Capitulo III

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Sakura podía oír a los demás en la cueva llorar. Si estas criaturas se la llevaban, los otros no tendrían ninguna esperanza de supervivencia. ¿Qué pasaría con los tres niños? Tsunade, su madre, estaba muriéndose entre un montón de mantas podridas. Las otras cuatro mujeres se unieron sólo para sobrevivir. Con Karin y Sakura marchándose, las demás mujeres no tendrían ninguna razón para ayudar a Tsunade y sus niños. Las otras ya se habían quejado de que eran demasiada carga. No quería decir que fueran crueles.

Los niños eran demasiado pequeños para cazar y por supuesto que tratándose de su madre los dos más pequeños lloraban a menudo. Los tres más pequeños luchaban contra los resfriados y eran miserables.

Si Sakura y Karin se marchaban, ¿quién calentaría el agua para que los niños la bebieran por la noche para calmar su tos? ¿Quién los mecería cuando tuvieran miedo? Su madre apenas si podía moverse.

-"No puedo irme" -susurró Sakura desesperada.

¿Qué querían decir estás criaturas con eso de que iban a aparearse? ¿No podían ver que eran demasiado diferentes? El que tenía delante tenía que pesar cientos de kilos. Sakura sería aplastada por eso. Sabía que era macho pero en ninguna parte podía ver cualquier sexo. Donde un humano normalmente tendría la polla sólo había una gran protuberancia redondeada. Ambas criaturas eran bien definidas y parecían solidas como piedras. Tampoco llevaban ropa ni temblaban por el aire frio, si por azar los humanos y estas cosas realmente podían tener descendencia, esa criatura bebé las desgarraría abriéndolas cuando dieran a luz con sus garras y dientes. Si sobrevivía al parto, le desgarraría los pechos con sus colmillos.

-"No puedo" -tartamudeó Sakura.

-"Tu mundo está prácticamente muerto" -dijo el que había matado a los otros hombres de la noche anterior. -"Si vienes conmigo, estarás segura. Nunca vas a pasar hambre. Te ofreceré mi protección contra cualquier cosa. Juro que nunca te haría daño. Te gustará mi mundo. Está lleno de color, no está nada gris. Dos soles brillan, y nunca tendrás frío otra vez. Tengo la sensación de cuál es tu preocupación y confusión. Estoy dentro mi armadura, no somos tan diferentes. Sé que soy más grande que la mayoría de los hombres de la Tierra, pero hay similitudes en nuestra anatomía. Somos compatibles. Puedes incluso encontrarme agradable una vez que pueda retractar mi armadura a bordo de nuestro nave."

-"Yo iré."

Sakura miró a Ino cuando ella salió de la cueva vacilante. Ino se detuvo un momento, precavida sobre la situación. Después caminó tentativamente hasta la cesta caída de provisiones. Ninguna criatura la detuvo. Su mano salió disparada para arrebatar la comida y mordió un trozo de pan. Lo devoró, asfixiándose por la impaciencia, después agarró un gran trozo amarillo de queso. Ino era una rubia menuda. Su cara era pálida como el alabastro. Los ojos verdes de Ino eran un libro abierto de anhelo y desesperada necesidad. Sería hermosa cuando estuviera limpia. Su mirada era optimista cuando se acomodó sobre el premio ante ella.

Sakura se dio cuenta de lo desesperada que se había vuelto la vida cuando las mujeres estaban dispuestas a ir a cualquier sitio sólo por promesas con seres de aspecto extraño.

-"Tú puedes venir" -dijo la criatura blindada, dimensionando a Ino para arriba. -"Habrá otro que se apareara contigo, siempre y cuando seas fértil. Si no es así, puede haber un Castian mayor que te tendrá en cuenta, pero puede no coincidir contigo. De cualquier manera estarás a salvo de cualquier daño en nuestro planeta hogar, Bagron. Nos dirigiremos a Dargon primero."

Sakura sacudió la cabeza con tristeza. Ino era joven y, sin duda, fértil. Ino había sido programada para salir con el servicio de transporte, pero su madre se había enfermado y ella se negó a dejarla. Después de que su madre había muerto ya era demasiado tarde. No habría esperanza para Ino si estas criaturas decían la verdad. Pero Sakura estaba muriendo.

LA ARMADURA DE SAKURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora