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Cuarta señal

Llevaba casi dos semanas sin estar en contacto con Yuta.

Desde esa tarde, no tenía señales de él, no leía mis mensajes, no respondía mis llamadas, y no estaba en su departamento. O tal vez no quería abrirme. De cualquier forma, estaba preocupada.

Y como no estarlo, mi amigo de toda la vida no daba señales de vida.

Pero contacté a su madre, quien me dijo que hablaba con él casi a diario, entonces... ¿Qué sucedía?

— ¿Hola? —respondo la llamada que había llegado a mi celular.

Un numero desconocido.

— ¿Quién habla? —vuelvo a preguntar, sin recibir respuesta.

Una respiración se lograba escuchar del otro lado de la llamada, comenzaba a asustarme.

— Escucha, si esto es una especie de broma, desquítate con alguien más en vez de estar realizando esta clase de estupideces- —.

Sun. No cortes. —esa voz, la reconocería en cualquier parte.

Pero se me cortó la respiración en vez de la llamada. Tenía miedo, tal vez estaba enojado conmigo y no quería hablarme... pero si fuera así, no estaría llamando.

— ¿Qué... sucede? —logro articular, con mucha dificultad, casi interrumpiendo mi respiración en cada palabra.

¿Puedo ir a tu casa hoy?

— Claro que sí. ¿Desde cuándo necesitas permiso para venir, Nakamoto? —río, al parecer no estaba siendo demasiado incómodo como esperaba.

Es cierto, entonces supongo que puedo asaltar tu cocina. —juro imaginar su sonrisa, caigo en cuenta de lo feliz que me pone hablar o pensar en él. — Te veo en un rato, Sun. Te quiero.

— Yo tam- —la llamada es cortada por su parte antes de que yo pudiera corresponder su muestra de afecto.

Pero lo iba a ver hoy.

Johnny se había ido hace un par de horas, habíamos visto un par de películas, pero me quedaba dormida de un momento a otro. Dijo que se iba para dejarme descansando, era muy considerado de su parte. Pero no había podido dormir, al menos no cómodamente. Solía usar a Yuta como mi almohada personal, en donde apoyaba mi cabeza y su sola calidez corporal me hacía caer en un profundo sueño del que no me gustaría despertar jamás.

El timbre interrumpe mis pensamientos, como si me hubiera llamado desde poca distancia.

Voy prácticamente corriendo hacia la puerta. Abriéndola, tratando de no parecer desesperada, pero a quien le importa. — Buenas tardes señorita, de casualidad... ¿Aquí vive la persona mas hermosa de este mundo? —la sonrisa que muestra me hace sonreír aún mas.
— Por lo que veo, creo que sí.

— Lo lamento caballero, se equivocó de casa, por aquí a la vuelta vive una vecina que es muy linda. —señalo con mi mano en esa dirección.

— No no, no lo creo. Es imposible que exista alguien mas hermosa que usted, si me permite, me gustaría entrar antes de que me congele del frío. —habla inmerso en su papel, demasiado diría yo.

Lo dejo entrar, notando que solo portaba una camiseta sin mangas, no tardo en preparar chocolate para ambos y esfumar su frío, vestido así, iba a tomar un resfriado que tendría que cuidar luego. Cuando vuelvo a la sala, lo veo con mi manta, abrigándose y viendo hacia el frente.

— Dime que te sacaste las zapatillas antes de subir. —suspiro, se tapaba los pies con la manta y no me dejaba ver aquello. — Te voy a hacer lamer el sofá si te subiste con tus zapatillas. —advierto, y sonrío de verlas en el suelo, aliviada.

— Que mala imagen tienes de mi, me siento ofendido, pero no me voy a ir. Hace mucho frío. —se resigna. — Gracias. —dice cuando dejo las tazas en la mesita frente a nosotros. — Ven aquí, no quiero que te resfríes, tampoco ver tus mocos. —extiende sus brazos, invitándome a sentarme entre sus piernas.

Acepto sin responder, antes de envolvernos toma el control de la televisión, encendiéndola en nuestro canal favorito, donde daban películas de Marvel y principalmente, una maratón del hombre araña. Me hacía recordar las veces que dibujaba al personaje, tenía un par de dibujos enmarcados en mi mesita de noche. 

Íbamos en la mitad de la primera película cuando siento su mentón en mi hombro derecho, seguramente caeríamos dormidos como siempre, poco tiempo tuvo que pasar y olvidamos hasta el chocolate caliente, mis ojos comenzaron a sentirse pesados, me dejé caer en su pecho sintiendo la comodidad de su calidez, protegida, y a gusto, muy a gusto. 

— Te quiero mucho, Sun. —creo escuchar antes de cerrar los ojos, cayendo en la tentación de dormir entre los brazos de la persona en quien mas confiaba, y la que mas quería. Mi mejor amigo.

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sweetieshotaro–

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sweetieshotaro

𝐎𝐍𝐄 𝐓𝐈𝐌𝐄 | 𝐍𝐀𝐊𝐀𝐌𝐎𝐓𝐎 𝐘𝐔𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora