Las tierras oscuras

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El ambiente era frío. Adler notó como aquella luna iluminaba todo el entorno con una luz blanca mucho más fuerte que la que había en su mundo. Cuando llegaron a las grandes columnas de fuego se quedaron asombrados. A lo lejos Adler vio una silueta, como si fueran varias montañas, iluminadas de una luz azul como la de las antorchas de los pasillos. «¿Montañas en mitad del desierto? "pensó. Forzó la vista y un escalofrío le recorrió el cuerpo de pies a cabeza ¿Estaría soñando de nuevo? Aquello no podía ser real. No daba crédito ante lo que veían sus ojos. Aquello no eran montañas, era una ciudad. Los edificios se alzaban hacia el cielo, una gigantesca muralla rodeaba todo el perímetro. ¿Una ciudad de Usurpadores? Adler movió la cabeza, para despejársela y volvió a mirar hacia aquel punto lejano.

―Es lo que yo creo que es ¿no? ―preguntó Adler mirando a Hilda.

―Si, pero ¿cómo es posible? ―dijo Hilda tras recuperarse de su asombro inicial―. Esto, esto no es lo que decían Los Antiguos Textos ni las leyendas de este sitio. ¿Cómo hemos vivido tanto tiempo sin saber esto?

―Parece que no podemos confiar más en lo que dicen―respondió Adler mientras daba un paso hacia delante.

―Espera―dijo Hilda―. ¿Qué haces? Aquello tiene que estar repleto de Usurpadores. No podemos meternos allí como si nada. No podemos continuar con esto.

Adler se giró y miró a Hilda a los ojos.

―No puedo abandonar ahora―dijo señalando la lejana ciudad con el dedo―. Están allí, Hilda. Además, saben que vengo a por ellas. Ya has escuchado lo que ha dicho el Usurpador que ha abierto la brecha. Ese tal Slake me está esperando.

―Si entramos allí, moriremos por las manos de otros como él.

―No lo creo. Por lo que ha dicho el otro parece que me está esperando a mí. Me quiere para él solo. Tengo que acabar con él y liberar a mi familia. Luego debemos avisar a todos los Gremios sobre esto.

―Suponiendo que acabamos con él, ¿cómo saldremos de aquí? ¿Dónde está el final de La Senda? Mira lo que tienes delante. Esa ciudad amurallada está rodeada por este basto desierto gris. Aunque venciéramos al Usurpador y liberáramos a tu familia no podríamos dar ni un paso antes de que se nos echaran encima.

Adler sacó la pequeña gema blanca del bolsillo.

―La gema nos guiará. ―respondió Adler. El brillo de la gema era más brillante que nunca―. Está conectada con sus cuerpos que a su vez están en el mundo real. La gema es nuestro salvo conducto para salir de aquí. No creo que haya una gran distancia. Igual que en las otras dos zonas puede que encontremos un camino que de golpe de pasó al final de este lugar.

― ¿Qué haremos si se nos echan encima tras acabar con ese tal Slake?

―No lo harán.

― ¿Por qué? ―preguntó Hilda.

―Intentaré llegar a un acuerdo con él. Lo poco que ha dicho el Usurpador soldado de él, parece un tipo narcisista que ha ido diciendo a todo el mundo sobre el numerito que daría matándome. Le propondré un trato que deberá cumplir si tan seguro está de su capacidad de acabar conmigo...

―Yo lucharé también―interrumpió Hilda.

―No. Es mi lucha, Hilda―dijo con brusquedad Adler―. Te dije que me acompañaras, no que combatieras en mi guerra. Además, ya lo has oído. Me quiere a mí. Pienso darle ese placer para arrebatárselo. Hare un trato el cual no podrá rechazar sin ridiculizar su ego.

― ¿Y si no lo matas? Esas cosas son fuertes en nuestro mundo y aquí lo son más todavía.

Adler se quedó pensando. Fracasar era una opción que se había planteado a lo largo del camino, pero no quería aceptarla como real. ¿Qué iba a pasar con su familia y Hilda si moría? ¿Las dejarías escapar a ellas o correrían todo el mismo final? No, no iba a pensar de esa forma. Nadie puede saber el resultado de la pelea hasta que ha terminado.

La Senda OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora