Cristian
Solo había pasado una maldita hora desde que habíamos despegado y yo ya estaba a punto de enloquecer.
Hice girar los cubitos de hielo en mí baso de vodka mirando a la rubia frente a mí
— ¿Tuya? Nunca fui tuya Cristian. Te amé y mucho, pero jamás me hiciste tuya en cuerpo y alma. Porque si fuera así yo no estuviera aquí parada frente a ti. Nunca supe lo que era amar y odiar a una misma persona hasta ese momento. Créeme, me arrepiento de muchas cosas, pero nunca me arrepentiré del día en que te deje ir. Por qué ese día me quité un maldito peso de encima.
Cada vez que la miraba aquellas malditas palabras volvían a aparecer en mi mente, como una jodida canción que odias. Pero no puedes olvidar.
Nunca fui tuya
Mentira.
Nunca me arrepentiré del día en el que te deje ir.
Mentira.
Sostuve el vaso con más fuerza provocando que el tintineo de los hielos contra el cristal se detuviera y bebí todo de un solo sorbo. Ella había sido mía, claro que fue mía. Se entregó a mí en cuerpo y alma y yo había logrado trasformará en todo lo que era. Había sacado su peor versión y estaba jodidamente orgulloso
La mujer que estaba frete a mí leyendo las páginas de una revista Cosmopolita había cambiado, sin embargo, en el fondo seguía siendo la arcilla mal echa que yo mismo había amoldado a mi antojo. Solo que ahora se montaba en tacones de catorce centímetros de altura y usaba ropa bonita y cara.
—Podrías dejar de mirarme, me repugnas—Soltó con desdén sin apartar la vista de su lectura.
Me puse en pie y caminé hasta el mini bar destapando otra botella de vodka.
—Valla, si puedes verme—Serví un poco del líquido trasparente y volvía tomar asiento frente a la rubia—. Por un momento pensé que me había convertido en el hombre invisible
—Por desgracia no lo eres.
—Sería una pena que no pudieras ver todo esto—Me encantaba hacerla enojar—No lo crees, Jess.
—No, no lo creo. Y deja de llamarme Jess
—¿Oh, qué?
Mis ojos recorrieron cada centímetro de su cuerpo. Desde sus ojos verdes intensos, hasta sus labios carnosos entre abiertos, pasando su cuello esbelto, sus hombros relajados para finalmente acabar en sus caderas anchas y su pequeña cintura de avispa.
Ella era el pecado en forma de mujer
—O te juro que te arrepentirás
— Jess—Sonreí victorioso viendo como detenía su lectura para mirarme colerizada—Ups, lo he hecho de nuevo
—Eres hijo de puta—Masculló con los dientes apretados mientras estallaba la revista sobre la mesa que nos separaba— ¿Quieres morir?
—¿Acaso estás amenazando a tu jefe? Que poco profesional
—Crees que me interesa que seas mi jefe—Cruzó sus manos sobre su pecho—Para mí no significas nada. El único jefe que tengo es Eduard
Rabia inundó cada poro de mi cuerpo.
—Cuida tus palabras Jessica...
—¿Oh, qué?—Interrumpió sonriendo con cinismo.
—Oh te juro que te apoyaré sobre la mesa—Deslicé mi mano con cuidado sobre la madera barnizada sintiendo la frialdad del material—. Voy a inmovilizar ambas manos, voy a romper ese bonito vestido de diseñador que tienes, y te meteré mi polla tan dentro de tu boca, Jessica. Que no podrás hablar en toda una semana
Mirándola directamente a los ojos, confesé lo que había tenido ganas de hacerle desde el primer momento en el que la había visto atravesar los pasillos de Skaylar, mientras bailaba en el Club y desde que habíamos abordado aquel avión. Hacer la mía de nuevo, eso quería. Penetrar su bonito trasero hasta que suplicara que parara.
Espere la reacción de la rubia que parecía estar perdida en sus pensamientos. Hasta que sin darme tiempo a reaccionar se puso en pie y corrió hacia el pasillo a una velocidad que daba miedo
Pero que carajos...
Estaba convencido de que las mujeres estaban locas de remate, pero definidamente Jessica era la dueña del manicomio. Miré por las ventanas y bostecé viendo las nubes blanquecinas chocar contra las alas del avión. Otro largo trago de alcohol se deslizó por mi garganta a la vez que el teléfono sonaba en el bolsillo de mi chaqueta.
— ¿Qué quieres?—Sondeé seco. No tenía muchos ánimos de ser sociable y menos con Eduard.
—Valla, ¿Así recibes a tu hermanito?—Podía imaginarlo sonreír a través de la pantalla—Ni siquiera vas a preguntar como estoy
—Al grano Eduard
Un largo suspiro se escuchó al otro lado de la línea.
—¿Cómo está nuestra invitada?, ¿La estás tratando bien?
—Relájate, está en muy buenas manos.
Miré el pasillo por el que había acabado de desaparecer ¿A dónde había ido?
—Espero que así sea—Puse los ojos en blanco—Cuando el avión ateriese Cedrik los estará esperando para llevarlos al hotel
—Bien—Conteste mirando los cubos de hielo ya casi derretidos en mi vaso— ¿Algo más?
—Sí, hay algo más...—Hizo una pequeña pausa—Recuerda que tienes prohibido tocarla.
—Ah sí, ¿Quién lo dice?
—Lo digo yo, Cristian. Tienes terminantemente prohibido acostarte con ella— ¿Quién mierda se creía para darme órdenes?—. Lo menos que quiero que tus metidas de patas traigan problemas a este negocio
—Lo que me faltaba—reí sin gracia—. Ahora mi hermano decide a quien se la meto y a quien no
Estaba cansado de que él y mi padre controlaran toda mi jodida vida.
—Cristian...—Susurró en un tono amenazador—Aunque... si todavía no has llegado a nada con ella, es porque ella misma no quiere nada contigo-—Mis músculos se tensaron— ¿Es eso verdad?, ¿Ella te rechazo?
Pasé ambas manos sobre mi rostro
—Tengo que colgar—Sin darle tiempo a responder finalicé la llamada y apague el celular.
Desabroché con cuidado el ajustado nudo de la corbata y me puse en pie caminando por donde ella había salido. Antes había sido un simple juego, tal vez, un capricho. Pero ahora era algo personal
Jessica james, volvería a ser mía.
Ahhhhh Casi llegamos a las primeras mil vistas :) los amo los amoooo en serio ... muchísmimas gracias ♡○♡
#Ana

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Revenge Or Love
Romansa-¿Y eso que tiene que ver conmigo? sus palabras me dejaron helada -Acaso no lo entiendes-Tomé una de sus manos y la llevé a mi vientre-Cris, tendremos un hijo El sonrió y apartó su mano con búsqueda. -quiero que abortes ese niño Jessica.