Electric Blue

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No podía quitarme la sensación de que olvidaba algo. Tras abandonar el departamento de Suna a toda prisa, el sentimiento de que había dejado algo atrás no había hecho más que aumentar.

En el avión fue cuando me di cuenta. No había olvidado alguna pertenencia, ni siquiera había desempacado. Lo que había dejado era un pedazo de mi alma pegado a Suna. Esa parte de mí que se aferraba a amarlo a pesar de que sabía que no era recíproco.

Suna era amable y había sido muy tierno con él. Nunca le mintió, siempre le dijo que eran sólo amigos, pero también le seguía el juego a Samu. Lo mimaba y se acurrucaban juntos en los días de invierno, si Samu enfermaba Suna lo cuidaba y viceversa.

Suna siempre dijo que el sexo sólo era eso. Sexo, no significaba más, no los hacía novios, no tenían exclusividad. Podían acostarse con quien quisieran y Samu lo aceptó. Había aceptado con la esperanza de que algún día su amor por Rin, lo haría cambiar.

Evidentemente estaba equivocado. Suna siguió en sus andadas durmiendo en camas ajenas rodeado de desconocidos. Huyó a EEUU con el pretexto de estudiar. Allá siguió igual y quizá encontró alguien que realmente lo hizo cambiar. En realidad, tenía plena certeza de esto último.

Suna nunca había susurrado su nombre.

Esa noche el alma de Samu se quebró y dejó sus pedazos cerca del cuerpo desnudo del hombre al que amaba.

Hasta ahí habría llegado todo, pero catorce horas de vuelo dejan mucho tiempo para pensar. Quería a Suna y haría todo lo que estuviera en sus manos para retenerlo a su lado. El padre de Suna y su padre eran buenos amigos. Especialmente después de que el señor Noboru Suna le hiciera honor a su nombre y su empresa creciera hasta convertirse en lo que es hoy en día. Ambos padres tenían a sus herederos, pero nada garantizaba la relación de ambas familias y sus respectivos reinos corporativos. Al menos que...

Tengo que casarme con Rin. El pensamiento le pareció extraño al principio, pero luego el plan fue cobrando forma.

El chófer lo esperaba para llevarlo a casa, eran cerca de las 7 de la noche cuando había aterrizado -Llévame a un bar, necesito pensar un poco- el aludido cerró la puerta y encaminó el auto hacia la zona de bares. Observó a su jefe llorar en silencio por el retrovisor. Nunca lo había visto así.

Bokuto había estado actuando extraño toda la semana. Quizá la monotonía de la vida de casados fue lo que lo arrojó a los brazos de su rubio compañero.

Akaashi tomó copa tras copa desde que el bar abrió. Cuando ya quería acostarse a dormir sobre la barra decidió que era mejor irse. En la entrada tropezó con un muchacho que le daba la impresión de haber visto antes, sus ojos estaban hinchados y rojos.

-¿También tuviste una mala noche?- el desconocido le sonrió melancólicamente por respuesta, Akaashi, tan dulce como era, le ofreció un trago al chico. -Puedo tentar mi tolerancia al alcohol un poco más- El resto de la noche Akaashi escuchó la historia de infidelidad del novio de Osamu, así se había presentado aquel chico.

Sintió lástima por los dos y por haberse conocido mientras pasaban por la misma situación.
-Quizá el dolor te impide ver que tu novio en verdad te ama. El sexo no significa nada si no hay amor entre aquellos que lo hacen- dijo Akaashi tratando de encontrar alivio en sus propias palabras. Electric Blue empezó a sonar a todo volumen en el bar -¿Bailas?- le preguntó Osamu a Akaashi, -Es bueno para el alma- dijo y antes de que pudiera negarse lo tomó de las muñecas y lo llevó a la pista.

Osamu movió los hombros al ritmo del sintetizador mientras Akaashi trataba de seguir el ritmo. Nunca había bailado ese género, pero Osamu parecía pez en el agua. Sus movimientos y la canción lo transportaron a alguna película de temática ochentera. Así que se dejó llevar por Osamu y el alcohol.

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2024 ⏰

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