Capítulo 1

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La gota que colmó el vaso.

Chernihiv, Ucrania. 4PM.

La tetera empieza a silbar. Apago el fuego y empiezo a servir el contenido en las elegantes tacitas de porcelana. El ruido de los pajaritos de primavera que vuelan en todas las direcciones en el jardín y el olor afrutado del té me relajan un poco.

Apago las luces de la cocina y me dirijo al salón, donde mi madre y una de sus tantas amigas están platicando animadamente. El hijo de la señora Tania taladra mis oídos con su risa forzada. El encuentro que mi madre denominaría "casual" no lo es para nada.

Cree que no me doy cuenta de que todas las visitas que hemos tenido solo han tenido un único objetivo. Entregarme al mejor postor. Mi madre busca desesperadamente emparejarme con algún ucraniano. Y le es igual si es Bratt, Vladimir o Sergei. Lo importante es que venga de una familia adinerada y religiosa.

— Celestina, querida. ¿Qué carrera estás pensando cursar? Ya ha pasado un año desde que dejaste la anterior, ¿no es así? — pregunta Tania dando un sorbo al té.

Sonrío, pero no porque quiera ser amable. Sino porque gozo de la mueca que pone al quemarse la lengua. Se lo merece por metiche. Ya demasiado me ha dolido abandonar todo lo que había conseguido, como para que me lo recuerden continuamente.

Pienso en qué responder. Ni siquiera yo lo tengo claro. Mi vida se ha congelado, se ha detenido cuando pise el aeropuerto ucraniano el año pasado. Me limite a despertarme cada día y mis objetivos pasaron a ser no dejar de respirar y cuidar de mi madre enferma.

— ¿Para qué tanto interés en eso? Las buenas esposas están en casa y son fieles. Mi hija va a casarse pronto y te aseguro que tiene todas las cualidades que se requieren. — se adelanta mi madre.

— Bueno...Tienes razón, pero no es de más conocerla un poco.

Irina Kolchenko es una mujer educada a la vieja escuela de los pies a la cabeza. Se rige por las reglas de nuestra religión y de nuestras costumbres como si fueran las instrucciones que le han regalado al nacer. Y pretende que yo siga el mismo camino que ella.

Mi madre siempre me obligó a que sea fiel a mi cultura. Me repite que tenga un marido pronto y que le dé nietos. Pero, resulta que entendí, que a veces ser libre implica a renunciar a tus raíces. Porque sientes que no perteneces a ese mundo.

Es mi historia. Cuando me fui a Viscons a estudiar periodismo y buscar mejores oportunidades, conocí otra realidad y ciertas personas me ayudaron a florecer mi verdadero yo interior. Y es que yo, soy Tina: una chica bisexual, atea y que viste como una gótica. Solo que...es algo que le he estado ocultando a mi madre. Porque si se entera, su salud podría perjudicar. Prefiero seguirle el royo, al menos cuando estoy aquí.

— Iván ya está a punto de entrar en el máster de medicina. ¿No es fascinante? Estoy muy orgullosa de él...Aunque todavía no haya encontrado a su mujer. — sigue contando la señora.

Si cree que voy a sorprenderme está muy equivocada.

— Mamá. — la frena él. Está como un tomate.

— Solo digo las cosas como son querido.

Aquí es muy común que los hombres tengan a su mamá en un pedestal y que se comporten como niños en pañales cuando están con ellas.

— Es un chico maravilloso. — añade mi madre clavándome la mirada. — Nosotras nos vamos afuera, debo enseñarle mis flores a Tania. Aprovechad para platicar un poco. — añade y entre risitas se van al jardín.

Culpa a lo Prohibido © +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora