𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐬𝐢𝐱.

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Era impresionante la cantidad de información de tí que tiene un hospital sin que lo sepas. Todas las personas allí tenían un ojo clínico para detectar hasta el mínimo problema que pudieras tener, incluso ella misma reconocía haber aprendido a leer diferentes aspectos de las personas con una conversación tan simple como el clima del día.

Fue hace dos años cuando conoció a Kisaki, él tenia once años y cabello negro y lacio. Lágrimas empapaban sus anteojos.

Ella tenía trece y su padre había decidido que era buena idea meterla en aquel ambiente lo más pronto posible, fue de los primeros casos con anomalía psiquiátrica que conoció.

En aquel tiempo lo vio sólo como un chico que sufría de abuso en la escuela por ser bastante débil, físicamente lo era. Pero a la vez poseía una inteligencia impresionante.

Ataque de pánico, eso fue lo que su padre le dijo que el chico tenía. Ahora mismo se cuestiona, sabiendo lo incompetente que ese ese hombre, ¿cómo pudo llegar a creerle?.

Su encuentro el diez de agosto fue corto y conciso, él había sido amable dentro de lo que cabe pero claramente había cambiado, demasiado. Desde lo físico hasta que esa inteligencia se había potenciado a un nivel aterrador. Tetta Kisaki estaba en pie para volverse un criminal y no necesitó estar más de diez minutos con él para notarlo, tal vez siempre fue así y la inocencia que poseía a sus trece la cegaron, Ahora lo veía como lo más probable. Se alejó de él con un mal sabor de boca y rogando a los dioses no volver a pillarselo nunca más.

—Está en el segundo cajón de él archivador de metal, la carpeta roja.—Indicó a los dos jóvenes que tenía en frente. Ella se quedaría vigilando el pasillo, literalmente estaba poniendo su cabeza en la guillotina en ese momento.—Por favor apresurense y no hagan ruido.

Asintieron entrando a la oficina minúscula y llena de papeles que se suponía debían estar quemados para ese entonces, agradecía como nunca lo inútiles que eran asistentes de su padre en aquel instante. Pues si ellos hubieran cumplido el trabajo cuando se les indicó ella jamás hubiera tenido posibilidad de siquiera leer el informe, menos de ayudar a sus amigos.

Kisaki tenía problemas de ira, frustración, abuso y lo más relevante. Un trauma, que por desgracia desconocía; pero que lo hizo incapaz de sentir hasta la más mínima empatía con cualquier persona o ser vivo. Aquello combinado con su inteligencia era un maldito peligro. él realmente podría ser el villano de cualquier historia si quisiera.

Su actuar funcionaba a base de su cabeza, sus ideales eran asquerosos, lo dedujo en esa pequeña charla que tuvieron. Una bomba en potencia, o quizás incluso peor.

—Minori-san.—Oh, No, por favor.—¿Qué hace aquí?.

[...]

Aquel hombre daba vueltas por su oficina con un cigarro encendido en la boca, no la miraba. Sus pasos denotaban la más pura frustración.

—Keihi, ¿te das cuenta de lo que hiciste?.—No respondió, Aquello pareció enojarlo aún más.—¡Acabas de violar uno de los códigos del hospital!.

—¡Lo dices como si tu fueras muy correcto!.—Respondió, brava. Sacándole un gemido sorprendido a su progenitor.—¡No es como que siquiera puedas despedirme!.

—¡Te vió una enfermera, maldita sea!.—Volvió a gritar.—¡Me importa una mierda por qué lo hayas hecho!, si no te hubiera visto nadie ni siquiera me habría enterado ¡Pero eres tonta y ni siquiera para hacer algo malo sirves!. ¡¿Que harás si el becano se entera?!.

—¡Ya déjame en paz!. ¡Es mi problema, no tuyo!.—Reclamó.—¡Yo ni siquiera quiero hacer ese examen de mierda para que me den el título!, ¡Tú eres el que lo quiere!.

—¡¿Pero que estas diciendo?!.—El tema principal se había ido por el drenaje, algo que siempre ocurría cuando hablaba con aquel hombre.—¡Cualquiera querría eso! ¡¿Y tú lo desprecias?!.

—¡Si!, ¡Qué le den a tu puto examen!.—Gritó al fin, sintió un peso menos en sus hombros después de años, estaba tan frustrada, reprimida.—¡Váyanse todos a la mierda!.

—¡No seas insolente conmigo, Keihi!.

—¡Me voy de aquí! ¡No pienso escucharte un demonio!.—Se levantó de golpe del citial donde estaba.—¡Tú ni siquiera cumples el rol de padre, no tienes maldito derecho a reclamarme nada!.

—¡Por tu culpa tú madre me dejó!.—Odiaba que él dijera eso, siempre lo hacia y le dolía como la mierda, pues era cierto. Su pecho pinchó y sus ojos escocieron. Su padre pareció darse cuenta pues su semblante cambio y de inmediato intento acercarsele.—Princesa, yo-

—¡Te odio!, ¡Los odio a los dos!.—Lo alejó tirándose lo primero que sus manos agarraron del escritorio.—¡Ni siquiera los necesitaba!.—Mentía, como siempre terminaba mintiendo.

Todo niño necesita padres, ella no era la excepción. Por más que quisieran que lo fuera.

Salió dando un portazo, su maquillaje estaba corrido por las lágrimas amargas que caían de sus ojos. Los de seguridad se habían llevado a Draken y Mikey así que estaba sola.

De nuevo lo estaba.

Vagó por los pasillos sin importarle su aspecto o que todos los funcionarios la veían con pena, odiaba eso. Ella no quería dar pena, sólo quería...

¿Qué era lo que quería?. ¿Una familia?, ¿Amigos?, ¿Llevar una vida normal?.

Podría decir que sí a todas pero a la vez estaría mintiendo. Ella sólo quería personas que se preocuparan por ella. Riuuji lo hacía pero él estaba más enfocado en su trabajo, su amado hermano mayor. ¿Él se decepcionaría cuando supiera que renunció al título?, se veía tan emocionado por ello.

No quería decepcionarlo a él también.

Ignoró las preguntas de los guardias sobre si estaba bien o necesitaba algo Y salió directamente hasta el jardín del edifico sintiendo como su rostro se congelaba por las lágrimas en contacto del frío viento. Vió también como sus manos se veían sumamente pálidas, aún tenía las cicatrices de cuando a los ocho le enseñaron a usar un bisturí.

Su padre, ese maldito.

¿Por qué el le había hecho eso?, era sólo una niña, debía haber estado jugando con muñecas y llendo a la escuela. No usando jeringas ni aprendiendo los usos de distintos medicamentos. Era tan injusto, siempre eran tan injustos con ella. Le habían quitado toda su infancia de forma irreparable y ya era muy tarde, no era como si pudiera retroceder el tiempo.

Y aunque lo hiciera, ¿algo cambiaría?.

—Kei-chan.—Levantó la cabeza al escuchar la voz de Mikey a lo lejos, él y Draken estaban en la reja. Lo vió un par de segundos preguntándose que hacían allí antes de acercarse.—Ven aquí.

Un abrazo, ¿Hace cuanto que alguien no le daba un abrazo a ella?.

—Vamos, hace frío, no debes enfermar.—Sintió como el de trenza le ponía su chaqueta encima, ambos estaban ahí. Se habían quedado esperandola y ahora estaban cuidando de ella cuando ni siquiera se los había pedido o tenían el deber de hacerlo.

Tal vez su futuro no sería tan oscuro como pensaba.

𝗙𝗶𝘅 𝘂𝘀.-ᵀᵒᵏʸᵒ ᴿᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora