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Reprimenda a Loki

Thor regresó a Asgard, molesto como la mierda por el desastre que su hermano provocó en Midgard. No podía creer la desfachatez de Loki por querer arruinar cada cosa buena que él conseguía. Era un idiota egoísta, eso es lo que era. Destruyó tanto, hirió a muchos y ¿para qué? Thor no creía que su hermano menor supiese la razón de sus propias acciones.

Heimdall saludó a ambos cuando los trajo de regreso, obviamente fue menos efusivo con el prisionero de Thor, su propio hermano. Los ojos verdes de Loki miraron con aburrimiento al guardián del Bifrost, mientras era empujado de mala gana hacia la entrada a Asgard.

Loki caminó, porque Thor era así de mal nacido que no lo dejaría llegar volando al jodido castillo de sus padres. Fue una caminata estúpidamente larga, y tediosa. En todo el trayecto, Thor no se cansó de recordarle su villanía y reprocharle sus infantiles impulsos.

Pero Loki no lo escuchó para nada, no cuando en su cabeza solo había espacio para una sola persona. Se preguntó qué tan feliz estaría ahora su preciado halcón sin él. ¿Acaso celebraría su libertad? ¿Volvería a volar tan alto para herirse? ¿Tendría la osadía de buscar otro dueño que reemplazase a Loki? El corazón negro y maltrecho que Thor consideraba que su hermano tenía, dolió sobremanera al imaginarse libre a la avecilla de presa que tanto se molestó en cuidar y amar.

Antes de lo pensando, a Loki se le olvidó la caminata de la redención que su hermano lo obligó a sobrellevar. Así cómo ignoró a todo asgardiano que los observaba con desconcierto. No era la primera vez que Thor acarreaba a su hermano con grilletes o envuelto en cadenas como ganado, pero en definitiva la imagen era lo suficiente fuerte para que muchos alzasen sus cejas, y mirasen interrogativamente de un hermano a otro.

—Espero hayas estado planeando tu jodido discurso de arrepentimiento para nuestro padre —lo sermoneó Thor, empujándolo al interior del castillo—. Porque no pienso ayudarte esta vez. Todo lo que ocurrió en Midgard, vas a pagarlo muy caro, Loki. De eso me encargo yo.

Loki rodó sus ojos. Y el hermano teatral era él. Por favor.

—Mis hijos... —murmuró Odín, sentado en su trono, observando sin ninguna pizca de asombro a sus dos hijos avanzar por la enorme habitación de ceremonias.

No era la primera vez que Thor capturaba a su hermano menor y lo traía ante él para ser castigado. Loki era demasiado travieso, Odín tenía que admitir, y para mala suerte de Thor él era uno de sus blancos preferidos para jugarle muy malas bromas.

—Veo que has encontrado a tu hermano, Thor —suspiró Odín, acomodándose en su algo duro asiento.

—Padre, lo hallé en Midgard, provocando el caos como de costumbre —siseó Thor, con voz turbia y tan molesto que no sintió compasión de sujetar el brazo de Loki con extra fuerza—. Loki no solo robó el Teseracto, intentó ser el único soberano de Midgard. No sé cómo se hizo del ejército Chitauri para impartir terror, pero casi acaba con toda la Tierra.

Odín alzó ambas cejas, eso lo sorprendió. Cuando miró hacia Loki, solo notó sus ojos verdes y su mirada desafiante. Ese pequeño cabeza hueca. Las ganas de darle un zape fueron grandes.

—Thor, quítale el bozal. Déjalo defenderse antes que lo castigue por sus acciones.

Thor no quería, pero no tuvo de otra que obedecer a su padre. Removió el mágico artefacto, y Loki exhaló una vez, antes de regresar su atención a Odín, sentado con toda su soberanía sobre el trono que él obtendría algún día.

—Loki —lo llamó su padre, el rey sonó resignado—. ¿Lo que tu hermano dice es verdad?

Loki alzó su terca barbilla.

My Sweet Little HawkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora