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Tsukishima Kei era un niño arisco, y muy egoísta, o al menos así quería verse con todos, pero, entonces, qué hacía metiéndose en una pelea que no era suya

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Tsukishima Kei era un niño arisco, y muy egoísta, o al menos así quería verse con todos, pero, entonces, qué hacía metiéndose en una pelea que no era suya...

Las semanas pasaban y aun no encontraba a su alma gemela, Tsukishima empezaba a impacientarse, tampoco quería esperar años para encontrar a su alma gemela, o qué pasaba si no vivía en Miyagi, ¿y si vivía en Tokio?, ¿Tendría que buscar allí?, ¿O peor, que haría si vivía en Canadá? No sabía dónde quedaba Canadá, pero su hermano le dijo que estaba lejos y él no quería que estuviera tan lejos.

Sabía que no iba a su salón y en parte lo agradece, todas las niñas de allí eran muy escandalosas, y para nada bonitas, a él no le gustaban, y es que Tsukishima Kei tenía un ideal de su pareja, no le importaba si fuese niño o niña, porque en su aula un niño había encontrado a su alma gemela en otro muchacho del curso, sabía que esos casos se daban, así que no pensaba matar su cabeza con eso.

No sabría como sería, pero quería que fuese lindo, una persona que no fuese tan escandalosa, ni impulsiva, pero que fuese más expresivo que él, le gustaría que pueda hacer trenzas en su cabello, como se las hace a su mamá cuando está cansada.

También le gustaría que sepa de dinosaurios para tener alguien a quien compartirle su pequeña bitácora que armó mientras imaginaba las grandes aventuras que habría tenido al lado del señor rex si este tuviera vida.

– ¡Kei, se hace tarde, apurate!
– ¡Ya voy mamá! – respondió y alistó sus últimos libros para apurarse a salir.

Tomó el bento que su madre había dejado sobre la mesa y salió de casa.

– ¡Ten cuidado al cruzar la calle Kei!
– ¡Lo tendré madre! - gritó de vuelta, no es que no confiara en él pero lo había notado distraído estos últimos días y podría jurar que hasta un poco ansioso.

Tsukishima iba muy concentrado en el camino, tarareando las rutas que le había enseñado su madre, cruzaba las cebras, caminaba hasta el edificio que tenía un naranjo al lado, y lo sabía porque ella se lo había comentado, doblaba hacia el parque, el parque...

¿Por qué había varios niños reunidos en el parque?

Pudo ver como habían unos cuantos niños de su edad reunidos, hablando y riendo de algo, no... se estaban riendo de alguien...

Fácilmente podría ignorarlos y seguir de largo pero no entendía porque no lo hizo, bueno, quizá no era tan desinteresado como los demás lo creían.

Pero de pronto todo empezó a colorearse y le dió miedo, todo fue muy rápido y su cerebro aún trataba de procesar que un chico era su alma gemela, que había encontrado a su alma gemela.

Y quería hacer algo para hacerse notar, porque aquel pelioliva estaba llorando con la cabeza gacha sin reparar en su presencia y le dolía, cómo es que habían niños tan crueles para hacerles eso a alguien, y no lo conocía pero podía jurar que ese era ser más puro que podía conocer.

– Patético - soltó sin pensar pero era claro para los demás, pudo notar como los niños voltearon a verlo, y el pequeño que aún seguía soltando jadeos casi inaudibles calló al verlo directamente, y allí justo en ese momento se dió cuenta de que él también lo había descubierto y quiso decirle pero no sería conveniente con tanto público presente, porque lo que diría no era dirigido hacia nadie que no fuera el pecoso que tenía en frente.

– No es tu asunto - ladró el que parecía ser el líder de ese pequeño grupo de matones – ¿Acaso buscas pelea? – Y ahí venía su ya conocida actitud.

–No podrías ni aunque lo intentaras – le sonrió de vuelta. – Pero inténtalo.

–Esto no es divertido – soltó para alejarse con los otros detras de él.

Pudo observar cómo el otro niño seguía sentado en el piso con su mochila a su lado y con uno que otro rasguño en el rostro, y no sabe cómo explicar que se esté acercando tanto a él, pero se siente correcto, y eso es más que suficiente.

– Hola
– Hola
– Déjame ayudarte, tú, tienes algo de tierra en el rostro, tengo... Yo, debo tener un pañuelo por...
–Yo... Sí, yo también creo...

Desde cuando Tsukishima Kei había empezado a tartamudear, y ¿por qué sentía tanto calor justo ahora?

– No te muevas - dijo antes de pasar el pañuelo por su rostro suavemente, buscando retirar la suciedad.

Y mientras lo hacía pudo notar las pecas que hacían tan encantador a ese pequeño niño, que por decisiones del destino había resultado ser su alma gemela.

Y aunque Tsukishima Kei tenía un ideal de pareja perfectamente podía renunciar a él por quedarse con el muchacho con pecas que estaba a su lado.






AAAAAAAAAAAAAAAAAAAA HOLAAAAAA, adivinen quién dijo que iba a actualizar los martes y sube el capítulo un jueves? 🤡 En fin, esta semana fue un caos total, ahora no sólo estudio, también trabajo 😩 y por eso tengo menos tiempo del normal, pero ey! Avancé el episodio dos, espero que lo disfruten, muchas gracias por leer, saben algo siento que va tomando forma a lo que quiero llegar con esta fic y lo amo, ah cierto tengo como 4 ideas en borradores, pero espero subirlas cuando tenga avanzado este para no complicar tanto las cosas y que disfruten esto, otra vez, muchas gracias.

-Al 💖

Pecas - TsukiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora