My Sweet Little Hawk

⇢ 1 ⇠

[NOTA INICIAL: No recordaba que esto ya estaba casi terminado XD mátenme. Por cierto, esta historia viene del universo de Winter's Fall. Intentaré revisar los borradores estos días y subirlos, (solo para asegurarme que tienen sentido).]

Primera visita de Loki a Midgard

Clint observó cómo la punta del cetro dorado tocaba su pecho. La ola azul de energía invadió su cuerpo, heló su sangre y empezó a correr por todo su organismo, apoderándose de él, de su voluntad y sentido común. 

En un instante, Clint jadeó sorprendido al perder el control total de sí mismo. Se sintió... bien.

Un dedo alargado y frío tocó su barbilla y lo instó a alzar su rostro. Sus ojos ahora azul eléctrico, asemejando el brillo iridiscente del cetro, encontraron la mirada de su nuevo Amo. Su dueño. La única persona que existía en su cabeza era Loki.

—Amo —susurró Clint, anonadado que el dios asgardiano sea tan benevolente para tocarlo tan íntimamente como ahora.

Loki esbozó una lobuna sonrisa mientras inclinaba su rostro más cerca de su nuevo y leal sirviente.

—Así es, mi querido halcón.. —respondió complacido, ya quería presumir su nuevo juguete frente a los Vengadores, sabía que más de alguno pegaría el grito en el cielo...

⇢ ⇢ ⇢ ⇢ ⇢

Loki formó a su equipo táctico en cuestión de minutos. Tenía al buen doctor Selvig y otros agentes de SHIELD ayudándolo con su siniestro plan de invadir Midgard. Cada día, Loki se aseguró de impartir caos y recibir obediencia de aquellos que quedaban vivos. Tenía a un buen escuadrón de súbditos cuidando sus espaldas, y sobre todo un leal comandante en jefe...

Una tarde, Loki se hallaba sentado a la mesa de diseño donde Selvig, a su par, intentaba construir un portal agujero de gusano que trajese al ejército Chitauri a Midgard. Los ojos azules y brillantes del doctor, miraban el plano original del dios asgardiano mientras fruncía el ceño y rayaba el bosquejo con su propia caligrafía y diseños.

—Hay tantas cosas sin sentido en este diagrama, esto no debería ir aquí, el Teseracto puede ocuparse de esto y esto —se quejó Selvig, con nadie en particular, el dios pelinegro no estaba escuchándolo.

Loki seguía observando más allá de la zona de trabajo de Selvig, hacia la amplia sala donde el más leal de sus súbditos le daba una paliza a todo su equipo. Clint sabía defenderse, sabía combate cuerpo a cuerpo, y también era un sucio hijo de perra que venció a todos con llaves o puñetazos que inhabilitaron la pelea. Fue poético verlo luchar...

—¡¿Y todo esto para qué?! —siguió parloteando el irritado doctor, esta vez mirando hacia Loki—, no es necesario un botón de autodestrucción, ¡Eso me llevará otro día de trabajo! y de todas formas, ¿por qué querría destruir mi propia creación? El plan es invadir Midgard a toda costa, una espontánea autodestrucción es lo último que necesito. Así que por favor, ilústrame, ¿por qué se requiere una opción tan radical?

Loki lo miró de reojo, no se molestó en quitar su barbilla de la palma de su mano.

—Porque ese botón es importante —respondió con su voz persuasiva, mirando a los ojos azules nada naturales del hombre—. ¿No te parece?

Selvig asintió despacio, parecía que su control mental acababa de ser reforzado. Él no lo notó, pero Loki nunca soltaba su cetro, y este yacía sobre la mesa frente a ellos, el dios pelinegro sujetando el mango de oro mientras la filosa punta dorada oscilaba sobre el dorso de la mano del doctor, obligándolo con poder mental del Teseracto a aceptar que la idea de destruir la máquina en caso de emergencia, era necesario.