𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐨𝐧𝐞.

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—Bah, siempre haces todo bien, pequeñita.—Las caricias en su cabeza le dieron una satisfacción enorme.—De no ser por ti ese chico hubiera llegado en estado crítico, podría haber muerto.

—No es para tanto, Nii-chan.—Se acurrucó entre los brazos protectores que siempre habían estado para ella, a diferencia de los de su padre.—Él en serio es muy fuerte, ¡Lo suture sin anestesia y no se desmayó!.

—Porque tu mano es liviana, de seguro ni siquiera sintió.—Negó pero Riuuji sólo rió por lo modesta que su hermanita podía llegar a ser siendo que probablemente le volaría el puesto hasta a los cargos más altos del hospital, y sólo tenía quince años.—Calla y acepta tus dotes de prodigio, o me molestaré.

—Bien, bien.—Puchereó. Estaban estacionados en la patrulla del mayor frente al gran establecimiento que era el hospital de su padre. Desde que tiene memoria ha estado entre cirugías y enfermeras, realmente jamás se ha considerado una prodigio como lo hace el resto; sólo aprendió las cosas más temprano de lo que debería.—¿Debes volver a tu ronda?

—Ya sabes que si, pero te llevaré pastel en la mañana.—Asintió sabiendo que ya le había robado mucho tiempo a su hermano, beso su mejilla y se bajó del vehículo.—¡Cuídate!.

—¡Hai-hai!.—Le sonrió para luego decirle adiós con la mano, Riuuji espero que ella entrará al edificio para irse.

Aún así se quedó helada en la puerta, vio sus manos; aún estaban manchadas de sangre. Al igual que su suéter, había dejado de ser pulcro, era irreparable. La sangre jamás salía.

De seguro los amigos de Draken estaban arriba esperando un diagnóstico, irremediablemente por la pérdida de sangre él había entrado en un Shock en la ambulancia. Si bien era relativamente grave sabía que no sería mortal porque ella actuó a tiempo y la ayuda llegó rápido, si hubiera tardado cinco minutos después él probablemente hubiera estado en condición crítica.

O hubiera muerto.

—¡Con permiso!.—Dos chicos pasaron corriendo a su lado, los hubiera regañado pero realmente no se sentía del todo capaz de hablar.

Todo aún parecía mentira.

Incluso en la ambulancia, cuando iba junto a Takemichi, Draken hablaba como si fuera a morir. Por eso en cuando llegaron corrió a refugiarse en brazos de su hermano, no podía soportarlo.

Ella no quería eso, no quería tener que ver gente morir, menos aún que sus vidas dependiesen de sus manos. Era demasiado.

—¿Estás bien?.—No supo que responderle a aquel joven ojigis que estaba mirándola con semblante confuso.—Estas llena de sangre...—Quiso reír de la pura ironía que esas palabras le causaban.

—Él podría haber muerto...—Murmuró a sabiendas de que el extraño no iba a entender y ella tampoco le iba a explicar.

—¿Te hicieron algo?.—Negó.

—No te preocupes por mi, ¿viniste a ver alguien, no?.

—Si, pero a una mujer jamás se le deja sola cuando está mal.

—En serio no te preocupes por mi, de seguro esa persona te necesita más que yo. De hecho también quiero ver a alguien.—Intentó sonreirle.

—Vale, te acompaño y después voy a ver a mi amigo.—Quiso negarse pero el rubio se veía realmente insistente. Asintió y ambos comenzaron a caminar hasta el ascensor, llegaron a pabellones al instante y lo dirigió hasta la sala de espera de la UCI del hospital. Sintió alivio al ver a Emma y Hina juntas aún y Ladeó la cabeza confundida al notar que el par que corrieron por los pasillos estaban allí. Tenían un escándalo.

—¡Mikey-kun!.—El ojiazul corrió hasta su acompañante ¿El también iba a ver a Draken?.—¡Keihi-san!. ¡Draken-kun-

—Takemichy, hacen mucho ruido, estamos en un hospital.—Sintió escalofríos por lo sería que había soñado la voz del tal Mikey.—Hablen con calma.

—Draken-kun entró en shock pero está bien, fue por la pérdida de sangre. Podrán estabilizarlo pronto y todo gracias a ella.—Takemichi paso su brazo por sus hombros, se removió incómoda.—Ella le cosio la puñalada en medio de la pelea ¡Fue genial!.

—Draken-san es muy fuerte, yo sólo hice lo que pude. Todo fue su mérito.—Negó de inmediato.

—Kenchin me prometió que seríamos dueños del país juntos.—Dijo.—El no sería tan deshonesto para no cumplir su palabra, Kei-chan, gracias por ayudarlo a cumplirla.—Se quedó estática por la sonrisa tan dulce que Mikey les había dado, sus mejillas adquirieron un tono rojizo que no pudo evitar.—Así que todos quedemonos tranquilos, Keinchin estará bien.

Fue como si realmente él hubiera prendido un interruptor que logró calmarlos a todos.

—¿Quieren un café?, iré a comprar a la máquina de al lado.—Les ofreció.

—No te molestes, muchas gracias Keihi.—Negó ante las palabras de Emma.

—Sólo pidan, no se preocupen por nada.

Salió de la pequeña sala con la orden de cuatro jugos, un té con leche y dos botellas de agua. Ya se sentía un poco mejor pero su boca estaba seca. Uso el truco secreto de la máquina que sólo ella sabía y se fue sin pagar ni un centavo con todas las bebidas entre sus brazos. Ahora que lo pensaba, Mikey se le hacía familiar.

Pero no sabía de donde.

Cuando volvió se encontró con Mitsuba-san, el médico de turno esa noche, dándoles el informe. No se sintió capaz de interrumpir aquel momento. Con cuidado, sólo dejó las botellas en una de las sillas y al fin con su corazón en calma, bajó. Necesitaba algo de aire.

—De no ser porque la señorita Minori ayudó a su amigo él hubiera tenido un ochenta y cinco porciento de posibilidades de morir.—Todos escucharon atentamente esas palabras.

—¿Minori?.—Cuestionó para si mismo el Sano.

—Si, ella es la hija prodigio del dueño de este hospital. Realmente fue su ángel de la guarda.—Comentó el médico.

—Debemos agradecerle entonces, chicos.—Todos asintieron a las palabras del ojiazul. Le debían la vida de Draken, no era para menos.

[...]

Ambos habían sobrepasado sus límites esa noche. Ninguno veía directamente al otro, sólo estaban juntos bajo el andén del hospital mientras descargaban la avalancha de emociones que se les había venido encima.

—Salvaste a Kenchin, los médicos dijeron que sin ti él no hubiera sobrevivido.—Manjiro fue el primero en hablar, ella sólo repitió el gesto que había hecho toda la noche; negar.

—Él hubiera sobrevivido de cualquier manera, es demasiado fuerte. Se aferraba a la vida de una forma que jamás había visto.—Murmuró sintiendo el frío en sus mejillas.

—Por favor no seas modesta conmigo, somos amigos ahora, Kei-chan.—Le sonrió a pesar de que lágrimas aún corrían de sus mejillas.—Tu salvaste a Kenchin así que déjame cuidar tu vida ahora.

—No me debe nada, Mikey-san. Sólo hice mi trabajo.—Intentó negarse.

—Déjame hacerlo como un voto de gratitud, es lo mínimo que puedo hacer.—Dudó, ella ni siquiera sabía quienes eran esos chicos.

"Somos amigos ahora, Kei-chan."

—Esta bien, pero si somos amigos debes dejar que los cuide también.—El rubio dejó escapar una carcajada bastante suave en comparación a todo lo que había visto de él hasta ahora.

—Trato hecho, Keihi-chan.

Jamás se imagino de todo lo que acarrearían aquellas palabras en el futuro.

𝗙𝗶𝘅 𝘂𝘀.-ᵀᵒᵏʸᵒ ᴿᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora