Capítulo IV

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— Teníamos un maldito acuerdo Chris

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— Teníamos un maldito acuerdo Chris. — gruño el hombre al otro lado le da mesa cuadrada.

— Tu violaste el acuerdo primero, atacaron a tres de los nuestros y los dejaron en el hospital. — contesto amargamente el de traje negro.

— Te he dicho que no hemos sido nosotros. — ya se le estaba agotando la poca paciencia que tenía, harto estaba ya de la acusación falsa.

La tensión en el se ambiente era realmente horrible, las ganas de matarse de esos dos hombres era más fuerte que la pega industrial. Se odiaban y punto.

— Vale. — trago pesadamente y se levantó de la silla. — Quedan sancionados por 6 meses hasta que encontremos al supuesto "culpable". Nadie puede salir de tu territorio hasta que se cumpla la sanción.

— Chris, por amor a los dioses, hay muchos niños en la manada que asisten a la escuela no pueden faltar. — alegó intentando hacerlo entrar en razón.

— Mis hombres también tenían niños. Niños que posiblemente nunca vuelvan a ver a sus padres Dimitri. — golpeó con frustración la mesa haciendo que el lobo sacará a relucir su filosa dentadura.

— Deja que los escolte yo mismo a la escuela, te juro que ningúno aparte de mi persona y mi beta saldran del territorio. — dijo serio, ya con una vena marcada en la cien. — Si quieres manda a tus lacayos a vigilar las afueras del terreno, pero no metas a los cachorros en el lío.

— Lo pensaré.

Dijo el rubio de espaldas mientras salía de la habitación dejando al lobo con las venas marcadas con una ira incontrolable. Furioso pateó la mesa con fuerza estrellando la con la pared.

Sea lo que estuviera causando estragos en la zona verde de Dakota, los estaba arrastrando con ello. Estaban arruinando el tratado de paz que había sido construido hace dos décadas atrás.

— Hey, ¿Que sucedió? — entro Nathan desconcertado a la habitación mientras observaba el desastre.

— Estamos sancionados, — gruño enfadado. — Necesito que te comuniques reúnas a todos los padres de los cachorros que van a la secundaria en el pueblo.

— No me jodas Dimitri, ¿Es por lo que pasó a las orillas del lago? — se llevó las manos a la cabeza exasperado, olía su preocupación. — Pero si no hemos sido nosotros, es injusto, deberíamos quejarnos con el consejo.

— No. Creo que lo que sea que está causando esto quiere crear una guerra. — me levanté y camine hacia la puerta.

— ¿Que, por qué lo haría? — pregunto confundido.

— Tengo un mal presentimiento. Y va a empeorar.

 Y va a empeorar

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𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐀𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora