RomantikVenus, la preciosa chica de ojos celestes, ya no puede mantener más sus mentiras. Sus relaciones amenazan con derrumbar su mundo y sus secretos quieren revelarse cuando pone un pie en la casa de los Palmer para celebrar Acción de Gracias. Como su me...