Capitulo 2. "El milagro"

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Siempre he creído que cada nombre guarda un significado especial detrás de él, pues es la esencia de la persona, algo que la completa, que la describe.

Las primeras semanas de vacaciones que pasé con mi mejor amiga y su familia fueron memorables; fuimos a Xochimilco, a un parque de diversiones donde nos tomamos fotos con unos famosos, y los días que ella tenía clase de ballet en la academia donde nos conocimos, yo me quedaba en su casa. Bien podría haber ido a entrenar con ella pero el equipo ya no era el mismo, habían cambiado de entrenadores y ella tenía más amigas a las cuales yo no conocía por lo que yo era una extraña más en mi antigua academia.

Con una piscina, sala de cine, gran jardín, y tantas más cosas ostentosas es difícil caer en el aburrimiento en esa casa. Sin embargo, cuando entraba en el vicio de la rutina, disfrutaba de mi compañía leyendo libros, dibujando o haciendo cualquier cosa para ocupar mi mente.

El resto de las vacaciones mi abuelita, mi prima de cinco años que aunque muy traviesa, adoraba con toda mi alma, y yo: jugamos dominó, hicimos postres, pintamos, bailamos, y nos divertimos demasiado. Recientemente había sido el cumpleaños de mi prima por lo que también hicimos un pastel para festejarla.

En verdad me quería quedar en casa de mi abuelita pero regresaría a mi último año de la preparatoria y tenía que irme; lo que sería una verdadera tortura para mí, ya que nunca he sido buena para las relaciones sociales y tener que volver a convivir diario con el chico de mi salón al que le había dejado de hablar por haberme ilusionado y jugado conmigo solo me pondría en una posición aún más incómoda.

Mis padres llegaron por mí una semana antes de que comenzaran las clases. Me despedí de mi abuelita con un caluroso abrazo, un beso en la mejilla, y con su ronca y amorosa voz expresó:

— Hija, te voy a extrañar mucho, vuelve pronto.

Mi abuelita es el tipo de persona que da todo por su familia, la abuelita que todo el mundo ama, la que te deja comer comida chatarra cuando no están tus papás, la que te apapacha y te consiente, la abuelita perfecta.

Sentí un nudo en la garganta y se me humedecieron los ojos. Agradecía por cada segundo que había pasado con ella, después de todo, no sabemos que nos tiene preparado el destino.

Tragué saliva, traté de contener mis lágrimas y le respondí con voz temblorosa:

— Yo también te extrañaré abuelita, volveré pronto.

Mi prima me dio un abrazo y le pedí que se portara bien.

El camino de regreso fue muy tranquilo, me puse audífonos y comencé a leer mi libro favorito, El psicoanalista. No pude continuar con mi lectura, pues me distraje con el paisaje y no me molestó haber perdido la página que me encontraba leyendo. Me gustaba imaginar historias a la vez que admiraba la tenue capa de neblina cubrir con su manto las montañas y ver a los árboles desvanecerse conforme nos alejábamos.

Mientras contemplaba el paisaje, mi rostro era rozado por la fría y suave caricia del viento.

Llegamos a la casa y subí las escaleras hacia mi recámara con cansancio: aventé mi maleta a un rincón, me lancé a mi cama, gire mi cuerpo, y me quedé observando el techo.

Los párpados se me cerraban, me dolía la cabeza y me pesaba todo el cuerpo. Apenas lograba quedarme dormida cuando de repente, escuché la voz de mi madre llamándome:

— Hope, necesito que vayas a casa de tu tía por unas cosas que le encargué.

Hope no es un nombre muy común en español. A pesar de que mi nombre no esté en español, es una palabra con un significado muy especial que quiere decir lo mismo en cualquier idioma. Hope significa Esperanza que es justo de lo que trata la siguiente historia.

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