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Loki el Incubus

Thor bajó una mañana hacia las catacumbas. Sus amigos midgardianos regresaron a su planeta y finalmente él tenía tiempo para cerciorarse que su hermano menor seguía vivo. Se sorprendió sobremanera cuando fue recibido por un sonriente Loki, lleno de vida y optimismo.

—¿Y a ti qué te pasa? ¿Por qué estás tan feliz? —le reclamó confundido.

Loki se encogió de hombros y bebió otro sorbo de su rico té.

—Es una bonita mañana, hermano.

Thor frunció el ceño.

—Aquí ni siquiera pega el sol, Loki. ¿Cómo sabrías algo así?

—Intuición —admitió como si nada, antes de sonreír aún más—. Ya escuché que tu festín fue todo un éxito. Felicitaciones, hermano.

—Gracias, supongo —replicó Thor antes que las palabras de Loki tuviesen sentido en su cabeza—. Espera, ¿quién te dijo eso?

Thor observó a su hermano con seriedad, en busca de una explicación. Pero Loki estaba ocupado masticando una pequeña tartaleta de frutas, el dios de las travesuras se encogió de hombros, restándole importancia.

—Un pajarito me lo dijo.

Thor no entendió la importancia de esa declaración. Solo asintió despacio, meditabundo.

—Correcto Bueno, no sé por qué estás de buen humor hoy, pero supongo que no me lo dirás.

—No —sonrió Loki bebiendo más té—. Es personal.

Tan personal que nadie se había dado cuenta de su gran hazaña. Si no, Thor no estaría tan indiferente a su buen humor. Loki sabía desde un principio que podía contar con la discreción de Clint, que él no le diría a nadie sobre su aventura de una noche. Estaba orgulloso de su pajarillo cómplice.

—Loki. No intentas escapar, ¿o sí? —demandó Thor, tratando de averiguar a ciegas por qué su hermano se mostraba tan feliz de estar encerrado.

—En absoluto.

—Correcto sabes qué, olvídalo, no quiero saber —se quejó Thor resoplando resignado— mejor dime, ¿para qué me mandaste a llamar?

Loki dejó su taza vacía sobre la mesa y se puso en pie acercándose al borde de la celda, miró abajo hacia los ojos azules de su rubio hermano mayor.

—Te llamé para pedirte un favor. Necesito un libro, algo ligero para distraerme y pues pensé que tú podrías ayudarme a que nuestro padre me permita un pequeño capricho. Después de todo, me he portado de maravilla —reconoció sonriente.

Thor lo observó con recelo.

—¿Y por qué yo te haría un favor?

—Porque eres mi hermano.

Thor resopló indignado.

—Esa no fue razón suficiente para ti y tus anteriores declaraciones de muerte.

Loki rodó los ojos.

—Eres tan melodramático. Si no quieres ayudarme, bien no lo hagas —murmuró hastiado— llama a nuestra madre. Prefiero que ella me ayude.

—Ugh —gruñó Thor, rascando su frente y su cabello— ¿Y qué libro quieres de todas formas?

Loki sonrió y empezó a deambular por su pequeña celda.

—Hay uno que mamá solía leerme cuando era pequeño... Era sobre viajes astrales y soñadores oníricos No recuerdo bien el nombre, pero, tú puedes traerme cualquier libro relacionado al respecto, hermano.

My Sweet Little HawkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora