Chocolate y churros.

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—   ¿Señorito?.- A pesar de lo guapo que era, estaba conociendo su fase Bruno-o sea esa en la que la arrogancia sale a flote- y eso me molestó muchísimo.-¿Cuántos años tienes Kyriakis? Seguro tienes la misma edad que Bruno, así que nos seas estirado. Y en cuanto a tu machismo, déjame decirte que esta igual que esta mañana cuando te levantaste, ahora si me disculpas.-Dije empujándolo para poder pasar, a pesar de que la calle era bastante ancha.

—   Las mujeres como tú, siempre se hacen las dignas cuando les dicen la verdad…

—   ¿Disculpa?- Sentí hervir mi cara- ¿Las mujeres como yo?, que sabes tú de mi, idiota engreído.

—   Lo que cualquier persona con ojos vería en ti. Te embarazas de un hombre con dinero para así poder sacar partido, aunque ni siquiera lo ames, ¿O a caso te atreverás a decirme que le quieres?, creo que hasta la otra punta de España se dieron cuenta de que lo único que te faltó, fue vomitarle encima.

—   De hecho eso, amigo mío, no es asunto tuyo, si quieres creer que soy ese tipo de mujer adelante.

—   Además no has dejado de desnudarme con la mirada, a pesar de estar con él, ¿Qué más puedo pensar?

—   Eso no es cierto.-Me giré con el rostro encendido nuevamente, yo que siempre había sido tan segura y tan valiente, no hacía más que sonrojarme ante cualquier cosa que ese hombre dijese, y lo peor es que se había dado cuenta. ¡Dios bendito!, Si no hubiera estado con Bruno, lo habría violado allí mismo.

Me sujetó del brazo y me giró hasta que nuestras miradas se chocaron y creo que solté un gemido al sentir su cuerpo pegado al mío, la forma en la que me miraba, una mezcla entre furia y deseo, suavicé la mirada y él me recogió un mechón de cabello para poderlo poner detrás de la oreja.

—   ¿Qué diría Bruno al ver la forma en que me miras ahora mismo?-Sonrió pícaramente.

Así que de eso se trataba todo, de demostrarme que yo era una furcia que se derretía por otros hombres mientras estaba prometida con otro, y además de ser una caza fortunas.

Bueno pues si eso quería creer, no me importaba después de que me besara y ya de paso me tomara ahí mismo. Sacudí la cabeza como despertando de un sueño, uno maravilloso a propósito, y lo abofeteé.

—   Diría que eres un imbécil.

Me giré y empecé a caminar deprisa mientras escuchaba como soltaba una carcajada, ¿Cómo un hombre podía reírse tan sensualmente? .

Cuando a lo lejos, dejé de oírlo, me empecé a sentir mareada, y muy cansada, así que decidí volver al parque a aquellos columpios. Cuando hube llegado parecía que acababa de correr una maratón. Decidí que no dejaría que ningún hombre volviera a tratarme como aquel tipo, del cual no sabía ni su nombre y que rompería el compromiso con Bruno, al sacar el móvil y leer lo mensajes que me había dejado, desde frases insultándome hasta las disculpas más humillantes, después le contesté un simple, se acabó.

Quizás esa no es la forma más adecuada para dejar a alguien, y mucho menos cuando estas embarazada pero en el fondo sabía que si no lo hacía en ese momento, más tarde me dejaría embaucar por sus zalamerías y sus frases de lastima. Si había estado tanto tiempo con alguien sin quererlo, sabe Dios de lo que era capaz de hacer por pena y movida por las hormonas…

Sin sabe cuándo ni porqué, empecé a llorar balanceándome en aquel columpio oxidado, justo cuando no tenia con que limpiarme, apareció aquel hombre tan sexy y estúpido a la vez, para ofrecerme su pañuelo.

—   No gracias.- dije orgullosa.

—   No es sexy una chica que se sorbe los mocos.

—   Yo no…- inevitablemente tuve que sorberlos antes de continuar.- ¡Ah! Solo lárgate y déjame en paz.

Durará tanto como lo cuides y lo cuidarás tanto como lo quieras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora