Capítulo 4

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Sueño casi eterno

Hola, me llamo Ainhoa. Me gusta tocar el piano, leer, la medicina, las matemáticas, los animales y ayudar a los demás. Como podéis observar soy una joven cualquiera, solo que con una pequeña diferencia que pocos conocen. Tengo una enfermedad. Esta consiste en dormir. Suena absurdo, ¿verdad? Dormir. Bueno, esta dolencia consiste en que duermo y sueño sin poder despertar atrapada en las redes de un descanso aterrador sabiendo que mi familia está sufriendo por mí, recordando las lágrimas en sus rostros al enterarse de esta monstruosidad, rodeada de la impotencia de no poder hacer nada por mejorar, solo sumergirme más cuando intento salir. A veces tengo la fortuna de conseguir abrir los ojos y mover la boca con gran alivio de hablar con alguien de verdad. Para mí, duerma o vea mi lujosa habitación acompañada de alguna persona demasiado paciente sentada en la silla al lado de mi cama, es como si siguiese teniendo una vida. Cuando estoy recostada en mi cómoda cama con los párpados bajados a lo mejor yo me veo en cualquier otra parte: en una biblioteca, en un parque, en una fiesta de gala, en el comedor con mis padres o mi hermana mayor... Donde mi imaginación desee estar. Nadie, ni siquiera yo, sabe en qué momento puedo despertarme. Puedo estar en silencio arropada por mi mente durante solo dos horas o dos semanas enteras ( mi enfermedad empeora conforme voy creciendo). Influye mucho mis emociones: cuando necesito relajarme porque algo me estresa, muy triste que solo quiero llorar, muy agotada de estar enfadada... Mantengo algunos recuerdos de cuando era pequeña y no me pasaba esto. Por ejemplo en el parque cercano a mi hogar jugando con mi mejor amiga Natalia (una niña pecosa, con cara de buena y dos trenzas recogiendo su pelo castaño), mientras mi hermana mayor nos vigilaba. O en mis primeras clases para tocar el piano después de haber estado leyendo mi libro favorito. Aunque no todos los recuerdos son buenos, también está la llegada de un día lluvioso en el que la familia vestía de negro sujetando paraguas y pañuelos llenos de lágrimas, el funeral de mi padre.

Ya os he hecho un resumen de lo principal, a partir de ahora os reproduciré todos los diálogos y sueños que tenga para contaros un poco mi vida desde este momento y desahogarme de esta soledad.

-¡Ainhoa! Pero qué haces con el ordenador. -entra mi hermana mayor, María, seguida de mi médico privado (papá tenía una gran fortuna que nosotras hemos heredado, por eso puedo acceder a este gran privilegio).

-Deberías estar tumbada descansando, no sentada.-dice con un tono dulce pero serio. María me quita el ordenador de las manos sin darme tiempo ni para guardar lo que estoy haciendo. Hago una mueca de fastidio pero me quedo callada. Me tumbo porque sé que si no, van a estar muy pesados hasta que lo haga. No me había fijado cuando lo he visto entrar pero el doctor Víctor lleva una inyección en la mano. Otra más, aunque no me importa porque estoy acostumbrada. Para mi sorpresa la deja en las mesa en vez de ponérmela.

-Bueno, aprovechando que estas despierta, ¿qué tal si damos unas clases?-resoplo y mi hermana se ríe. Estar siempre en una cama me hace perder un montón de estudios y llevar un nivel mucho más bajo que el resto de adolescentes. María ya ha acabado la universidad y puede permitirse darme clases. Viene a verme desde su casa hasta su antigua vivienda todas las tardes que puedo. A parte de eso trabaja por las noches para pagar las cuatro paredes en las que vive sin dejar a mi madre ayudarle con lo económico. A pesar de su esfuerzo por ocultarlo, sé que mi queridísima hermana está agotada y triste.

-¿Cuándo te has despertado?

-No lo sé. Quizá hace una hora.



Este es el principio de una novela de un pequeño escritor que no pudo ver como se publicaba y ha querido mostrarla aquí. Me gusta cómo lo ha escrito y que lo haya compartido en este lugar para que más gente lo pueda leer.

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Gracias a todos por votar. Espero que os siga gustando la historia.

Este capítulo se lo dedico a mi prima, que fue la que me enseñó Wattpad.

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