La verdugo

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Querido lector, favor de reproducir la melodía para una mejor experiencia.
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-Buenos días, Adrián. —Dijo Gregorio al llegar a la oficina. 

-Buenos días, Gregorio. Hoy llegaste temprano.  ¿Y eso?

-Es que hoy la verdugo viene por mi. —Gregorio se encogió de hombros—

-¿Ya llegó tu hora? no me digas eso, no pensé que fuese tan pronto, que rápido pasa el tiempo ¿no?

-Si, por eso quise aprovechar el tiempo lo más que se pueda, por eso es que he llegado temprano. De hecho, ya no podré trabajar el día de hoy pero vengo a dejarles unas cosas a ti y a los otros chicos, a Rodolfo, a Ubaldo, a Ricardo y a Piñita. 

-¿Que cosas trajiste? 

-Para ti, te traje los comics que leías cuando eras pequeño. Se que no son todos, pero se que te traerán muchos recuerdos. —Gregorio sonrió y se los entrego como si fuesen algo sumamente delicado —

-Wouuu, no se que decir, son algo muy significativo para mi, muchisimas gracias pero debieron costarte una fortuna, no te hubieras molestado.

-No te preocupes por eso, solo disfrútalos. 

Adrián se quedó mirando los comics con nostalgia. 

-Y estos regalos, son sorpresa para cada uno de nuestros compañeros de los otros turnos, se los dejaré en su lugar para cuando lleguen. Y bueno, solo quería agradecerte por todo lo que me enseñaste, fuiste un buen maestro y creo que con lo que aprendí puedo defenderme allá afuera, gracias por contarme tus vivencias y tus recuerdos. Los atesoro porque son especiales para ti. 

Adrián le había guardado cariño a su joven alumno, y entendió que no importaba si fueron solo 9 meses, el cariño que le tenia era igual a como si hubiesen sido 10 años.  Solo pudo aguantar la tristeza del adiós en su pecho y asentir ligeramente. 

-Fue un placer, Gregorio, se que te ira de maravilla, eres una persona muy especial, me dio mucho gusto haberte conocido en esta vida. 

Gregorio no pudo contener la lagrima ante esas palabras. 

<<¡TOC, TOC!>>

Ambos amigos voltearon y vieron la puerta de cristal, era la verdugo con papeles en mano. Gregorio suspiró. 

-Bueno, llegó mi hora, Adrián. Realmente no quisiera irme pero se que no hay lugar para mi aquí, vas a ver que todo saldrá bien. Recuerda echarle ganas,  ¡Con todo! —Mostró su dedo pulgar— 

Adrián no pudo contener un poco su enojo al no poder hacer nada ante esa "ejecución" laboral.

Gregorio se dirigió a la puerta y la verdugo le sonrió. 

-Es hora, por favor, entrégueme su gafete.  —La verdugo estiro su mano en espera—

-Claro, tome... —Gregorio se quitó con respeto el gafete que lo acompañó durante toda esa travesía, llena de momentos alegres y de adrenalina— 

-Ahora, acompáñeme, lo escoltaré hasta la salida.

Gregorio camino con la cabeza en alto, y justo antes de salir de la vista de la oficina donde laboró, volteo por última vez a ver a su maestro. Y su maestro desde su lugar, deseó que tuviese éxito en todo lo que se propusiera. 

Sus miradas se encontraron y sonrieron por última vez justo antes de que la puerta se cerrara y Adrián comprendió que Gregorio no se iría del todo. Porque como una vez le dijo; "Mis papas me enseñaron que para que la gente se acuerde de ti, debes dejar un poco de tu esencia a donde quiera que vayas" y tenía tanta razón que las lagrimas que Adrián quiso contener empezaron a brotar, Gregorio dejó su esencia pero el ya no estará.






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⏰ Última actualización: May 29, 2021 ⏰

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