Prólogo

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1891

En algún lugar de Alemania

El viento mecía los árboles en una melodía imperceptible a mis oídos, la tierra se colaba entre los dedos de mis pies, estaba húmeda.

Mi respiración entrecortada perturbaba el inquietante silencio a mi alrededor.

-Respira- me dije por segunda vez, mi ropa desgarrada la cual apenas lograba cubrir mi cuerpo me provocaba un leve temblor a causa del frío, esa extraña sensación familiar de estar y a la vez no se instalaba nuevamente en mi cuerpo, ya no había sombras, pero me sorprendió pensar que era más aterrador sin ellas, solo ella y yo.

La extensa tierra de pronto pareció cambiar de forma, hundirse y luego crecer, mi corazón palpito aún más fuerte.

-Mierda.

Una gran ventisca azoto mi cara y ya no pude respirar, absorbía todo, la sentí en mi cabeza, en mi cuerpo, en todo lo que yo representaba, chupando, arrancando.

Y después nada.

Una llovizna fresca me hizo volver a la realidad, abrí los ojos, me encontraba recostado en el suelo, la hierba acariciaba mi nuca y la grandeza del bosque se alzaba ante mí.

-Corre- advirtió una voz desde lo alto de un pino.

Su voz.

Me levanté luchando contra la debilidad que me sobrepasaba, fueron solo unos segundos que sentí como horas.

Corrí.

Las ramas lastimaron mis pies a medida que avanzaba, la densidad de la oscuridad me rodeó como un viejo amigo, como un sueño, corrí más rápido, ya no sentía dolor en la planta de los pies, era más liviano.

Más.

Más.

Más.

Necesitaba salir del bosque.

Pensé en su voz por un momento antes de sacudir la cabeza y apartar aquellos

pensamientos inútiles.

Pasaron varios minutos antes de que pudiera visualizar una salida, atravesé los pocos metros que me separaban del pavimento y respire profundamente al sentir la dureza en la planta de los pies, mis manos temblaban ligeramente, el olor a sangre y la suciedad inundaron mis fosas nasales.

Revisé mi cuerpo, tenía ligeros cortes en los brazos y pies, pero estos últimos se

encontraban totalmente ensangrentados, me estremecí, ninguna herida de gravedad.

Bien.

Necesitaba evaluar la situación, calma- pensé-Necesitaba la manera de regresar sin ponerme en peligro, necesitaba...

- ¿¡Dónde está ella!?- grito un chico corriendo en mi dirección.

Abrí la boca para contestar, para gritar porque ella seguía allá y yo había corrido como un cobarde

-Kain...

El viento soplo.

Los árboles se movieron bruscamente, chocando, balanceándose una, dos..., siete sacudidas y todo se detuvo, un silencio se instaló y contuve la respiración.

Corre.

Corre.

Corre.

...Su voz.

Un grito desgarrador resonó a través del bosque.

Una Melodía OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora