XVII: Hoy no

103 19 68
                                    

—Excelente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Excelente. Con eso quedaría todo listo para imprimir los nuevos libros; hasta luego señor Carl. —Jack colgó la llamada un tanto más aliviado y se concentró en terminar de hacer sus tareas pendientes. Ser jefe no era algo sencillo, y aunque aún le pesaban ciertas cosas, hasta el momento lo había manejado todo bien.

Deseaba haber hecho lo mismo con su vida privada; pero aquello había sido en vano. En lugar de encontrarse cenando con la chica que le gustaba, se encontraba un domingo, en el trabajo, rodeado de documentos y archivos por revisar. ¡Excelente plan!

—¿Trabajando un domingo? Eso si es algo pesado.

Nina Bruce se asomó a través de la puerta de su oficina, un tanto curiosa. Llevaba puesto un buzo relajado, muy distinto a su atuendo de oficina, y traía el cabello recogido en una coleta alta.

—Hola, Nina. ¿Qué haces aquí tan tarde?

—Bueno, trabajar no. —contestó la rubia, ingresando a la oficina. —Vine a recoger unas cosas, y me enteré de que estabas aquí. ¿Te encuentras bien?

Jack se detuvo por un instante, meditando en la pregunta de la joven. Posó su mirada en aquella bolsa de regalo que tenía en el sofá de su oficina y asintió sin dirigirle la vista.

—Sí, estoy bien. Sólo tengo que terminar algunas cosas pendientes.

—Entiendo...pero no te desveles. Son casi las siete.

—Lo sé, gracias por preocuparte. —respondió Jack esbozando una pequeña sonrisa, y la observó caminar hacia la salida.

Aquella habría sido una noche normal para él, pero gracias a la repentina acción que tomó por impulso, su velada tomó un rumbo muy inesperado, así que, dominado por aquel pensamiento, salió corriendo a través del pasillo en búsqueda de la única mujer que tenía cerca.

—¡Nina! 

—¿Qué pasó? —le preguntó ella, regresando por donde había caminado. Que Jack Weston la llamara de aquella forma no era algo normal.

—No estoy bien. —confesó. —Y no sé qué hacer.

—¿Café o té? —le preguntó Nina.

—¿Qué?

—Elige. ¿Café o té?

—C-afé.

—Excelente. Vamos a la sala de descanso.

...

No entendía por qué. Simplemente, en un impulso por soltar lo que sentía, decidió confiar en la única chica que tenía al frente suyo: Nina Bruce. 

Ambos se encontraban sentados en la sala de descanso de la editorial, con dos tazas de café caliente entre las manos.

—¡Vaya! Entonces te gusta Winnie Gales...pero yo creí que tú... ¡Oh vaya! Ahora lo entiendo todo.

Señorita Gales © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora