𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐟𝐨𝐮𝐫.

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—Sus niveles de azúcar están bien al igual que su presión, me alegra que haya estado cuidandose, Mikoto-san.—Le sonrió a la cálida mujer que estaba atendiendo, la señora Baji tenía diabetes e hipertensión, debía ser controlada de vez en cuando y había expresado que si no era ella quien lo hacía no pensaba ir a atenderse. Su carácter era bastante fuerte pero eso no quitaba que fuera amable y amorosa.

—Ay, pequeña. Ni ganas de comer tengo últimamente.—Se quejó.—Mi hijo me tiene de los nervios.

—Oh, ¿Él ha estado saliendo mucho de nuevo?.—Mikoto asintió. Si, además de doctora hacia rol de psicóloga con ella.

—Hay días que ni siquiera llega, estoy muy preocupada por él.—Notó bajo los anteojos de la mujer como lágrimas estaban comenzando a acumularse en sus ojos, odiaba verla llorar. Se levantó de su escritorio para dejar unas caricias en sus hombros.

—¿Y no le ha preguntado donde va?.

—Lo hice, ¡Claro que lo hice!.—Diablos, no debió haber preguntado eso.—Pero ese niño no me dice nada, ¿Acaso no confía en mi?.

—Estoy segura de que él la quiere mucho, Mikoto-san. Tal vez está metido en algún problema y se avergüenza de decírselo, lo digo por experiencia.—Aquellos recuerdos aún la atormentaban, era una de las cosas que le encantaría cambiar de su vida.

—No lo sé, Keihi-chan. Él realmente ha cambiado mucho, tengo la impresión de que es por los amigos que tiene. Pero realmente no puedo cuidarlo ¿Sabes?, me paso todo el día fuera de casa y-

—No, no se mortifique.—La corrigió volviendo a acariciar sus hombros para confortarla, no entendía como su hijo podía ser así teniendo alguien como ella.—Usted lo hace porque quiere sacarlo adelante, él no debería hacer a su madre llorar.

[...]

L

a visita de Mikoto-san le había dejado un trago amargo en su boca, no sabía por qué le estaba dando tantas vueltas a aquel asunto. Se tiró al sofá que la residencia tenía para relajar su espalda.

Pensó en Mikey y Draken, ¿Sus madres se sentirían como la señora Mikoto?. ¿O la madre de Takemichi?. Le parecía injusto, tan injusto que quería llorar.

¿Por qué la gente nunca cuida lo que tiene?, pensaba. Ella daría todo por tener a una progenitora así, o más que nada; para que la que tiene de comportara como una realmente.

—Kei, ¿Estás dormida?.

—Papá.—No había escuchado sus pasos a pesar de que había aprendido a reconocerlos. Se sentó derecha para verlo a la cara.

—Si estás muy cansada puedes irte a casa, debes descansar para el Jueves.

—No, aún debo hacer algunas cosas.—Excusó, la verdad es que aún no quería tener que volver a aquel edificio espacioso y vacío. Frío y oscuro; solitario.

—No te sobreesfuerces, hija.—Asintió. —Te prometo que el fin de semana iré a casa.

—Bien, papá.—Mentía, Sabía que mentía. Llevaba años diciendo eso sin cumplirlo, esta vez no iba a ser la excepción.

No se despidió antes de salir y volver a dejarla sola en aquel cuarto de paredes amarillentas por la humedad, suspiró. Siempre podía volver a organizar las reservas de insumos.

Estaba tan cansada y ni siquiera sabía de qué.

[...]

—¡Keihi-chan!.—Le sorprendió encontrarse a Hina cuando iba camino a casa, ella iba junto a Emma, seguramente habían estado paseando.

—Hina-chan, Emma-chan.—Las saludó acercándose.—¿Cómo están?.

—Aburridas, por eso fuimos al centro comercial.—Comenzó la rubia.—Ahora vamos a comer, ¿Quieres acompañarnos?.

—¿En serio?.—No lo sabía pero sus ojos brillaron.

—¡Claro!, podemos ir al parque después.—Propuso la pelirroja.

—Me encantaría.—Sonrió luego de toda la tarde.—Conozco un restaurant nuevo muy bueno.

—Llevanos entonces.

El local era modesto y tradicional. ¿Su especialidad?, Ramen. Entraron encantadas y un joven no tardó en llevarlas a una de las mesas disponibles.

—Vaya, todo se ve delicioso.—Murmuró maravillada la Tachibana observando el menú minuciosamente.

—Hai, siento que necesito venir de nuevo después para probar todo.—La rubia le dio la razón. Ella sonrió satisfecha de que su elección del lugar no haya sido errada.

Pidieron cada una el plato que más les llamó la atención y les dijeron que el tiempo de espera era de aproximadamente unos quince a veinte minutos, asintieron pensando que definitivamente valía la pena.

—Y Cuéntame, Kei-chan ¿qué tal se ha portado mi hermano contigo?.—Si hubiera tenido agua en la boca definitivamente la habría escupido.

—Él es muy amable, Emma-chan.—Respondió de inmediato.—Va casi todos los días a saludarme en mis descansos del almuerzo o a veces me lleva a casa en su moto por las tardes. Aunque hoy no vino.

—Bah, es porque hay reunión de Toman.—Le restó importancia la ojioliva.—¿Entonces si llega al almuerzo?, me parece un milagro que no se duerma en el camino.

—¿Mikey-kun duerme mucho?.

—Takemichi-kun me contó que a veces Draken-kun lo tiene que llevar cargando porque se duerme en cualquier parte.—No pudo evitar soltar unas pequeñas risillas que intentó cubrir con su mano. Mikey era alguien bastante multifscetico por lo visto.

—Mi hermano es como un perezoso, estoy segura de que si lo cuelgas en una rama ahí se queda.—Ahora todas rieron, le gustó el ambiente. ¿Así se sentía salir con amigas después de clases?.

—Pobre Mikey-kun, yo siento que es más como un Koala, también come mucho.—Comentó, Emma asintió Y Hina la miró interesada.—Siempre tengo galletas en mi casillero del hospital y el se puede comer un paquete entero en dos segundos.

—No me extraña para nada, tiene estómago de aspiradora.

—A Takemichi-kun le gusta mucho lo dulce pero yo no se cocinar.—Se quejó la colorina.—Una vez intente hacerle un bizcocho, Se lo comió pero estoy segura de que estaba horrible.

—A Draken-kun le gusta más lo salado, pero estoy segura de que si le doy algo se lo terminaría comiendo Mikey.—Bufó la otra.—¿Tú no tienes a nadie que te guste, Kei-chan?.

Aquella era una buena pregunta.

—En realidad no, creo que lo más cercano que he estado a enamorarme de alguien fue Tuxido mask.—Confesó avergonzada.

—Bah, un día te voy a llevar a alguna reunión de Toman, tal vez te gusta alguno de los chicos.—Iba a responder pero la rubia volvió a hablar.—Aunque a veces parecen gatos que pelearon en el techo.

—Pero como Kei-chan es doctora podría curarlo luego de las peleas, ¿no es romántico?.

—¡Es cierto, Hina-chan!.—Aquello era tan divertido.—Kei-chan, ¡enseñame a curar heridas para cuidar de Draken-kun!.

—¡Si!, ¡Yo también quiero cuidar de Takemichi-kun!.

No sabía por qué pero ahora sentía la energía acumulada de años llegaba hasta si misma.

—¡Cuando quieran, chicas!.

𝗙𝗶𝘅 𝘂𝘀.-ᵀᵒᵏʸᵒ ᴿᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora