𝗽𝗿𝗼𝗹𝗼𝗴𝘂𝗲.

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—Eso estuvo cerca.—Dejó escapar un suspiro enorme y se permitió estirarse sobre si misma, había llegado una mujer que necesitaba cesárea de emergencia y no había personal suficiente para atenderla. Fue una orden directa que ella se hiciera cargo.

Era extraño, incluso desilucionante, pensar que su primera cirugía fue en esas circunstancias tan bochornosas para aquella joven, pero al menos logró lo necesario y ahora ella estaba en post maternal con su bebé en brazos, realmente estaba feliz por ella.

Se quitó con cuidado el uniforme que había sacado prestado a una de las enfermeras reales, ya se había deshecho de los guantes y mascarilla cubiertos de sangre. Volvió a su atuendo normal, aquella linda falda negra con un par de volantes y el suéter blanco de punto grueso que iba sobre una camiseta gris de cuello alto. Se puso sus calcetas también niveas y se calzó las pantuflas que le habían dado.

Ahora sólo quería llegar a casa y dormir hasta el día siguiente. Riuuji no volvería esa noche pues debía patruyar y su padre menos, también ya había perdido su posibilidad de ir al festival, estaba muy cansada como para lidear con tanta gente.

Con calma puso lo necesario en su mochila, sabía que estaba mal Pero robó un par de cosas de los insumos. Después los repondrían. Quería practicar como suturar heridas abiertas, si bien sabía cómo hacerlo; siempre se podía mejorar ¿No?. Cerró el bolsito de textura suave por fuera y se encaminó hasta la entrada del pabellón, ahí había dejado sus zapatos.

—Bien hecho, Keihi-san.

—¡Hai-Hai!, realmente es toda una prodigio.

Le sonrió amablemente a ambas Tens, ellas habían sido un gran apoyo ese día. Les mandaría algún dulce al hospital para agradecerles.

—Cuidense ambas, muchas gracias.—Se despidió con una seña de manos. Se puso sus pequeñas plataformas estilo colegial y salió caminando rápido del hospital. Fuera de él ella era sólo una estudiante de secundaria común y corriente, le gustaba mucho esa sensación.

Estaba por doblar a la avenida principal pero recordó que por gracia del dichoso festival estas estarían cerradas, se quedó parada en la esquina de la vereda unos segundos pensando en que hacer. ¿Cómo podía llegar a casa ahora?, la idea maestra llegó a su cabeza. Su hermano le había mostrado un atajo por las calles colindantes, era su única opción.

La noche ya había caído sin remedio alguno, no podía evitar temer un poco ¿Y si algún hombre se le acercaba con malas intenciones?, ¿o si intentaban robarle?. Realmente más le doleria que le robaran el anticeptico que su celular.

¡Eso, su celular!. Metió su mano al bolsillo pequeño que tenía la mochila y sacó el aparato, marcó el número de Riuuji y lo mantuvo. Así si ocurría algo sólo debía marcarle y el sabría que las cosas iban mal. Una ráfaga helada se coló por sus piernas junto a un par de pequeñas gotas de agua, tembló. Debía apurar el paso.

—¡Nngh!.—Cerró los ojos temerosa al escuchar un quejido unas cinco calles más allá, diablos. No podía quedarse ahí, era peligroso.

Cuando abrió sus orbes azabaches y vio como frente a ella un chico corría con otro en brazos se congeló. Ambos tenían sangre y golpes encima, ¿Los habían asaltado?. Se preocupó en demasía al notar como la sangre del más alto se acumulaba en un punto específico de su abdomen.

—¡Déjalo en el suelo!.—Su mente no estaba actuando del todo con claridad, el rubio obedeció pero más por cansancio que porque realmente estuviera de acuerdo. Abrió de golpe su mochila y se agachó para llegar hasta el joven de cabello trenzado. Quitó el plástico de aquel kit que había robado momentos atrás y sacó la tijera para cortar su camiseta que originalmente era blanca pero ahora estaba empapada en rojo.

—¡Takemichi-kun!.—Voces femeninas se colaron en sus oídos pero no pudieron importarle menos. Ya con el par de guantes puestos y notando de frente la puñalada espantosa que tenía el chico se dedicó a desinfectar la zona. Él gruñia por el dolor y era completamente entendible, pero para su mala suerte no había robado anestecia.

—Dios, estas perdiendo mucha sangre.—Murmuró preocupada, una idea cruzó por su cabeza. De un tirón arrancó las correas de su bolso y uso ambas para apretar el abdomen del chico y así detener la hemorragia aunque sea de forma momentánea. Debía ir al hospital luego para que le inyectaran un par de litros.—Esto te va a doler mucho pero por favor aguantalo.

—¡¿Eh?!, ¡¿El pequeño Draken-kun ahora tiene una enfermera personal?!.—Sus manos estaban temblando pero se mantuvo firme y no separó sus pupilas del chico, este estaba intentando levantarse con todas sus fuerzas pero no lo dejo hacerlo.

—H-Hina y Emma, deben irse. Tu también, me ayudaste lo suficiente.—Su voz sonaba débil pero la mirada que le dio era inquebrantable.

"A veces las personas que más necesitan ayuda intentan evitarla, Kei-chan."

—No, quédate quieto.—Ni siquiera notó que había endurecido su voz y con toda la confianza en sus habilidades procedió a comenzar a suturar aquella herida.

Realmente no había estado prestando ni la más mínima atención a las voces ni a la lluvia a su al rededor hasta que el chico volvió a hablar.

—100.000.000 yenes a Takemichy.—Fruncio el ceño confundida, estaba a media sutura ¿y el bobo se ponía a apostar?. Negó y siguió con su trabajo ahora calmada ya que al fin se había quedado quieto.

El grito sordo que el otro chico dio la dejó temblando nuevamente, recién ahí levantó la vista para ver que estaba pasando.

Tragó duro, iba a salir muerta de ahí.

—¡Takemichi-kun!.—Comprendió por qué las chicas que estaban ahí también gritaban ahora.

Hizo el último nudo a la herida perfectamente cocida y sobre todo limpia, ahora no correría riesgo de infección y al parecer el sangrado había cesado. Lo único que le preocupaba era la gran cantidad de sangre que ya había perdido, no comprendía como seguía consciente.

Él realmente era demasiado fuerte.

—¡Mejor que no te sueltes, Takemichy!.—Estaba comenzando a desesperarse por la cantidad de gritos y quejidos que habían en el lugar, su corazón se había disparado. Necesitaba salir de ahí o que se callaran lo más pronto posible.

Un último alarido sonó de aquella voz tan asquerosa, luego hubo al fin un momento de silencio morbido.

—Hiciste más que suficiente, ahora por favor corre o te matarán.—El chico la había obligado a levantar la cabeza para verlo a la cara. Sintió las lágrimas bajar por su mejillas ¿en qué momento había comenzado a llorar?.

—No, te vas a abrir la herida, además estas débil.—Lo sujetó de los hombros al notar sus intenciones de levantarse

—No puedo dejar a mi amigo sólo.—Aquel tono era casi suplicante.—Vete con ellas, Emma te mantendrá a salvo.

Iba a volver a negarse pero sintió una mano alejandola de él, era la chica rubia.

—Vámonos, esto ya se salió de las manos de todos.—Ella estaba llorando también, se veía tan destrozada que no pudo negarse. Se levantó llevando sólo su teléfono consigo, debía marcarle a Riuuji.

Ambas junto a la pelinaranja salieron corriendo en dirección contraria.

—Tranquilas, Draken-kun y Takemichi-kun estarán bien.—Dijo la ojiambar quien las lideraba, la rubia afianzó su agarre en ella tomando su mano y entrelazado sus dedos.

—Muchísimas gracias por lo que hiciste por Draken-kun.—Draken, así se llamaba, pensó.

Ahora que ya estaban lejos del conflicto pudo comenzar a procesar las cosas, aquella rubia era Emma y la otra supuso que Hina. El chico Draken, el otro Takemichi.

Pero aún pensaba, ¿qué diablos era lo que había ocurrido?.

—¡Miren, la ambulancia!.

—Y la policía.—Completó.—Riuuji.

Por fin luego de todo aquel desastre pudo presionar el botón de llamar, fue cuestión de segundos para que su hermano le contestara.

—Riuuji Nii-chan, por favor ven a buscarme.

𝗙𝗶𝘅 𝘂𝘀.-ᵀᵒᵏʸᵒ ᴿᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora