𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐰𝐨.

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—Bien, tus vendas ya están cambiadas.—Le sonrió al rubio.—¿Necesitas algo más?, ya falta poco para que traigan tu almuerzo.

—Muchas gracias, Keihi.—Ken no podía evitarlo, cada vez que tenía la oportunidad le agradecía a la joven. Sentía que tenía una deuda impagable con ella.

—Por favor no me agradezcas más, somos amigos ahora, Draken-kun, los amigos se ayudan.—Le sonrió. Luego de aquel suceso su padre le había dado la regalía de atender al joven que ahora tenía en frente. Ya habían pasado tres días y él había mejorado bastante bien, probablemente saldría en un par más.—Mikey-kun dijo que vendría esta tarde cuando te dormiste.

—Lo esperaré entonces.

En aquel tiempo había aprendido algunas cosas de ellos, eran un par ciertamente único pero hacían una dupla perfecta. También le habían contado un poco acerca de la Tokyo Manji, tuvo sentimientos encontrados al principio, ¡Ellos tenían su edad y hasta sabían andar en moto!. Además le explicaron que el incidente de Draken había sido un conflicto de la pandilla y que actualmente estaban en reuniones para dar un siguiente paso.

Ciertamente era una realidad que jamás había visto y suponía una vida prácticamente opuesta a la suya. Se preguntó a si misma si tal vez su hermano había detenido a alguno de los amigos de Mikey-kun alguna vez.

Además, en un tiempo récord, se había corrido el rumor de que ella estaba asociada con criminales en su Instituto. ¿Acaso sus estúpidas compañeras tenían una cámara siguiendo las veinticuatro horas?, Dios.

Dos golpes y una seña en la ventanilla de la puerta la sacaron de la habitación, se disculpó con Draken y salió para encontrarse con la persona que menos deseaba ver en ese instante.

—¿Masamune?.—Si fuera otro tipo de persona se hubiera lanzado a golpearlo, pero ella era una dama. No se rebajará a ese nivel.

—Keihi, mi vid-

—No soy tu vida, no soy nada tuyo. Es más ¿Qué haces aquí?.—Lo interrumpió, aquellos apodos le daban asco.—Estoy ocupada.

—¿Y no puedes hacerte un tiempo para mi?.

—No.—Le sonrió.—Si viniste sólo a hablar estupideces entonces me voy.

—Yah, ¿por qué estás tan a la defensiva?.—El castaño hizo uso de su estatura mayor para arrinconarla en la pared, Keihi frunció el ceño considerando gritar como su mejor opción.

—¡Sueltame!.—Chilló cuando sus manos se colaron en su cintura. Se sintió pequeña, tenía miedo. No había nadie además de ellos en el pasillo, sus piernas estaban comenzando a flaquear.

—Oi.—Aquella literalmente fue la voz de su salvación.—Creí escuchar que te dijo que la soltaras.

—¿Y tú de donde saliste, enano?.—Su tono fue completamente despectivo, vaya que no sabía con quien se estaba metiendo.

—La estás molestando, sueltala.—El avellana rió con sorna tomando las muñecas de la pelinegra para apretarla con más fuerza contra el frío cemento.

—M-Mikey-kun...—Aquel quejido fue suficiente para que el rubio reaccionara en patear sin duda alguna la cara de aquel imbécil. Lo tiró al suelo con la boca sangrando, tal vez había perdido un diente.

—Jamás debes asustar a una mujer.—No dudó en llegar hasta el ojigris y esconderse tras él cuando Masamune se levantó a penas.

—Quien te crees que eres, niñato de mierda.—Bramó secando el líquido rojizo que salía de sus labios.

𝗙𝗶𝘅 𝘂𝘀.-ᵀᵒᵏʸᵒ ᴿᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora