¥Capítulo 7¥

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—¿Tu la mataste?

—¿Que? Noooo.

—Dijiste que no habías hablado con ella nunca Karol.

—Bueno tal vez hable con ella una vez en mi vida.

—¿Que fue lo que hablaron?

—Puede ser que hipotéticamente le dije que no se acercara a ti.

—¿Que tu hiciste que?

—No fue mi culpa ¿ok? Era una resbalosa y lo sabes, casualmente la escuche hablando con una de sus amigas. Dijo que tú seguias locamente enamorado de ella y que volvería a buscarte para darle celos a Mike. Así que ese mismo día a la tarde fui a su casa a decirle que se alejara de ti o se las vería conmigo.— terminó mi relato.

—Era mi problema lo que pasará con ella no tuyo.

—Quería protegerte.

—¿Por qué?— mierda.

—Porque ella era mala y una arpia que usaba a las personas a su conveniencia.

—Tu no estás tan lejos.

—Vete a la mierda.

—Es la verdad, eres igual a ella y solo te caía mal porque todos la querían más que a ti.

—Las razones por las cuales me caía mal no es tu puto problema ¿si? Porque te recuerdo que en este momento soy yo la que está metiendo las manos al fuego por ella.

—¡No! No estás metiendo las manos al fuego por ella. Lo estás haciendo por Mike y por alguna puta razón que en este momento desconozco. Emilia te importa un bledo, tu lo que quieres es que no condenen a Mike para quedarte con todo lo que ella siempre ha tenido.

—Jamás me ha importado una mierda lo que ella tenga o no y lo sabes. Y eres un maldito idiota por estarme diciendo todas estas mierdas. Puede que no haga esto por Emilia pero tampoco lo hago para quedarme con Mike.

—¿Y entonces para que quieres que el sea libre?— Y ahí mi cerebro hizo click. ¿Por qué me importaba tanto lo que le pasara?

—Solo somos Buenos amigos, deja tus malditos celos de lado.

—¿Realmente crees que son celos los que tengo?

—¡Si!

—Pues tienes razón. Estoy jodidamente celoso de que hagas todo por un idiota que no daria ni un peso por ti. Jamás pude sacarte de mi cabeza. Maldita sea Karol llegue a querer mucho a Emilia pero el sentimiento jamás fue igual a lo que sentía contigo.— espetó con mi cara entre sus manos.

—Pues eres un idiota. Yo estaba contigo. Me tenías e hiciste que me alejara con tus malditas acciones.

—Sabes que nada de eso significó tanto para mi como lo hacías tú.

—Si realmente hubiera significado tanto para ti jamás me hubieras hecho eso.— le reprocho sintiendo mi garganta arder.

—Tal vez fui un idiota pero ya no lo soy más.— su mirada se dirige a mis labios y suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo. Sin dejarme pensar me besa. El tacto no es suave, es salvaje y me gusta. Vuelvo a sentir ese tacto familiar. De alguna forma sus labios siempre van a estar grabados en mi cabeza.

Continuó el beso sin saber muy bien que estoy haciendo. Nuestras lenguas se rozan pero no pasa más.

Se separa de mi con la respiración agitada. Nuestras miradas se conectan y vuelven a transmitir la misma chispa de siempre.

—Eres un idiota.— susurro.

—Así me quieres.— niego con una sonrisa en mis labios.

—Solo llévame a casa.— asiente.

Nos subimos a la moto y el conduce hacia casa. El viento en mi cara me ayuda de cierta forma a reflexionar.

Realmente jamás deje de querer a Ruggero. El se acostó con una de mis mejores amigas en el campamento y eso me dolió. Jamás le dije que sabía y por eso jamás ha entendido porque lo terminé.

Ruggero y yo somos como el agua y el aceite. No tenemos demasiadas cosas en común y menos después de distanciarnos. Ambos nos convertimos en personas distintas y ahora es como si yo no lo conociera y el no me conociera a mi.

Somos dos extraños que fingen conocerse mientras esconden secretos del pasado.

Al final creo que jamás nos conocimos realmente bien. Siempre fingíamos saber todo del otro mientras las cicatrices ocultaban verdades y los gritos eran silenciosos, tanto que jamás fueron escuchados.

Fuimos consumidos por el dolor y las dificultades. Hasta llegar a ser lo que somos hoy.

—¿ Te vas a quedar?— pregunto cuando se estaciona en la puerta de mi casa. El niega.

—Hoy tengo que ir a mi casa.

—Sabes que no te gusta estar allá. Mamá no regresará hasta mañana al medio día. Puedes quedarte.

—Solo di que quieres que me quede.

—Jamás dije lo contrario. Quiero que te quedes.

—Bien me quedaré.— entramos a la casa y me dedico a terminar de acomodar las cosas de la cocina y apagar las luces.

Cuando subo a mi habitación me encuentro con un Ruggero viendo la foto que nos tomamos en el campamento años atrás.

—Creí que la habías tirado.

—Eres un idiota pero te tenia cariño. No podría tirar algo que significó mucho para mi.

—Siempre le pregunté que había pasado con la foto. Me culpe durante muchos años porque creí que la había perdido pero ya veo que no es así.

—Ruggero.

—¿Si?

—Eres un idiota pero te quiero.

—Yo a ti Karolcita.

—¿Amigos?

—Creo que la pasamos mejor discutiendo.

[...]

Creo que quedo corto pero heeey se merecían un poco de amor entre estos dos pelotudos.

Yo acá me despido y recuerden... en la oscuridad no confíen.

Mel ☁️

En La Oscuridad|| Ruggarol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora