06 | ¿Es una tregua, Donald?
Ya han pasado unas cuantas horas desde que descubrimos que pasaríamos la noche en el instituto. No pudimos realizar ninguna llamada porque el celular de Ryan se quedó sin batería y el mío lo deje en el auto. Jamás me despego de mi celular y la única vez que lo dejo porque creí que me distraería, y quería terminar cuanto antes, fue una mala decisión dejarlo.
Ya no sabemos qué hacer para matar el tiempo. Lo peor de todo es que, según el reloj que hay en la cafetería, solo estuvimos aquí dos horas. Sin embargo, siento como si fueran días. Ahora nos encontramos en el gimnasio, jugando con las pelotas de baloncesto e intentando encestar. Mientras tanto, jugamos a veo veo.
- Veo, veo - comienza Ryan.
- ¿Qué ves? - contesto yo.
- Una cosa - dice seguido de encestar.
- ¿Qué cosa es? - digo y camino a buscar la pelota naranja para luego fallar al tirarla en el aro.
- Maravillosa - responde - Y no soy yo - agrega sonriendo.
- ¿De qué color es?
- Es naranja - bufo y lo miro con una ceja arqueada.
- Ryan son las malditas pelotas, di algo más difícil - le lanzo la pelota bruscamente. Él la atrapa antes de que esta impacte fuertemente en su estómago, pero aún así lo golpea un poco.
Estar encerrados ya me está poniendo de muy malhumor. Tengo hambre, estoy cansada de limpiar comida y mis manos huelen a productos de limpieza.
- Tengo hambre - digo, llevando una de mis manos a mi estómago.
- Yo igual - responde, imitándome.
- Veamos que hay de comer.
Cuando voy a comenzar a caminar, Ryan me detiene, viéndome con una sonrisa malévola en su rostro. Arqueo una ceja ante eso.
¿Ahora qué le pasa?
- Hagamos una carrera - suelta y chasquea su lengua. Le miro de forma rara - No me mires así.
- Entonces no seas idiota.
- Aburrida - finge bostezar.
Comienza a caminar sin mí, negando con la cabeza y seguramente manteniendo su pensamiento de que soy una aburrida. Sonrío y corro tomándolo por sorpresa. Me queda un largo camino, así que, si quiero ganarle, debo apresurarme.
- ¿Qué esperas, tortuga? - le grito sin voltearme. No quiero perder, pero tampoco quiero ganar sin esfuerzo.
Ryan no tarda mucho en reaccionar y me sigue el paso, incluso me gana un poco. Cuando llegamos a las escaleras, ambos bajamos en cada extremo, con cuidado. Él comienza a bajar la velocidad cuando bajamos los últimos escalones y aprovecho para aumentar la mía, pero obviamente siendo precavida y fijándome bien donde piso. A veces soy torpe. Bajo de un salto y volteo riéndome, pero sin dejar de moverme, él intenta hacer lo mismo, pero por alguna razón no le sale y casi se tropieza.
Me río.
- ¡No es gracioso! - exclama.
Ryan aprovecha mi ataque de risa y vuelve a tomar velocidad adelantándome. Ahí es cuando la lamparita se enciende en mi mente. Me siento en el piso de una manera en la que parece que me hubiera caído y miro mi tobillo izquierdo, fingiendo mucho dolor, al mismo tiempo que lo masajeo con mi mano.
- ¡Auch! - digo cuando estoy lista.
Ryan deja de correr. Siento pisadas acercarse a mí lentamente.
ESTÁS LEYENDO
Mi niñero es un idiota ©. (#1) ✔️
Novela JuvenilCuando los padres de Anne tienen que irse de viaje por motivos de trabajo y no quieren dejarla sola, no se les ocurre otra idea que dejarla a cargo de Ryan, su nuevo niñero. Ryan y Anne son como el perro y el gato, no se soportan. Sin embargo, deber...