· Narra Thomas ·
Ahora estaba sentado, solo, en la mesa de una cafetería, disfrutando de unos buenos waffles belgas con mantequilla y miel de Maple, estaban deliciosos, no tanto como los que hace mi tía pero ajá.
Reí mudó al ver a la muchacha que hizo menudo escándalo, al parecer le estaba reclamando algo a Dimitri, y valla que parece un problema bastante serio porque empezó a llorar un tanto dramática.
Di otro sorbo a mi malteada y seguí viendo la pequeña discusión, por unos segundos la muchacha me miró fijamente con odió y rabia, y yo no tenía ni idea de por que. Incómodo gire mi vista a la calle, en la que una que otra persona cruzaba y varios autos pasaban por allí.
Lanze un gran suspiro al ver a un niño paseando con sus padres que le tenían las manos agarrados, al parecer estaban hablando de algo divertido ya que reían y sonreían.
Alguna vez yo también paseé de la mano de mis padres cuando tenía cinco o seis años, no lo recuerdo pero tengo la esperanza de que si paso. Era triste saber que solo contabas con un solo familiar.
Ya que, si al caso vamos, mi abuelo me odia y me odiara hasta el fin de sus días, mi tía dice que no es así, pero yo se que sí, desde la "accidental" muerte de mi papá algo cambió en el.
- ¡Esto no se va a quedar asi Dimitri! - grito la muchacha sacándome de mis pensamientos, ella se iba dando grandes zancadas a quien sabe dónde.
Dimitri rodó los ojos y entro en la cafetería, dirigiéndose hacía la mesa, el me vió y me regaló una sonrisa, yo copié su acción.
- ¿Y que tal los waffles? ¿Te gustaron? - pregunto haciendo referencia a que ya me los había terminado todos, asentí.
- Si, estaban muy buenos pero no tantos como los de mi tía Cass. - dije rascándome la nuca.
- ¿Los que se comió el gato? - asentí otra vez, ese pinche gato.
- El señor Winston algún día me las pagará. - dije con los ojos entrecerrados y tomando un gran sorbo de la interminable malteada.
El se rió un poco de mi expresión y asintió, y por fin tomo su capuchino para beberlo, y pensaba yo que solo lo había pedido para gastar dinero.
- Oye Thomas, ¿Y de dónde eres? - me preguntó dejando la taza en la mesa.
- Filadelfia, en Pensilvania. ¿Y tu, siempre has vivido aquí? - respondí y le pregunté.
- Si, ¿Por qué se mudaron? - otra vez me preguntó.
Mordí un poco mis labios, - Es un tema difícil.
- Todo es muy difícil contigo. - dijo ya con resignación, yo reí un poco.
- Oye, - lo llame, y el miró. - por mera curiosidad, y solo por mera curiosidad eh, - le aclare y el arqueó una ceja. - ¿Quien era ella? - le pregunté a lo que el captó rápidamente.
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𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋
Werewolf𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒂𝒏 𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒄𝒖𝒃𝒓𝒆𝒏 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒎𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒔𝒂𝒈𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒐𝒔, 𝒑𝒖𝒆𝒔 𝒆𝒍 𝒅𝒊𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒊 𝒉𝒊𝒋𝒐 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒆 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒍𝒂 𝒕𝒊𝒆𝒓𝒓𝒂 𝒂 𝒕𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒄𝒂𝒔𝒕𝒊𝒈𝒂𝒓𝒂. Thomas, 14 años, un...