ℋ || ❝ we belong way down below. ❞
𝗟𝗔 𝗩𝗜𝗗𝗔 de Harper se había vuelto bastante
compleja en cierto punto, llevándola a tomar
decisiones arriesgadas y un camino que pe-
ligraría su libertad, su humanidad y demás.
Norman a...
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La clase de química, una clase que suele estar en un constante bullicio al ser una clase más práctica a diferencia de lo común por petitorio popular del alumnado, proyecto que pudo llevarse a cabo gracias a los antiguos miembros del consejo estudiantil de la academia Neverland. Los estudiantes de la clase B de tercer año trataban de crear un ácido a petición de su maestro para tener un registro del trabajo en clases y de esa forma poder tener puntaje sumatorio para las evaluaciones tanto teóricas como prácticas del final de semestre.
Los ojos verdes de la chica Ratri observaban levemente entrecerrados la sustancia que su compañera de laboratorio vertía dentro del frasco. Observaba atentamente tanto la numerología del artefacto para que no se fuese a pasar con la cantidad como el mismo líquido que caía en una especie de fina cascada. Fue su misma mano la que se acercó a la muñeca de la peliazul para quitarla lentamente del frasco, provocando que la contraria elevara el bote del cual caía el químico para que este dejara de caer. Emma dejó salir una pequeña sonrisa al ver que el contenido se encontraba exactamente en el número cinco.
—Solo falta el nitrógeno... por favor, Emma, no vayas a fallar porque esto puede terminar muy mal —su voz sonaba casi como un reproche. Y es que si Emma llegaba a fallar con los cálculos, lamentablemente no sería la primera vez que eso ocurría después de todo, pero aún así, Harper no podía negarse a ser la compañera de la pelisalmón, ya que esa materia en sí no se le daba muy bien como lo era tal vez deportes o literatura. En cambio ella, tenía su fuerte en la química sobretodo, por lo que no podía negarse a ayudarle a su fiel amiga.
—Tengo un ojo de halcón, no te preocupes por ello.
—Eso es lo que más me preocupa en realidad —musitó entre dientes la joven antes de tomar el recipiente en el que se encontraba el nitrógeno líquido. Harper realmente confiaba más en la medida de una jeringa que el cálculo visual de Emma o el suyo propio, más no tenía ninguna a la mano, y las que habían en el laboratorio ya eran ocupadas por el resto de sus compañeros de clase, por lo que no le quedaba de otra que confiar ciegamente en el cálculo al ojo de su pelirroja favorita.
Con mucho cuidado virtió el contenido en el frasco contrario poco a poco, con Emma acuclillada a la altura del vidrio para poder observar mucho mejor la cantidad que estaba siendo vertida en el mismo. Y en cuanto notó que Harper se estaba acercando al número indicado, tomó su muñeca para que se detuviera y no virtiera más. Sin embargo, al estar tan concentrada en los números no midió la fuerza con la que elevó su brazo, provocando que la extremidad de su contraria se tambalease y dejase caer más nitrógeno de lo que debía en el frasco, sobrepasando el número cinco.
En cuanto esto ocurrió, Harper observó a Emma con un tic en el ojo y su ceño fruncido mientras que la contraria portaba una sonrisa nerviosa ante los hechos. Misma sonrisa que se borró en cuanto vio que una espuma no correspondiente a la sustancia comenzó a emanar del líquido, la cual poco a poco fue escapándose del frasco. Y no hubiese sido un problema tan grave si no hubiese comenzado a salir un aroma bastante fuerte, muy similar a la gasolina. La espuma comenzó a caer al mesón, provocando que este se deteriorara poco a poco ante los fuertes químicos.