CAPÍTULO 12: EL REGRESO DE SEIYA

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SERENA

Quedo paralizada ante lo que acabo de escuchar.
Darién y yo nos reuniremos y aunque sé que el fin es decirle la verdad y ser sincera con él aún queda en mi mente la preocupación de que mis nervios y orgullo me ganen y hagan que actúe de la misma manera que hoy.

Yo sé que hice mal en irme de esa manera pero que iba a saber yo que lo que quería Seiya era alejarme aunque lo que no entiendo es el motivo pues fue... de repente.

Camino por el césped y tomo a Rini de la mano mientras Lita toma la mano de Chibi y de su hijo quién se llama Peruru para poder irnos al pequeño departamento que alquilo en el centro de la ciudad.

Mientras tomamos el taxi una llamada hace que pare mi trayecto viendo el nombre del contacto en espera con repudio.

–Seiya –menciono con molestia volteando mis ojos disimuladamente.
–Serena. Hasta que por fin contestas –me responde él al otro lado de la llamada– ¿Donde se supone que estás?
–Yo... Yo estoy lejos. Lejos de ti, de tus reclamos y celos.
–Serena tú sabes muy bien que no puedes escapar de mí o que ya te olvidaste lo que te dije.
–Voy a tramitar el divorcio Seiya y te juro que no volverás a ver a las niñas, ¡Nunca!

Corto la llamada asustada mientras veo a Lita mirarme preocupada.

–Serena –me dice ella tratando de calmarme– respira hondo.
–Lita, no es justo que me haga esto.
No sabes cómo es y lo que es capaz.
–Creeme que lo sé –responde soltando una lágrima– es el demonio en persona y es capaz de hacer que muchas personas sientan temor de él.
–¿Que estás hablando Lita?
–Serena, ¡Seiya siempre a sido un cretino! –responde ella estallando en llanto.
–¿A qué te refieres Lita? ¿Que estás diciendo? ¿Te hizo algo cuando trabajabas con él? –le pregunto angustiada pero se queda totalmente muda.
–Serena, este no es un buen lugar para hablar sobre algunas cosas.
Vamos a la casa y mientras dejamos a los niños jugar podemos hablar tranquilas.

Su respuesta angustia más mi ser pero accedo a ello y tomamos un taxi quién nos lleva al departamento.

Cuando llegamos, ambas entramos dejando a los niños en mi amplia habitación viendo una serie de las que tanto les gusta.

Mientras Lita intenta calmarse en la sala de estar, voy a la cocina a preparar un té para ella pues aún está alterada, incluso mucho más que yo.

Cuando está listo, le llevo el té hasta donde estaba sentándome frente a ella.

–¡Toma! –le ofrezco el té el cual ella recibe temblorosa– ¿Que es lo que me tienes que decir?
–Serena, Seiya no es lo que parece –responde bajando la mirada.
–Lo sé –respondo por conocimiento de causa– siempre a sido así.
–¿Que quieres decir con eso?
–Seiya es algo psicótico e incluso agresivo cuando quiere algo y no lo puede tener.
–Pero Serena no solo me refiero a eso.
–¿Entonces?
–Serena, Seiya y yo... –se ve interrumpida nuestra conversación por el timbre de la puerta que suena desesperadamente.
–Permíteme un segundo Lita –me disculpo con ella y me dirijo a la puerta abriéndola de inmediato.

Cuando hago esto no puedo creer lo que veo.

Cierro y abro mis ojos pero está aquí frente a mí con una gran sonrisa hipócrita y una mirada totalmente irónica.

–Serena, Serena.
Mi amor, ¿Me has extrañado? –me dice Seiya dándome un agrio beso en los labios.
–Seiya, ¿Tú? ¿Que haces aquí? ¿Cómo me encontraste? –pronuncio asustada.
–Hola amor, ¿Cómo estás? ¿Cómo te a tratado la vida desde que te abandoné? –me recrimina lleno de odio y rabia– ¿No me vas a invitar a pasar "querida? ¡No! ¡Descuida! Lo hago yo.

Trato de detenerlo pero entra forzosamente y logro notar la cara de terror de Lita con el solo hecho de verlo.

–Lita, cuánto tiempo sin verte. Que milagro verte por aquí. –le dice él a Lita quien está temblando.
–Se...Se...Seiya –al decir esto sus nervios se hacen más notorios haciendo caer la taza de té al suelo.
–¿Que sucede Lita? Parece que hubieras visto un fantasma.
–¡Peruru! ¡Peruru! –grita Lita llamando desesperada a su hijo.

El niño sale de mi habitación junto a mis hijas quienes corren y abrazan a Seiya.

Lita toma a su hijo en brazos, su bolso y sale apresurada sin dejarme siquiera decirle algo.

–Lita, ¡Espera! –por más que trato no logro hacer que pare así que entro para poder ver cómo saco a Seiya de mi departamento pero está ahora sentado mirándome fijo como si intentara hacerme cambiar de parecer.
–Ahora si Serena, ¿Vamos a poder hablar?

El Precio de una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora